Lo que ven en la imagen es la contraportada de “Los Niños del Cauce. El Acueducto de San Telmo”, de Jorge Alonso Oliva. Lo que sigue en el texto que iré desgranado palabra a palabra, frase a frase, es lo que me ha sugerido la lectura de esta obra tan singular del poeta y narrador malagueño. Y añado, antes de empezar a ir diciendo : los libros son como los árboles, que a quienes se acercan a ellos su sombra brindan y su callado aroma. Son también como los ríos que pueden vadearse y en cuyas aguas se reflejan cielos y nubes, soles y brillos, y ese ritmo de tan sorprendente música que de la corriente nace. Los libros son, pues, a un tiempo, ríos y árboles, valgan las metáforas.
Ya en anterior ocasión traté en este mismo blog del libro de Jorge Alonso Oliva; era el 12 de enero del 2019 cuando salía a la luz aquel comentario mío de este libro, y entonces subtitulé el texto con estas palabras : “Memoria y Poesía”. Ahora, releyendo el libro de Jorge A. O. me centro en un magnífico texto, que Alonso Oliva (¡eres gran poeta, Jorge!) titula LAS ALBERCAS. Está en la página 55 del libro. Invito a los lectores de este texto de hoy que se hagan de esa obra del escritor malagueño y recorran con él, es decir, con sus palabras, un otro “paseo nostálgico por la Hacienda de Quintana”, que es también un modo de sugerencia verbal que el autor quiere que figure en la portada de su libro. La lectura en sí es un modo de viaje : en el tiempo y también por los adentros del alma. Sea lo que sea el alma.
El texto citado empieza así :
“Por la mañana llenaban las albercas.
La alberca de las parras en una loma sobre los cantos rodados de la era. El caño como un torrente sonoro. El agua clara, tersa, serena, bajo el cielo azul de los quejigos. Alguna rana, alguna culebrilla deslizándose por el verde de la superficie.
La alberca de Rando…(…)
Y la alberca redonda…(…)
Las albercas y sus sensaciones de libertad y melancolía.”
El texto en su totalidad contiene una elegante simetría, ofrece una estructura visual y sonora que el autor ha recalcado con ese triple “La alberca … La alberca … Y la alberca” que dibuja ante la vista misma del lector la estructura de los párrafos, y esta simetría que podemos calificar de “textual”, y también “léxico-semántica”, sugiere de lleno los acordes de las sonoridades del verso. Y observemos cómo esas repeticiones procura el autor ponerlas más de manifiesto a la percepción del lector con ese /… “Y…/ : “La alberca…// La alberca…// Y la alberca.
Fijémonos ahora en la abundancia de frases que podrían organizarse como versos, heptasílabos en su mayoría : “La alberca de las parras” // “en una loma sobre” // “El agua clara, tersa // serena, bajo el cielo // azul de los quejigos // (…) Entre esos heptasílabos se pueden leer versos de once sílabas ( : “El caño como un torrente sonoro” // “Alguna rana, alguna culebrilla”). Y ante estas breve observaciones, luego de leer pausadamente el texto completo, ¿acaso no se asienta en el lector la sensación de prosa como recién nacida de versos?
Y se pregunta uno si algunos, -yo diría que muchos, más que algunos-, de estos textos que se leen en el libro en su totalidad no son realmente como vivas cenizas organizadas en prosa, hondamente poética, de versos, de poemas que, o bien las antecedieron, ( a las cenizas literarias ; y valga de nuevo la metáfora ), o bien las han sucedido.
Concluyo por hoy : El texto “Las albercas”, es poesía en prosa. El libro en su conjunto, es poesía en prosa. Y prosa que se aúpa a un modo de sentimiento que encaja perfectamente con lo que se leyó antes de adentrarse uno en ese librito “LOS NIÑOS DEL CAUCE” : “Paseo nostálgico por la Hacienda de Quintana”. Y ahora, después de haberse uno empapado del hondo sentir que recorre como una luz todo el conjunto del libro este de Jorge Alonso Oliva, libro que conmemora, libro que revive cosas, se me viene a la memoria una muy breve y a la vez muy intensa expresión que nos donó el latín de Virgilio en su “Eneida” : “… Sunt lacrimae rerum”.
Ficha del libro : Los Niños del Cauce. El Acueducto de San Telmo. Paseo nostálgico por la Hacienda de Quintana. El autor es el poeta malagueño Jorge Alonso Oliva. La edición es del año 2018, coordinada por Ediciones del Genal, de las Librerías Proteo y Prometeo.