Comparto algunos planteamientos de los que hace en sus conferencias y escritos el juez Emilio Calatayud. Otros no, como se verá. Sé que su discurso, en general, es aplaudido por un sector de las familias que claman por una actitud más dura y exigente en la educación de los hijos y las hijas. “Los padres no pueden ser amigos de sus hijos porque, si lo fueran, les dejarían huérfanos”, dice el juez entre LAS aclamaciones de quienes piden mano dura. Sé que hay una corriente de justa preocupación ante la insolencia creciente de algunos chicos y el maltrato a sus progenitores. Ahí está, como seria advertencia, el segundo libro de Javier Urra, titulado “El pequeño dictador crece”, después del éxito, medido en numerosas ediciones, de “El pequeño dictador”.
Hace unos días leí en la prensa un titular que reproducía una frase del juez Calatayud pronunciada, al parecer, en una conferencia impartida en A Coruña: “Un cachete no es maltrato si se da en el momento justo y con la intensidad adecuada”. Digo “al parecer” porque sé los peligros que encierran estas frases sacadas de contexto y manejadas por los periodistas para captar la atención del lector.
No comparto ni la letra ni la música de la frase. Por varias razones. La primera es que la intensidad del cachete no tiene un medidor muy objetivo que digamos salvo la cara o la cabeza del niño. Y es probable que será siempre considerada excesiva por parte de quien lo recibe. Si es un cachete, un buen cachete, duele. Que para eso se da. Lo de la intensidad adecuada queda a expensas de la valoración exclusiva de quien da el cachete. Ese hecho encierra un enorme peligro.
La palabra cachete es un poco tramposa. Porque una cosa es un cachete y otra una bofetada o un sopapo o un tortazo. La palabra cachete es más amable, más benigna. Pero, en el momento de soltarla, ¿puede asegurar quien la da si es un cachete o un bofetón? He conocido cachetes que han reventado el tímpano de un chico. Y, ahora, ¿qué hacemos?
Se pone otra condición referida al momento justo. Y ese es un segundo argumento contra la idea de propinar cachetes. Porque es el que lo da quien de forma unilateral decide si es el momento oportuno. Y porque ese momento en el que se da no es precisamente un momento de calma y sosiego sino de crispación. En un momentos de irritación o de rabia no es fácil discernir con acierto. Se suelta el golpe y punto.
El tercer problema es el motivo. ¿Por qué se hace merecedor el niño o la niña de un cachete? ¿Qué es lo que ha hecho o lo que ha dejado de hacer? Porque la gama de los malos comportamientos es muy amplia y tiene blancos y negros, pero tiene muchos grises. Si el supuesto motivo es fruto de una mala interpretación, ¿cómo se retira el golpe dado?
En cuarto lugar hay que preguntarse qué es lo que se pretende con el cachete. Se supone que extinguir un mal comportamiento. ¿Se consigue? Porque el problema es que el niño aprenda a evitar el golpe, no a evitar la mala acción. Y entonces lo que procurará es que no le vean hacerlo mal.
En quinto lugar, y no es una cuestión menor, me preocupan los efectos secundarios. Puede que el castigo sea inhibitorio del mal comportamiento pero a, veces, produce un fuerte rechazo, una agresividad latente o manifiesta. La violencia física tiene efectos secundarios muy dañinos. Hay numerosos estudios que lo demuestran.
Habrá que reconocer que el cachete no se programa, que casi siempre es el fruto de la impotencia y el descontrol. Se dice que el cachete se da por el bien del niño y que le duele más al que lo da que al que lo recibe. Que el amor es lo que permite el golpe. Es decir, que el cariño es lo que corrige. Pues si es así, evitemos el cachete.
Por otra parte, ¿cuántos cachetes? ¿Solo uno? ¿cada cuánto tiempo? Si el niño reacciona mal ante el primero hay que seguir insistiendo hasta que reaccione.? ¿Hasta llegar a la paliza?
Se me dirá que es cuestión de sentido común, que no hay que exagerar. Creo que la tesis que planteo está más próxima al sentido común, a la lógica, a la ética, al respeto. En aras del respeto a la dignidad del niño habría que evitar cualquier maltrato físico. Y el cachete, lo es. Aquí está mi discrepancia básica con el señor Calatayud.
Hay quien argumenta que a él sus padres le zurraron la badana de lo lindo y no ha tenido ningún trauma. Pues qué suerte. Porque pudo tenerlo. Y, en cualquier caso, no creo que agradezca los cachetes como si de regalos se hubiera tratado.
