Estamos ante la tercera novela de la inspectora Valentina Negro y el criminólogo Javier Sanjuán que viene de las manos de esta pareja de escritores que son Vicente Garrido Genovés y Nieves Abarca. Vicente por si aún no lo conocéis es un profundo conocedor de la mente violenta y el primer criminólogo español que colaboró en la captura de un asesino en serie, profesor en la Universidad de Valencia que ha escrito ensayos de divulgación científica entre los que destacan El psicópata, Cara a cara con el psicópata y Amores que matan. El Ministerio de Justicia le concedió la Cruz de San Raimundo de Peñafort. Nieves además de licenciada en Historia del Arte ha realizado estudios de anatomía patológica y medicina legal, siendo una especialista en perfiles criminales que compagina con sus trabajos en la radio y en revistas de divulgación cultural. Ambos han publicado juntos Crímenes Exquisitos y Martyrium, con excelentes críticas.
He de reconocer que llego a la saga de Valentina, tarde, pero no me ha costado nada enganchar con esta inspectora de carácter introvertido, por el trauma que arrastra de su novela anterior, pero con fuerza y voluntad ante los diferentes acontecimientos, nada agradables, que se le van presentando. Junto a Valentina, Sanjuán, un criminólogo especializado, una periodista y sus subalternos, todos, personajes secundarios que ya habían aparecido en sus historias anteriores y conforman un buen equipo para la resolución de los asesinatos y misterios que iremos encontrando entre las páginas de la novela.
Desde el punto de vista narrativo me ha sorprendido la capacidad de los autores para escribir una novela juntos y que no se note el cambio de autor, que la continuidad entre ellos sea imperceptible al lector y que no se pierda la agilidad de muchas de las acciones que estructuran la historia. El narrador omnisciente nos hará zambullirnos en todas las situaciones y facilitará la lectura en todas y cada una de las acciones que se desarrollan en diferentes localizaciones: Valencia, Ponferrada, Madrid y A Coruña.
Valentina, después de capturar a un desalmado que tortura y viola niñas, desata su ira contra el culpable y entra en una ‘reserva activa’ dentro de la Policía Nacional a la espera de un juicio donde va a ser inculpada de maltrato al susodicho. Le ponen en las manos un antiguo caso de desaparición, que dará paso a una cadena de asesinatos en serie cometidos años atrás pero de terrible actualidad pues es inminente la consecución del siguiente. Al adentrarse más en la investigación aparecen una serie de vídeos snuff relacionados con la estética del cine expresionista de Fritz Lang y versiones macabras de In ictu oculis de Valdés Leal mezclados con el fetichismo del ataúd de Sarah Bernhard, el corazón de Espoz y Mina en su relicario o joyas hechas con huesos humanos.
La historia, además de ser ágil y tener el lenguaje exacto en sus quinientas páginas, demuestra el mimo con el que ha sido elaborada. No queda ningún resquicio suelto, se nota perfectamente el conocimiento de ambos escritores en las mentes criminales y en las formas de resolución y triquiñuelas de la policía y forenses y sobre todo, los detalles cuidados en el extremo como el Dramatis personae del comienzo o la selección de frases que encabezan muchos de los capítulos, escogidas de entre el mundo del cine, como Buñuel, o por la literatura como Edgard Allan Poe.
Si quieren conocer el mal y la locura de un psicópata, este es su libro. Conocerán los más intrincados recovecos de manipuladores, maltratadores, violadores y auténticos monstruos mentales que visten y viven como cualquier persona más enfundados en su doble vida. Una novela negra recomendada por la habilidad en su construcción, por el tema snuff tan tabú y tan silenciado, y sin duda porque, en mi lucha personal de reivindicar un espacio del género negro español, tienen aquí una buena muestra.