Nunca hubo mejor título para este grupo de hermanos del que hoy quiero hablar. Encabezados por Rafael, esta cofradía recién llegada oficialmente a la Semana Santa de Málaga, que no oficiosamente, donde ya estaba desde hace años, la humildad ha sido su nombre y la paciencia la fuerza motriz que les ha llevado hasta la meta. Nunca presumieron de nada, conocían sus trabas y carencias, pero con su esfuerzo y su perseverancia han conseguido que por méritos más que demostrados lleguen hasta donde está. ¿Cuál es su gran fuerza? Su barrio, sin duda. Su sentido de hermandad, sus peñas, sus vinculaciones con los mayores del barrio, con las tiendas –desde un asador de pollos hasta un estanco-, sus niños, sus jóvenes, etc. Pero sobre todo por cómo se trata a las personas, con el cariño de saber que todos empujan en una misma dirección. Tengo la suerte de conocerlos y he tenido la suerte de contar con su ayuda. Llevan trabajando altruistamente desde hace años para otras y con otras hermandades. Es de ser bien nacido ser agradecido ¿no? Pues hoy voy a contarles una pequeña historia que son de esas referencias auténticas que se escriben en la Semana Santa y que pocas veces ven la luz, aunque estoy segura que Rafa me perdonará por hacerla pública. Durante cuatro años la mayordomía de Vera+Cruz necesitó completar el número de su procesión, y durante cuatro años ofrecieron su mano y sus hombros hasta completar los 72 nazarenos y los 44 portadores de entonces. La deuda era tan grande y tan impagable que sólo Ella podía recibir todos los Sábados de Pasión un pequeño reconocimiento en flores con un lazo verde simbólico como el capirote de aquellos hermanos que a sus plantas agradecían el milagro de llenar sus filas. Gracias Rafa, hazlo extensivo a tus/mis hermanos, os deseo lo mejor, ya os sabéis el camino, así que si Dios quiere, nos vemos en calle Larios.