Nadie dirá: si me pegan es porque me quieren, es porque les importo. No. Lo que se dirá, con más probabilidad, es lo siguiente: si me pegan es que están equivocados en la forma de corregirme. Y no digo que no tengan que corregirse los malos comportamientos, no digo que no haya que imponer límites a los niños y las niñas. No digo que puedan hacer lo que les de la gana en cada momento. Repito: no. Pero hay otros medios de conseguir lo que se pretende. Dialogar, reprender, explicar, exigir, dar ejemplo.
Ya sé que no todos los niños son iguales. Algunos prefieren una intervención más rápida ante un desliz, incluido un cachete, y otros prefieren un sermón, aunque sea largo. El hijo de una amigo mío, me decía que, movido por todo lo que había leído sobre el castigo, trataba de razonar con su hijo pequeño. En una ocasión que el niño había hecho una trastada, el padre le llamó con vehemencia. Y el, niño con los brazos cruzados delante de la cabeza, dijo:
– ¡Papá, razonar no; razonar, no!
No me gusta que los niños consideren normal que les den un azote o un cachete. No es que no sea bueno un cachete, es que el radicalmente malo. No creo que la educación británica haya retrocedido ni un milímetro después de haber acabado con la legalidad de los golpes. ¿Por qué resulta extraño pensar que se corrige a un adulto de esta forma?
Entre la permisividad y el autoritarismo está el lugar de la educación. En aras de esa educación debemos ser exigentes, pero no crueles, debemos poner límites pero no causar daños, debemos tener firmeza pero dando muestras persistentes de amor y de respeto. Me gusta el libro de José Antonio Marina titulado “La recuperación de la autoridad. Crítica de la educación permisiva y de la educación autoritaria”. No es buena la ley del péndulo, ni en etapas, ni en días, ni en momentos sucesivos, ni entre los dos miembros de la pareja. Ahora disciplina férrea y luego permisividad absoluta. Ahora sobreprotección sin límites y luego abandono completo. Con uno cachetes severos y con otro sonrisas complacientes. Mejor la coherencia, la ecuanimidad, el sosiego y el amor.
No a los cachetes, pues. De cualquier intensidad. En un mínimo descuido el cachete se ha convertido en una bofetada. No es solo por eso: en sí mismos constituyen un método desafortunado de intervención educativa. Cachete educativo es una contradicción flagrante.
Coincido Miguel Ángel, las cachetadas no son la forma acertado de poner límites.
Todos sabemos que hay situaciones donde a todos nos dan ganas de darle una cachetada a nuestros hijos, pero también, todos sabemos que el dolor que les causa en el cuerpo se va en un minuto, el dolor que les queda en su mente es eterno y no queda nada de aprendizaje o mejor dicho, queda el miedo que no es buen compañero de viaje. Además es muy probable que cuando tenga hijos repita esa conducta.
Con respecto a la insolencia de los hijos, bueno, es un tema aparte. Aunque nos de mucha rabia cuando tienen esas actitudes que se supone no «las aprendieron en casa», deberíamos preguntarnos ¿Qué hay detrás de esa insolencia? ¿Qué me quiere decir? ¿Qué actitud de nosotros no le está gustando y no encuentra otra forma mejor de manifestarse?
¿Por qué adopta esa manera insolente de decir las cosas? ¿Qué problema está teniendo y no sabe cómo decirlo? ¿Por qué no logra expresar su malestar de otra forma? Mmmm….¿Por qué no logra manifestar su malestar de otra forma? ¿Será que aprendió de mi? ¿Será que yo, para él, soy un insolente? ¿Será que yo hago lo mismo y está aprendiendo de lo que hago y no de lo que digo?
Amor, atención verdadera, disciplina con «NO» claros desde pequeños y sobre todo EL EJEMPLO es lo que necesitan. Los adultos vivimos diciendo que nuestros hijos no nos escuchan, yo creo que eso no es así, claro que nos escuchan y de algo estoy segura «NOS MIRAN TODO EL TIEMPO», saben todos nuestros movimientos, nuestras reacciones, y es de eso de donde aprenden.
Cachetadas NO. ¿Otras formas de intervenciones? Por cada hijo mil maneras diferentes, pero ese es otro tema.
