Coral Glynn (Peter Cameron)
Traducción Patricia Antón
Libros del Asteroide
Tainted Love
Permítanme que a la última novela de Peter Cameron, Coral Glynn, una pequeña historia que se desarrolla en Inglaterra, entre bosques, brumas y casas señoriales, la titule con la canción escrita por Ed Cobb y que alcanzó la gloria con el grupo Soft Cell y posteriormente con Marilyn Maison.
La protagonista, Coral, es una enfermera joven, huérfana, que cuida enfermos en casas particulares. Así llega hasta la mansión de la anciana señora Hart. Con ella vive su hijo Clement –militar convaleciente aún de heridas sufridas durante la segunda guerra mundial- y el ama de llaves.
¿Qué tienen en común todos estos personajes aparte de vivir todos en la misma residencia? La soledad. Son seres que por diversas circunstancias se han quedado solos y aislados de la sociedad y aunque la historia y la trama giran alrededor de la relación que surge entre Coral y el militar, todos, incluidos los personajes secundarios que aparecerán posteriormente tienen la soledad como rasgo general.
El ambiente brumoso e inglés, el entorno, los hospedajes, el pueblecito y la humedad del ambiente está perfectamente descrito por el autor hasta tal punto que sentiremos el aislamiento de Coral y Clement como nuestro y como excusa perfecta para la consecución de ciertas decisiones que nos parecerán probablemente precipitadas. El paseo en el bosque y el encuentro fortuito con unos niños imbuidos en un juego cruel cambiará todas las perspectivas de futuro inmediato. Se rompe entonces el hilo espacio temporal entre ambos personajes y comienza lo que podría ser la segunda parte de esta novela. El escenario ahora es completamente distinto. Hemos perdido el tono angustioso inmediatamente anterior al nudo que ha desembocado con Coral en Londres. Coral comienza ahora a sentirse más relajada y nosotros como lectores también, pues los secretos que escondían ambos eran demasiado grandes y poderosos como ocultarlos y arrastrarlos toda una vida. Desde la nueva libertad que respiran ambos, construirán unas vidas nuevas, en el caso de ella, más limpia, clara y coherente consigo misma. Sin embargo, él elegirá la opción de seguir engañándose y engañando a los demás.
Con un lenguaje y unas palabras escogidas, dulces, tibias, delicadas que admiten el juego de percibir más de lo que ofrecen, el autor nos encaminará a los intrincados vericuetos que esconden estas dos almas. Los personajes están llenos de matices, sobre todo el de Coral, quien además suma un importante trabajo psicológico. Seremos partícipes de su evolución gracias a un narrador omnisciente.
Asombra que entre todos los personajes, protagonista incluida, no hay ni uno bueno. Todos tienen algo que ocultar. En cuanto a la estructura de la novela, si la primera parte está altamente conseguida, con toques góticos de Du Marier –y su famosa Rebeca– lo cierto es que en la segunda parte, no sé si por intentar hacerla más urbana y desarrollarla en el propio Londres queda todo más incierto en su resolución acabando de forma rocambolesca después de haber sufrido toda la moral puritana e hipócrita de la sociedad que describe.
Una novela de ritmo pausado que indaga en las profundidades de las personas que buscan a cualquier precio la felicidad empujados por un miedo exacerbado a la soledad. Recomendado para los amantes de la novela inglesa por su ambiente melancólico, descripciones, paisajes, desencanto y crudeza. Y sobre todo, como el título de esta reseña, llena de amor ‘contaminado’.