Bienvenidos al mundo caótico. Bienvenidos a Dioses sin hombres. ¿Y si existieran tantos tipos de dioses como personas y encima éstas no creyeran en su dios? ¿Qué pasaría?….
Estamos ante una novela de Hari Kunzru en la que cada capítulo es un espacio temporal diferente, cada historia en cada intervalo de tiempo distinta y cada protagonista único e irrepetible en el conjunto total. Sólo hay una pseudo-leyenda, tipo cuento religioso, que será un leve hilo conductor, casi irreconocible en el entramado de historias, que permanezca a todo el libro.
Pero hasta el caos tiene un orden y aunque es difícil de encontrar la secuencia total, existe un punto de unión: el propio título de la obra. Hari nos va contando entre tantos siglos diferentes diversas mini historias: una chica iraquí en un campamento americano, el devenir de una secta, la vida misionera de un jesuita español, el deambular de una estrella de rock, etc., aunque pronto nos demostrará por la que siente más preferencia, la desaparición de un niño autista en el desierto de California que se desarrollará antes en detrimento de aquellas.
Todas las narraciones confluyen en su escenografía: el desierto californiano y concretamente en agujero espacio temporal donde todo tipo de religiones y creencias encontrarán la energía suficiente para dar explicaciones a cada uno de sus personajes.
El fondo de cada protagonista es el lienzo donde el autor nos demuestra el lado más humano de todos ellos, los pensamientos y creencias de la persona por encima incluso de religiones, personajes y dioses. Las distintas lecturas que por tanto se le pueden dar a la novela dependen del propio lector y su desarrollo, bien a través de la fe, del progreso, de las guerras cíclicas en el curso de la humanidad, o de la búsqueda interna de cada uno…
La novela aunque de prosa intachable, ágil y rápida peca de mareante. Al no tener un hilo conductor bien definido y cambiar constantemente de época los detalles de cada capítulo se van difuminando y cuesta recordar quién es quién en un momento dado. En el lado positivo encontraremos el análisis sutil que realiza sobre las sociedades de las diferentes épocas y su extraña relación con el más allá, sea de la forma que fuere, y como la identidad personal y cultural pasa por conocer, seguir, vivir o aceptar ese trasfondo espiritual y como la humanidad a pesar del caos y del desapego de creencias tiende a explicar algunas cosas con la existencia de ente superior.
Una novela que puede pasar desapercibida o plantear al lector muchas cuestiones, y cuyo poso aparece en los días subsiguientes a su lectura, cuando todavía se está analizando la obra. Para leer sin conceptos prefijados, de forma pausada y con la mente abierta.