Saludos
Ana Clara
Querida Ana Clara:
He elegido las declaraciones de este juez español porque tiene mucho predicamento entre las familias. Y me parece que quienes tienen la mano suelta pueden apoyarse en su postura para justificar su maltrato. Creo que es muy peligroso qu alguien con su autoridad diga eso de forma abierta.
Comparto tu preocupación por el maltrato a los padres y a las madres por parte de algunos hijos, fenómeno que está creciendo de forma preocupante en algunos países, no sé si en Uruguay.
Estoy contigo en que ha establecer desde principio los límites y decir No cuando hay que decirlo,perorazonando,dialogando, escuchando.
Hay fortalecer siempre las vías del diálogo. Algo importante ha fallado cuando esas actitudes prosperan.
Besos y gracias por tus omentario, que es el primero de la semana.
MAS
La violencia de los hijos hacia los padres acá en Uruguay, no se considera como una problemática al menos por ahora. No digo que no suceda.
Comparto lo que dices sobre que un juez no puede hacer ese tipo de declaraciones.
Saludos.
Querida Ana Clara:
Es una suerte que ese fenómeno no sea una realidad en Uruguay. Porque aquí tenemos una verdadera lacra. Por eso escribí hace semanas un artículo titulado LA BOA TE ESTA MIDIENDO. Aumenta el número de hijos que maltratan a sus padres, que los denuncian, que los agreden… Ojalá que no aparezca ese fenómeno porque es muy triste, muy doloroso y muy difícil de afrontar.
La tesis del cachete educativo es especialmente mala porque la sostiene una persona que tiene autoridad y que imparte muchas conferencias a los padres y a las madres. Pero me parece igualmente mala cuando la mantiene otra persona.
Besos.
Gracias por tu lectura y por tu comentario.
MAS
Te cuento que el sábado que escribiste ese artículo de la boa, estaba yo leyéndolo y mi hijo de 13 años se acercó y me preguntó qué estaba leyendo. Le mostré el artículo, lo leyó y me dijo: – «tal cual». (13 años)
Ni que hablar que sucede, pero desde mi visión de ciudadana uruguaya digo que no es un tema que se asuma como problema por ahora.
Como maestra y mamá conozco situaciones que sin llegar a la violencia física, los hijos imponen su autoridad frente a los padres y se nota claramente un cambio de roles. Muy preocupante por cierto.
Saludos.
Ana Clara.
Querida Ana Clara:
¿Le leiste el artículo a tu hijo?
Sé que hay docentes en mi paìs y en otros que utilizan los artículos para trabajar en las clases.
Me parece importantísimo saber lo que ellos piensan.
Qué interesante respuesta la de tu hijo: «Tal cual».
Eso significa que lo ha entendido y que lo ve como una realidad.
Ojalá que sepamos prevenir el fenómeno de la violencia de los hijos contra los padres y que, una vez presente, sepamos afrontarlo con inteligencia.
Besos.
MAS
Si, lo leyó él y me respondió eso. Pero en realidad no quedó ahí, unos días después cuando almorzábamos, su padre y yo tratábamos de hacer que su hermano menor (9 años) comiera las verduras del almuerzo y como podrás imaginar aparecieron todo tipo de protestas y en un momento cuando ya estábamos por rendirnos él (Lorenzo, el de 13) nos dijo: «La boa los está midiendo».
Querida Ana Clara:
Que curiosa reacción. Qué niño tan inteligente y tan perspicaz. Lo entendió perfectamente.
Besos para tu estupenda familia.
MAS
El castigo físico puede que consiga muchas cosas, educar no es una de ellas.
Como creemos que nuestros hijos e hijas son una posesión más que tenemos, una posesión ignorante que debemos mostrar el camino que consideramos correcto, primero diciéndoselo, diciéndole la orden que deben cumplir, pero como seres salvajes e ignorantes que son, debemos recurrir a la vara, único método de aprendizaje que entienden a la primera.
De los hijos, una vez situados en esa filosofía de enseñanza, damos el salto a la pareja, al padre del rival deportivo, al árbitro que está ciego y no ve lo que nosotros vemos, a cualquier “bicho viviente” que no sea yo y no piense como yo. Así andamos, a guantazo limpio, aunque debiéramos decir a guantazo sucio, porque lo que extendemos es la porquería de la violencia. Es lo fácil y rápido. Lo que pasa muchas veces, es que el guantazo se nos va de las manos, cosas del calentón. Las malas palabras llevan a las acciones, y estas pueden acabar en muertes.
