Cuando estas líneas lleguen a ustedes, mi querido Damián habrá pronunciado ya el Pregón de la Juventud Cofrade que recuperó la Humildad en 2009. Y de la juventud quiero hablarles hoy. Si hay algo que durante este siglo pasado ha caracterizado a los cofrades, ahí están las hemerotecas, es la queja continua de todas las generaciones ante la falta de juventud. Y vuelvo a disentir, porque no es cierto. A los hechos me remito. Si no hubiera habido relevo generacional no hubiéramos llegado hasta hoy. ¿Qué ha habido momentos en que la cosa ha estado difícil? Cierto, pero es que nadie dijo que esto fuera fácil. El problema es el tratamiento a esos jóvenes. Jóvenes que como se dijo en el foro de debate de La Opinión, hoy en día están más preparados que nunca. Y la piedra de toque es casi siempre la misma, el afán de aquellos antiguos jóvenes a abandonar la poltrona.
No se me escandalicen. Aquí no sobra nadie y todas las manos son pocas. Necesitamos el empuje de los jóvenes, y las experiencias de los mayores. ¿Es tan difícil trabajar en equipo? No. Es fundamental que los jóvenes aporten sus ideas, se sientan escuchados, y trabajen, encauzados y apoyados por sus antecesores directos… que también tienen que trabajar, porque qué mejor ejemplo se puede dar. Simbiosis en las dos direcciones y no ser parasitario de otro. Ambas partes tienen que caminar juntas en el mismo sentido, sin enfrentarse. Las cofradías están imbuidas dentro de la sociedad y evolucionan y retroceden a la par que ésta, esos jóvenes son los hijos, y esos mayores son los padres cofrades. Eduquemos pues a nuestros hijos.
Aprenderán humildad y a obedecer antes de mandar y nosotros recordaremos valores diluidos con los años y con las heridas de guerra, amén de esa sonrisa de la juventud. Pongo un ejemplo de equipo de mayores y jóvenes trabajando porque me impactó sobremanera su cartel: el grupo joven de Monte Calvario, que han sabido tomar las riendas cuando su cofradía más lo necesitaba. Valiente decisión. Don Bosco, que sabía un rato de jóvenes, lo dejó bien claro: «La base de toda educación es cuestión de corazón». Y otra cosa no, pero corazón, nos sobra a todos los cofrades.