Los agujeros del queso

11 Feb

queso.jpg Algunas personas sólo ven los agujeros en el queso. Los tiene, claro está. Pero también está ahí el queso, aunque no lo quieran ver. Los pesimistas, los tontos, los perversos y los interesados suelen ver sólo los agujeros en el queso. Cada grupo por motivos diferentes, pero igualmente eficaces.
Pondré algunos ejemplos de la vida pública y privada donde este fenómeno se manifiesta claramente. Un fenómeno injusto, triste y desalentador.
En política acabamos de ver que el presidente del Gobierno ha visitado las ciudades de Ceuta y Melilla. Después de más de veinticinco años un presidente pone los pies en esas ciudades españolas. Pero los miembros de la oposición, en lugar de felicitarse por ello como buenos patriotas que dicen ser, sólo han visto los agujeros en el queso y han dicho, por activa y por pasiva, que el Presidente no ha proclamado valientemente la españolidad de Ceuta y Melilla. Dijo, sin embargo, que todos los españoles tienen el mismo derecho a tener a su Gobierno cerca. ¿No es una forma clara y rotunda de afirmar la españolidad? (Otros presidentes, entre ellos el señor Aznar, no lo pudieron decir allí, porque no fueron, salvo cuando necesitaban los votos antes de acceder al poder. ¿Sería preferible, a su juicio, crear un problema entre dos naciones que necesitan por su proximidad y tradición, mantener relaciones amistosas?
Hay profesores que, al evaluar los trabajos de los alumnos, sólo ven los errores. Cuando corrigen los tradicionales dictados, algunos profesores comprueban que el alumno ha escrito correctamente 10, 12, 15 líneas. No hacen ninguna observación. Pero si en la línea 16 aparece la palabra hora sin hache, trazan varios círculos en rojo sobre la falta, de modo que se marca el bolígrafo por detrás de la hoja. Si aparece un nuevo error en la línea 25, vuelven a repetir los enérgicos y delatores círculos. Al final, escriben en la parte superior de la primera hoja, entre admiraciones y subrayado, el siguiente texto: ¡dos faltas! ¿Y todo lo que estaba bien hecho?
En la vida privada, hay quien cultiva esta actitud al relacionarse con otras personas (pareja, hijos o amigos, vecinos..) Después de una larga relación de amistad, por ejemplo, un sólo olvido, un sólo error provocan una ruptura casi dramática. “Se olvidó de felicitarme el día de mi cumpleaños”, dice el airado y ofendido amigo. De nada sirven todos los detalles, los saludos, los regalos, las felicitaciones de tanto tiempo. De nada sirve la amistad. Ha magnificado el error. Ha sobredimensionado el fallo. Ha visto sólo el agujero en el queso.
Sucede también que algunos mantienen esta actitud ante sí mismos. Es la forma más nefasta de pesimismo. Hay personas que no se perdonan un fallo, que sólo tienen ojos para sus errores.
Me preocupa de esta forma de reaccionar el hecho de que se trate de una actitud, es decir de una manera estable y habitual de reaccionar. Por ejemplo, la oposición está actuando de forma permanente y casi obsesiva de esta manera. Ya cansan, la verdad. Hay personas que se caracterizan por su habilidad para detectar el punto negro, el fallo, el error que ha cometido otro. Incluso tienen la habilidad de convertir los aciertos en errores. Saben cómo eliminar el queso y dejar el agujero correspondiente.
Los detractores de la democracia, por ejemplo, se lamentan cada día de la penosa situación que atraviesa la sociedad, pero no piensan, como apunta Alain Turaine en su obra ‘¿Qué es la democracia?’, que una sociedad no es democrática por naturaleza, que se hace democrática si la ley y las costumbres corrigen la desigualdad y facilitan la buena comunicación. “La cultura democrática, dice, es el medio de recomponer el mundo y la personalidad de cada uno”. En definitiva, una tarea de todos, un compromiso incesante. La democracia no trae la corrupción sino la posibilidad de que pueda hacerse pública, denunciarse y castigarse cuando está practicada por quienes parecían intocables. ¿Por qué esos pertinaces detractores sólo ven los puntos negros? ¿Por qué sólo se fijan en las manchas?
Los agoreros de la escuela ponen la lupa sobre los problemas que existen. ¿Cómo no van a existir? Si todos fuéramos perfectos, ¿haría falta acaso la educación? Pero no piensan en los miles de magníficos maestros y en los millones de estupendos alumnos que trabajan con ilusión, paciencia, esfuerzo y respeto diariamente en el sistema educativo.
No es muy riguroso ni muy justo ver sólo los agujeros en el queso. Están ahí, como decía, pero si sólo vemos los agujeros, el queso deja de existir.
Alguna vez he realizado la siguiente experiencia. He cogido un folio completamente en blanco y dibujado un pequeño punto negro en el centro. Sujetándolo con ambas manos he preguntado: ¿Qué hay aquí? La respuesta de muchos ha sido muy curiosa: “un punto negro”, “una mancha”, “un agujero”… No han visto el folio blanco, aunque la superficie blanca sea muchísimo mayor. Preguntados por la respuesta han dicho: “Hombre, la parte blanca ya se ve, no hace falta mencionarla”. Pues no, al parecer no se ve. O no se quiere ver.
Se dice que un pesimista es que el que sólo saca billete de ida cuando desea hacer un viaje en avión. El pesimista no tiene futuro. Claro que la visión pesimista y negativa del otro nace a veces no del pesimismo sino de la maldad.
Existen consumados expertos en localizar los puntos negros, en detectar los pequeños fallos, en subrayar los errores. Hay verdaderos especialistas en localizar la hormiga negra, en un árbol negro en una noche negra.
En Japón es popular la siguiente historia. Dos fabricantes de zapatos viajan al corazón de África en busca de mercado para sus productos. El primero, al poco tiempo, envía a su empresa un telegrama con el siguiente texto: “No hay ninguna posibilidad de que aquí vendamos nada. Los nativos andan descalzos”. El segundo telegrafía a su empresa el siguiente texto: “El futuro de la venta de calzado en la zona no puede ser más prometedor. Podemos dominar el mercado. Aquí todo el mundo anda descalzo”.
La misma realidad. Dos actitudes distintas. El mismo queso. Pero unos sólo ven en él, lamentablemente, los agujeros.