La violencia lo invade todo, llegando incluso a quienes son los encargados de sembrar paz, de dar ejemplo, de educar. Los cachetes, sean judiciales, políticos, laborales, o los que tratas en el artículo, cachetes cariñosos para corregir conductas inadecuadas, no consiguen el objetivo que buscan, sino el contrario, perpetuar la violencia a base de agresiones.
Una muestra más de cachete. Aumentemos el dinero destinado al ejército, a seguridad nacional, ya sabemos a consta de quién o qué va a ser. Porque claro, ¿de qué vale la sanidad o la educación sin seguridad? (¡Y se queda tan ancha!)
Pues nada, (perdonad la palabra, pero necesito de su contundencia porque creo que se nos está tratando política e ideológicamente así) sigamos tratando a la gente a hostias por graciosos, maleantes, vagos, o irrespetuosos, es el miedo el único lenguaje que entienden. ¡Qué tropa!
Buena semana, y a obedecer sino queréis palo.
Querido José Antonio:
Ya sé que este es un tema fenómeno complejo. Pero creo está claro lo relacionado con el maltrato físico y los efectos secundarios que genera a largo plazo. Hay estudios que muestran sus perniciosos efectos. Los golpes pueden conseguir una inhibición momentánea de la mala conducta (también aquí hay cuestiones que discutir: ¿qué es mala conducta en un niño?) pero causan daños en quien los recibe. Creo que también embrutecen a quien los da.
Es para pensar lo que dices trasladando la cuestión a la esfera política y social. Oportuna reflexión.
Un gran abrazo.
MAS
Como Miguel Ángel, a mi modo de ver, ha analizado perfectamente la violencia, el cachete, como posible forma correctiva, yo solo quiere unirme a sus ideas que comparto plenamente.
La violencia puede inhibir un tipo de conducta, pero no creo que la corrija. Esto exige convencer al infractor de que lo que hace no es correcto, cuando eso se consigue se ha dado un gran paso para el cambio de conducta. El castigo físico humilla y exaspera, no creo que corrija.
El gran motor que mueve a las personas, y en especial a los niños, es el amor y eso no se manifiesta con un bofetón, que, además, como dice Miguel Ángel, no se da nunca con tranquilidad, sino de mal humor.
En definitiva, a mí me enseñaron un dicho que dice: «se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre.»
La vida también me ha enseñado que la comprensión, la paciencia, el diálogo son infinitamente más productivas que la violencia, la cual siempre empuja a más violencia.
Gracias por este hermoso artículo.
Saludos a todos
Querido Joaquín:
He escrito este artículo porque he temido que las palabras de una persona que orienta a las familias en la corrección de las faltas podía alentar a los que tienen la mano fácil. Creo que los golpes, como tu dices, son humillantes. No veo al Ministro de X corrigiendo un error de un subsecretario con un cachete. No es ni imaginable. No sería admisible. Nadie se quedaría impasible. Habría denuncia.
Pero los niños se callan y aguantan. El cachete nos olo es ineficaz, es muy dañino psicológicamente. Lo qu pasa es que muy rápido y muy contundente. ¡Zas! Y ya está. Dialogar,convencer, argumentar existe más tiempo, más paciencia, más serenidad.
Gracias,querido amigo, una vez más.
Un abrazo.
MAS
Buenas noches Miguel coincido con cada una de tus palabras, creo que uno de los problemas es que se ha perdido el valor de la palabra, el abrazo protector a tiempo , la guía cariñosa con firmeza, cuánto daño podemos hacerle a un niño a veces por no tener esa oreja verde para escucharlo, veo A veces que les pegan antes que el niño explique qué pasó.. un cariño
Querida Marisa:
La verdad es que no veo ni un solo argumento, ni una sola justificación para propinar un golpe a un hijo o a un alumno.
Por eso vi tan peligrosas las palabras del juez.
Pensé que podían servir de argumento a quien quiere utilizar el cachete como arma pedagógica, nunca mejor dicho.
Besos y gracias.
MAS
Una anécdota. Estando en segundo de primaria (o así) un profe me dio un cachete, sin razón para ello. Creo que fue el único en mi vida escolar.
Muchos años después, me encontré al profe en casa de un familiar mío. Él había ido a visitar a mi tío y me dijeron que pasara a saludarlo. Recuerdo que me preguntaron si me acordaba de él. Respondí que por supuesto, que muchos años antes me había dado un cachete sin razón en el colegio; imaginaos la cara de quienes estaban presentes, empezando por la suya. Y es que es lo único que recuerdo de ese profesor.
