La Rastreadora

22 Abr
La Rastreadora
La Rastreadora

Cuando el autor de la obra, Antonio Lagares, me regaló este thriller psicológico, jamás pensé que me iba a enfrentar al duelo, reto, y lucha más largo que he leído.

Para empezar, pensé que iba a ser un thriller más, excepto que venía avalado por haber sido premiado como el mejor thriller psicológico del año pasado…pero me equivoqué de todas, todas.

Entre sus páginas, casi se palpa la tensión de un thriller y sin perderla ni un ápice, te sitúa en un entorno que no es una escena criminal como tal, o al uso, que también las verán, si no por la mente del supuesto asesino. De repente, eres nada y eres todo. Pero con él, con el protagonista.

El problema, es que Miguel, nuestro personaje principal, no es normal, y ya no les desvelo más, porque si no la trama pierde su encanto. El alter ego que le dará pie y réplica, será el personaje femenino de Elyran, que en cierto modo es quien trabaja toda la parte del mecanismo oculto de la novela. Y a partir de aquí es donde comienza el baile, porque en este entramado estructural descubrirán un mundo nuevo, con sus arquetipos, jerarquías e ilusiones propia de la mente de Miguel.

¿El fondo? ¿El núcleo de la novela? La fina línea que separa el bien y el mal en nuestra mente. Lo oscuro, lo que ocultamos a todos incluidos a nosotros mismos, lo que nos cuesta reconocer errores y el daño producido, lo justificable que es cualquier maldad. Lo bueno que siempre permanece en el hombre a pesar de estar hundido en un pozo profundo. La posibilidad que hay siempre de escapar del mal. Las pocas posibilidades que hay de escapar de nosotros mismos. Pura filosofía.

El lenguaje, a veces soez y duro, cómo y cuando lo requiere la situación, es el conductor y el que mantiene toda la intriga, con tramos de introspección avivados por diálogos dinámicos y ágiles. La unidad temporal de la obra queda difuminada por la propia estructura del relato y el narrador en primera persona juega con los cambios de personajes para mantener el secreto.

El final, pausible, no deja por eso de ser menos novedoso, pues aunque se espere, después de haber descubierto todos los escondrijos con las claves que nos ha ido dando el autor, sucede en el momento menos esperado. De hecho, se prevé antes, pero queda postergado hasta unas cuantas páginas más allá.

La lucha entre el bien y el mal, como siempre, nos hace replantearnos muchas preguntas. Sin duda, los estudios de psicología del autor, se notan en el relato y sabe dosificar la opción más fantástica con la dura realidad. Altamente recomendable para los que aún desean sorprenderse con una novela negra, con altas dosis de psicología, adornadas y envueltas en un caparazón fantástico pero con una realidad extenuante y descarnada.

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