Leonard Merrick
Traducción: Julia Osuna
Editorial Ardicia
Quizá no sepan mucho de Leonard Merrick, el autor de esta nouvelle, de origen anglojudío, denominado y conocido como el ‘novelista de novelistas’, que tras un revés duro en la economía paterna ha de marchar a Sudáfrica para trabajar en relación con las minas de diamantes. Eso no le impide desarrollar su vena literaria y ser ampliamente reconocido entre los escritores de la época, teniendo entre sus lectores a Virginia Woolf, George Orwell o Chesterton, porque aunque no tuvo gran éxito de libros sí fue reconocido entre los suyos.
Con esta mínima presentación del autor podremos ya zambullirnos en la lectura de esta pequeña novela donde conoceremos al protagonista, William Childers, con connotaciones biográficas del propio Merrick, un joven recién salido de la universidad cuya pretensión es vivir de la poesía. Su madre, viuda, intenta que se ponga a trabajar en un bufete pero viendo la desidia del joven y la obsesión por la literatura decide mandarlo con su tío a Sudáfrica a las minas de diamantes. El tío nada más recibirlo se da cuenta que no tiene ‘espíritu’ y tras una serie de pruebas infructuosas termina por recomendarlo en los juzgados de la zona, donde encontrará un empleo humilde pero fijo. Todo parece sucederse en un tiempo lento, tanto como el calor que se desprende la zona hasta que un acontecimiento social viene a sacudir los cimientos de la región: la representación teatral de La Dama de las Camelias por la artista Rosa Duchêne. En esta representación teatral quedará completamente enamorado de ella y los amigos deciden darle una sorpresa.
La historia ciertamente comienza a partir de aquí pero no puedo ni debo contarles nada más. Es en este punto crucial donde conocerán la maestría de Merrick tan exquisitamente puntualizada y traducida por Julia Osuna, que ha conseguido darle cierto toque victoriano a esta novelita que recuerda y rezuma a Dumas por todos los costados. Con un estilo preciso, Merrick nos hará recorrer paisajes y lugares, sin verlos. Sí, suena extraño, pero es realmente parco en descripciones y sin embargo con dos pinceladas es extraordinariamente preciso en la figuración del escenario o en el perfil psicológico de los personajes.
Esta cualidad nutre a la novela de agilidad y frescura lo que facilita la lectura en un relato donde encontraremos continuos guiños al mercado literario y a la intertextualidad literaria como la poesía y el teatro, así como todas las tribulaciones que sufre un joven escritor que desea ver su libro publicado.
En conclusión, uno de esos libros que sorprenden, por el propio autor en sí y por la historia, de lectura rápida y estructura impecable, una joyita literaria, un pequeño tesoro que animan a los lectores a seguir buscando este tipo de piezas.