Querido Iñaki:
Tu anécdota pesa más que todo el artículo. Qué significativa. Qué elocuente. Qué clarificadora. De toda la trayectoria de influencia del profesor lo único que queda en la memoria de un alumno es el cachete.
Imagino el impacto de tus palabras en todos los presentes.
Gracias por compartirla.
Un gran abrazo.
MAS
Me pasó igual. Estaba la primera de la fila y se colaron. Cuando protesté me mandaron aguantarme y callar. Me hirvió la sangre de rabia e impotencia y recibí un cachete. Tenía 6 años. Cuando lo recibí mi reacción fue de pura sensación de injusticia, furia e impotencia. Me salí de la clase y me dispuse a irme a mi casa (aunque no tenía ni idea de cómo llegar claro). Tuvieron que darme otro cachete. Nunca lo he olvidado, esa sensación de impotencia, de injusticia y de abuso de poder
Querida Sara:
Dos testimonios que valen más que el artículo, tanto el tuyo como el de Iñaki. ¿Qué se puede argumentar en contra? porque vosotros habéis escrito no solo con palabras sino con la vida misma.
Y no es que se rechacen solo los cachetes injustos porque yo creo que todos lo son, aunque sean bienintencionados. No podemos olvidar que cuando decimos que «es por su bien» solo decide lo que es su bien el adulto.
Remito a su lectura a Begoña Castañeda que me ha dejado sorprendido con su comentario en defensa del cachete.
Besos.
Gracias.
MAS
Es una trampa lo del momento oportuno y la intensidad adecuada.
Nunca es educativo un cachete. Otra cosa es que si se escapa uno, en alguna ocasión, no se deban extralimitar las acusaciones.
Pero plantearlo, como hace el juez, como un buen método de corrección es inadmisible.
No se deba dar ni un solo cachete. Hay otros métodos más eficaces y más éticos.
Saludos.
Querida María:
Mientras más pienso, más leo y más oigo sobre esta cuestión, más razones encuentro para mantener la tesis que he planteado en el artículo. NO A LOS CACHETES. El dolor físico no vale ni para adiestrar a los animales, que responden mejor a los estímulos positivos.
He considerado peligrosa la afirmación del juez convertida en un titular, ya que mucha gente (sobre todo la que busca argumentos) encuentra en ella una justificación estupenda.
El cachete no hace pensar a nadie. Se suelta, se recibe y el único fruto que cosecha es el dolor y la rabia.
Insisto en que no se puede consentir cualquier comportamiento como si nada importase el respeto a los demás, pero creo que el cachete es una falta de respeto.
Besos y gracias.
MAS
Totalmente de acuerdo con la posición de MAS.
No se puede admitir el cachete como un método para corregir los malos comportamientos.
Lo que ha dicho un comentarista sobre un profesor que le dio un cachete y se le quedó tan grabado que fue lo único que recordaba de él, me parece aleccionador.
Porque el cachete genera hostilidad y rechazo, odio y agresividad.
Solo por los efectos secundarios que tiene habría que evitarlo.
Pero no tengo dudas sobre carácter antitético.
Buenas noches.
Estimado Mariano:
Muchas gracias por leer y por aportarnos tu opinión.
Hay quien frivolidad sobre el tema y se refiere a este asunto con un dudoso humor: «Un cachete bien dado es muy efectivo»,
dicen despreciando «las pamplinas» de los consideran remilgados. Toman a broma algo que es tan serio como el maltrato.
Tampoco soy partidario de armar un escándalo por un descuido, otro una faltase control aislada.
Un abrazo.
MAS
Querido Maestro!
Aleccionador comentario de como se debe educar a los chicos.
Mejor dando afectos y abrazos que dando cachetes.
Las experiencias traumáticas vividas, te pueden hacer caminar en dos sentidos, hacia un instinto perverso, dañino ,malvado y destructivo, o hacia otro de bondad infinita y de luchas continuas.
Por suerte y con agradecimiento tuve una persona a mi lado que me inyecto la más grandes esperanzas de vida. !Mi abuela Isabel, fuerza viva!
El amor y los afectos educan y ayudan a avanzar por la vida y a conseguir grandes logros.
Bendito sea el día que conseguir tener acceso a este blog y a contactar con usted,amigo.
¡Siempre da en el clavo con sus comentarios!
