Kitty Peck y los asesinos del music hall

5 Sep

Kitty Peck y los asesinos del music hall
Kitty Peck y los asesinos del music hall

Ambientada en el Londres del siglo XIX, Kate Griffin despunta con su primera novela entre policíaca y thriller de una forma muy novedosa. Estamos en el Londres de 1880, en los suburbios, alrededor de negocios lucrativos no muy legales y del hampa, donde una de las cabezas visibles y temidas es Lady Ginger.

Lady Ginger es una dama que sabe más por lo que calla que por lo que cuenta y que conoce los bajos fondos como nadie, tanto como para tener su propio ‘distrito’ dedicándose entre otros muchos negocios a la explotación de teatros, y sobre todo al género del music hall y los cabarets.

Esta señora rescata huérfanos de la hambruna y los educa en sus artes y para su beneficio, pero últimamente está viendo como desaparecen sus chicas, las estrellas rutilantes de sus cabarets y por supuesto, la policía no es la mejor opción para llevar a cabo una investigación así.

Nuestra protagonista, Kitty Peck y su hermano, están bajo su amparo, aunque este último, por algún tema desconocido y personal –que descubriremos más tarde- ha desaparecido, también. El rescate para encontrarlo será la investigación de estas desapariciones por parte de Kitty pero lo hará de una forma peculiar: desde dentro. Así dejará su trabajo detrás de las bambalinas atendiendo a las chicas y como costurera para convertirse en una trapecista sin igual, que se encarama a un columpio dentro del teatro para cantar alguna canción picante pero sobre todo para observar desde las alturas qué es lo que está sucediendo.

La acompañará en este misterio un chico italiano que tiene parte de la cara quemada por un suceso turbio anterior, amante de las artes y en especial de la pintura.

El ambiente descrito es original, la picaresca y el teatro de un Londres donde las clases sociales están muy delimitadas y donde la diversión de los señores más pudientes pasa por los extremos más sórdidos de los barrios más bajos. La pintura como arte irá apareciendo lentamente para hacerse un inexcusable hilo conductor del misterio. Como aderezo a toda la trama tendremos travestismo tanto masculino como femenino, la absenta, el opio, la alquimia pictórica y una protagonista que de apariencia frágil esconde una mujer dura de roer. La sexualidad heterosexual y homosexual también serán otras de las pinceladas que completaran a la novela.

Con un ritmo ágil y de fácil lectura pasearemos entre los peligros y los misterios ocultos de Limehouse en el Londres victoriano y en el puerto. Aunque si bien es cierto que es bastante previsible el final, la autora no deja de mantener la tensión en toda la narración con varias sorpresas jalonadas hasta el final, donde sin duda, se reserva la mejor y eso que había estado delante del lector todo el tiempo.

Una novela divertida en la lectura, sin grandes complicaciones, original en el trato del tema y excepcional en la ambientación, recomendada especialmente para los amantes del género policiaco quienes descubrirán una nueva detective cargada de originalidad.

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