Hoy se cumplen 50 años de la primera ‘Rayuela’. Novela que marcó una profunda revolución en la literatura castellana y sobre todo en el posterior boom de la literatura hispanoamericana. Una novela surrealista que define al propio autor, pero sobre todo a ella misma. La contranovela según palabras del propio Cortázar que se negaba a llamarla la antinovela como destacaron algunas voces.
¿Y por qué contranovela? Pues por su forma de tratar al lector. El lector se convierte en sujeto activo y no pasivo. El escritor juega, y juega con nosotros.
El relato puede leerse a la forma tradicional y además desde otras dos perspectivas, saltando capítulos y/o alternándolos.
El contenido es lo menos importante. Pero pueden establecerse también tres partes dentro de la temática, la vida de Horacio, la vida de la Maga, y otra que sería un complemento a las dos anteriores y que está formada por citas, recortes y subtextos.
El lenguaje queda absolutamente exprimido de la pluma de Cortázar. Lo maneja como quiere. Unas veces en párrafos cortos y otras en extensiones que llegan a convertirse en imprescindibles.
Un libro innovador que se llenó de las obsesiones estéticas, literarias y vitales del autor encuadradas en un mosaico y que transgredió la normas de la literatura de lengua castellana.
Y para conmemorar esos 50 años de la novela son numerosos los actos: la editorial Alfaguara ha editado una edición conmemorativa, hay una exposición fotográfica en el Instituto Cervantes de París, y el jazz resuena de banda sonora por todos los rincones como sonaron en el Teatro Cervantes el pasado mayo En la Rayuela (ver noticia La Opinión)
Recordando una frase de la novela “¿Quién está dispuesto a desplazarse, a desaforarse, a descentrarse, a descubrirse?” me planteo: ¿Estamos dispuestos a redescubrir Rayuela en su 50 aniversario?