Y lo más efectivo, sus enormes enseñanzas.
¡La violencia no enseña,destruye a los seres humanos!
Admiro los que tienen la filosofía de vida de los afectos y de que el tiempo te enseña y pone a cada uno en su sitio.!El tiempo mi aliado¡
Sin más me despido con un enorme cariño para todos.
Querida Loly:
La pedagogía del afecto es más eficaz que la pedagogía de la violencia. Aunque esta crezca que corta de raíz los malos comportamientos. El miedo al palo no es educativo. Te puede hacer evitar el mal, pero no por el mal mismo sino por el miedo al golpea la violencia.
Como dices, la violencia engendra violencia.
Yo me siento afortunado de que has encontrado el blog, de que sea asidua no solo de la lectura sino de sensibles e inteligentes comentarios.
Ya ves cómo recuerdas a tu abuela Isabel. No es precisamente por los cachetes o azotes que te propinaba.
Besos y gracias.
MAS
Me gustaría conocer los argumentos de quienes defienden el cachete como método educativo. Por muhco que me esfuerzo no logro descubrir ninguno. Aun suponiendo que pueda ser eficaz para la eliminción del mal comportamiento, habría que pensar en loo que pasa cuando esa persopna ya no tenga quien le pegue.
El cache siempre es deseducatico. Además, enseña al niño la violencia.
Sañudos cordiales y mentales.
Querida Lola:
El conductismo, dicen, asocia el catigo con la causa y la elimina. Pero en los seres humanos la cuestión es más compleja. Hay quien argumenta que a él le diaron cachetes y no le causaron ninún trauma. No solo eso: viene a a decir que eso le enderezó ante una mala actitud o un mal comportamiento. Es decir que fue eficaz para saber actuar con bien en la vida. El problema es establecer con rigor las conexiones entre causas efectos. ¿Cómo saber si esa fue la verdadera causa de su reacción? Lo que creo que está más demostrado es que recibir golpes deja secuelas negativas importantes. Hay estudios rigurosos sobte esta cuestión.
Besos y gracias.
MAS
Es terrible pensar que a base de golpes se puede educar. Me han sorprendido las declaraciones del juez. Esas palabras son más propias de un padre desapensivo y autoritario que, en lugar de esfiorzarse por pensar en una intefvención educativa, se limita a repartir estopa.
Peligrosas manifestaciones las de este señor juez.
Buen día.
Querido Marcos:
El problema se agrava vuando el que recibe el golpe se muestra de acuerdo e, incluso, lo reclama. Recuerdo que, cuando fui Director de un Colegio en Madrid (del 80 al 84) un grupo especialmente revoltoso no reaccionaba ante ningúna corrección. Les pregunté:
– ¿Qué es lo que necesitáis para portarios bien?
Uno de los niños dijo:
– Que nos peguen.
Y tuve que aregumentar por qué no era esa la solución. Pero, ya ves qué tremendo, la propia víctima se ve no solo merecedora sino necesitada de golpes para reaccionar. Increíble.
Un abrazo
MAS
Yo no sé cuánta gente pega cachetes. Creo que poca. Y también creo que disminuye a medida que va avanzando la formación. Por eso me ha producido estupor que un juez con sensibilidad educativa haya dicho semejante barbaridad.
PELIGRO. Hay quejen se puede apoyar en ese testimonio.
Un cordial saludo a todos y a todas los que entran en este blog.
Querida Marta:
Es difícil saberlo. Porque los que pegan no lo dicen. Y los que reciben los cachetes tampoco.
Espero que no sean muchos. O, mejor, que no sea ninguno.
Algunos pretenden volver a la educación autoritaria, a la de la letra con sangre entra, a la del palo y tente tieso.
El que haya habido (y haya) quien se ha caído en la educación permisiva, en el todo vale, no significa que volvamos al otro extremo.
Con los niños y las niñas no vale todo.
Besos y gracias.
MAS
No a los cachetes. No a los golpes. No al sufrimiento físico. No al maltrato.
Sí a la educación. Sí al diálogo. Sí a la reflexión. Sí al amor.
Eso es todo.
Buenas noches.
Querida Marta Moya:
Has sido muy breve pero muy elocuente. No se puede decir mucho más con menos palabras.
No se puede decir que los cachetes no son maltrato. Porque, por mucho que se aminore su impacto, se trata de golpes sobre personas indefensas. Digo indefensas porque los niños no pueden responder porque NO PUEDEN, PORQUE NO SABEN, PORQUE NO DEBEN según las normas sociales.
