Dorothy Stevenson nos sumerge en el ambiente de la campiña inglesa, siguiendo la estela de Mapp y Lucía o la señorita Buncle
Sumergirse en el mundo de nuestra autora, Dorothy Stevenson, es volver a una Inglaterra que tiene mucho tópico y además es típico. Sin embargo es un placer leer este tipo de novela, tan parecidas a la saga de las señoritas Mapp y Lucía como a la señorita Buncle.
Villa Vitoria no es más que una casa situada en Ashbridge, un pueblecito cercano a Wandlebury (donde se desarrolla la saga de la señorita Buncle también de esta editorial Alba). Es una casa de campo, romántica y de corte isabelino, con un jardín florido –como no puede ser menos en estas casas– donde vive una viuda, relativamente joven, de humor sereno, apacible, hospitalaria, madre de tres hijos que está viviendo la posguerra de la Segunda Guerra Mundial con todos sus inconvenientes.
Caroline, nuestra protagonista, vive de forma permanente con sus dos hijas, el hijo, mayor, va a regresar de Malasia después de tres años fuera. Una de las hijas está a punto de comprometerse con el hijo de un vecino de rancio abolengo y la otra hija aún está en pleno crecimiento. El pueblo, sufre al igual que el resto del país, las consecuencias de la posguerra: las heridas psicológicas no se han producido, hay carestía y el racionamiento hace que la población de este pueblecito se las ingenie como buenamente pueda.
En Ashbridge hay una pequeña pensión donde llegará un extranjero, el señor Shepperton, con un misterioso pasado, quien se hará amigo de Caroline y participará de toda la vida de este maravilloso lugar, apacible y tranquilo donde queda sitio para una pequeña revolución: la llegada de Harriet, hermana de Caroline, actriz en Londres, que tras una temporada teatral no muy productiva decide venirse una temporada a la quietud del campo para meditar y recuperarse.
Y hasta aquí podemos seguir desgranando el argumento. Sobrepasar el límite sería destripar una novela que se caracteriza por su equilibrio, moderación y templanza. Si buscan emociones fuertes, éste no es su libro, pero si buscan mesura, tranquilidad y paz, sin duda la disfrutarán. El devenir de la trama es de la serenidad de la naturaleza que rodea a la mansión que da el nombre al relato pero no por ello deja de ser una exquisita comedia de una serie de personajes que con una fina agudeza y destreza por parte de la autora harán un completo repaso a una sociedad donde todavía queda algún aire ‘isabelino’ flotando en el ambiente.
No crean que la historia y su armonía se pueda traducir en aburrimiento, es cierto que no alcanza el humor de la saga de la señorita Buncle pero el humor inglés se aprecia en cada página, de forma sutil, arrancando una media sonrisa cuidada y elegante.
Recomendada para los amantes de las series Buncle, Mapp y Lucía y sobre todo a los que gusten de amplia ambientación, humor y sociedad inglesa.