No he visto en todos los comentarios de la semana ni un solo argumento a favor.
Yo creo que no los hay.
Besos.
Gracias.
MAS
El cachete o la cara, una palmada o un grito, todas estas son formas de volencia…cuya finalidad es inaceptable. Todos tenemos dignidad y nadien tiene derecho a levantarnos la mano, porque se cree superior o porque es su forma de corregir… Esto es INACEPTABLE en cualquier momento o circunstancia.
Saludos ATTE. ROSITA-CHILE
TODO tipo de violencia es INACEPTABLE, y no tiene justificación alguna, hay miles de estrategias diferentes para comunicarnos…
Saludos…Rosita…
Atte. Cariños.
Querida Rosita:
Completamente de acuerdo.
Yo no digo que no hay que intervenir pero hay muchas otras formas de hacerlo.
No solamente más justas sino también más eficaces y sin efectos secundarios negativos.
Besos y gracias.
MAS
No se trata de la bofetada, es lo que interpreta el niño/a cuando se la dan.
Muchas gracias por escribir en el blog.
Un abrazo maestro.
Ana.
Querida Ana:
Estoy de acuerdo sn que el que recibe el cachete es quien mejor valora su intensidad.
Ojo, que, a veces, los niños y las niñas se creen merecedores de esos cachetes. E, incluso,mlos piden y agradecen. Porque les hemos hecho pensar y sentir que son fruto del amor y de los deseos de encauzarlos por el buen camino.
Besos y gracias por participar.
MAS
Siempre tan acertado, Miguel Ángel. Qué dura es la educación y cuánto queda por aprender. Es curioso que la persona que intenta corregir la violencia diga que no pasa nada por un cachete que, como bien dices, nunca tiene medidor de intensidad.
Los niños repiten conductas y eso es lo único que conseguimos pegando, en cualquier intensidad. Ahora que soy madre, me doy cuenta de hasta qué punto nos imitan nuestros hijos y de verdad que me siento con una gran responsabilidad con el mundo que construimos para el futuro.
Como siempre, un placer leerte desde Gran Canaria.
Querida Nayra:
Gracias, muchas gracias por valorar el artículo y por compartir con todos los lectores y lectoras tu opinión de madre responsable.
Recibir cachetes invita a dar cachetes, porque la violencia engendra violencia.
Los niños y las niñas nos aprenden.
Besos.
MAS
Una disertación tan extensa como absurda y anodina. Nadie se ha quedado sin tímpano por un bofetón, no cuenten milongas. Claro que hay situaciones que requieren un buen bofetón bien dao y a tiempo. Lo que no sirve de nada es amenazar con hacerlo y posponerlo siempre. Hay niñ@s que parecen no entender otro tipo de toques de atención o advertencias. Pero un buen tortazo con la mano bien abierta si es efectivo. La falta de autoridad, el colegueo absurdo y fuera de lugar no conduce a ningún sitio. Desafortunadamente los seres humanos necesitamos límites y autoridad para controlar nuestro comportamiento. Prueba de ello son toda esta generación de padres mejores amigos a los que los menores no hacen el menor caso. Unos padres son eso alguien que pone límites. normas, que educan las emociones y los sentimientos. Que nos enseñan a ser capaces de tolerar la frustración y que nos acostumbran a comprobar que en la vida todo no va a ser como nosotr@s queramos que sean las cosas. Y los que no sean capaces de transmitir
¿Es muy extenso para ti leer dos páginas y media?
Poco fundamento tiene tu comentario, más breve que el artículo, pero sin un solo argumento. Solo descalificaciones. Por ser discrepante con lo que piensas un texto no es absurdo. Y menos, anodino.
¿Por qué no vas contraargumentando parte por parte? Con ideas, no con descalificaciones gratuitas.
Tú no has visto romper el tímpano. Yo si. Lamentablemente.
Hay muchas investigaciones que demuestran los efectos del maltrato físico, más allá del efecto inmediato, que tampoco es educativo. Genera miedo al golpe, pero no rechazo del mal comportamiento.
¿Quién ha dicho que no hay que poner límites? ¿Quién habla de no corregir?
Lo malo no es amenazar y no dar. Lo malo es amenazar con un cachete y lo malo es darlo. Las dos cosas.
Hay que pensar un poco más y golpear un poco menos.
Lo anodino y absurdo es este comentario.
Imagino que esa recete no la aplicas a los adultos. ¿Te gustaría que tus jefes te corrigieran así?
El cachete es una falta de respeto a la dignidad del ser humano.
Saludos.
MAS
He enviado otro más largo y explicito. Por razones que se me escapan no lo habéis querido publicar. En fin pensé que era un foro abierto y no tendencioso. De otro modo no me explico que ha pasado. Esta claro que algo se está haciendo mal pero que muy mal!
Estimada Begoña:
Ya ves. Te has colado.Es a ti a quien se ha visto el plumero.
Por cierto: cada uno publica en su casa lo que parece oportuno. PERO AQUI NUNCA SE HA CENSURADO UN COMENTARIO. Porque no solo se admite la discrepancia sino que se valora.
Se ha tardado en publicar porque no estamos a cada minuto sentados ante el ordenador.
Saludos y gracias por participar.
MAS
El moderador decide que comentarios se publican o no atendiendo a la pluralidad xe opiniones o a una decisión aleatoria o peor aún tendenciosa!
Your means of explaining the whole thing in this post is actually pleasant, every one can simply be aware of it,
Thanks a lot.
Hola familia.
Nunca perderíamos lo nervios ante Mike Tyson. ¿Por qué?
http://cadenaser.com/programa/2017/04/18/hoy_por_hoy/1492497429_190847.html
Me hizo recordar una de las historias que te he escuchado.
Un fuerte abrazo, Miguel Ángel. (Vete preparando la maleta que nos vamos a América, aunque con lo viajero que eres, siempre la debes tener medio hecha).
Querido José Antonio:
– Gracias por el texto que puesto a nuestra consideración.
– Del 23 al 29 estaré en Bogotá. Yo haga la maleta encinto minutos.
Un gran abrazo.
MAS
Completamente de acuerdo con lo que dice. Acabo de descubrir su blog y me quedo 🙂
Estimado Comecuentos Makers:
Bienvenido al blog.
Ojalá te sea útil o, al menos, entreenido.
Saludos y gracias por asomarte esta ventana.
MAS
Justamente he tenido la oportunidad de ver en clase de Teoría para la educación, la conferencia del juez de menores Emilio Calatayud. Y la verdad que me pareció un hombre crítico, que sabe muy bien de lo que habla y dándole un toque de ironía. Estoy de acuerdo con que los padres no tienen que pasar a ser colegas de sus hijos, tienen que ejercer de padres, pero eso no acarrea ser enemigos.
Desde mi experiencia, mis padres, sí que me han dado algún que otro cachete de pequeña, cuando me lo he merecido, y no creo que esto me haya perjudicado en mi vida ni en mi relación con mis padres. Con esto no estoy defendiendo el castigo físico, porque ante todo está el diálogo y siempre se aprende hablando, pero no tenemos que sacar las cosas de contexto y hablar de maltrato por un cachete en un momento dado. Antes éramos esclavos de nuestros padres y ahora nos estamos convirtiendo en esclavos de nuestros hijos. Con la democracia cada vez es más difícil ser padres, ya que tienes que tener cuidado por lo que dices o hace, pues te pueden denunciar tus hijos a la mínima.
Antes los padres si les pedían a los profesores las notas se las enseñaban sin problema, pero ahora hay que respetar la intimidad del menor.
Creo que la ley debería tener más coherencia, que a los 12 años no pueden mantener relaciones sexuales, pero si pueden comprar la pastilla del día después, entre otras muchas cosas.
Un saludo, Andrea.
Querida Andrea:
No estoy de acuerdo con la idea de «cuando me lo he merecido». Un cachete no se merece. Ni es útil. El hecho de que en tu caso no haya habido consecuencias nefastas no justifica que se den cachetes. Porque el problema es que quien se excede se apoya en Tuy argumento para decir que el cachete es educativo.
Ya digo que hay planteamientos del juez Calatayud que comparto, aunque en todas las posturas hay matices. «Ser colega» O «ser amigo» de los hijos no quiere decir que no se les exija y se les reprenda. Permite ganar confianza, que se acerquen, que te consulten… Todo es cuestión de equilibrio.
Pero el castigo físico, el cachete NO. Creo que no respeta la dignidad del niño o de la niña.
Es más difícil educar con la democracia porque educar es difícil. La dictadura no educa. Impone criterios y todos a callar. Es más fácil pero, a la larga, muy negativo.
Besos y gracias.
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