Las dos palabras que están sirviendo de título a este texto son de origen griego, y nos llegan ambas a través del latín. Sus significados en nuestra lengua son muy ricos, no porque varíen en exceso y sean diversas las cosas que podamos entender con estas palabras, sino más bien por la hondura de sus sentidos. En lo que ahora estamos escribiendo las usamos en el sentido de «origen» (para el término Génesis) y de «narración de hechos» (para Historia).
En cuanto a la imagen que ilustra este texto de hoy, la portada de esa obra de Yves Coppens, está ahí porque vamos a entresacar de sus páginas algunas ideas que a más de un lector les podrá resultar interesantes, cuando no incluso sorprendentes. Antes de eso, diremos algo del autor del libro cuya portada nos hemos decidido a usar. Yves Coppens es francés nacido en Vannes en 1934, y desde 1983 ha sido catedrático de paleoantropología y prehistoria en el Collège de France donde dio clases hasta el año 2005.
Ha formado parte de equipos de excavaciones en Chad, Túnez, Argelia, Etiopía, Mauritania, Indonesia y Filipinas, y es miembro de diversas Academias, francesas y belgas. Autor de más de una decena de importantes estudios publicados, descubrió en 1965 el cráneo de un homínido en el Chad, y diez años después formó parte del equipo que descubrió a Lucy, la famosa Australopitheca de la década de los setenta.a tiene en la actualidad 85 años y mantiene una extraordinaria lucidez.
Los estudios y descubrimientos de este sabio nos ponen ante una pregunta que es tan clave como necesaria, y tan crucial y amplia como honda y escurridiza en su ( o sus…) respuesta. O respuestas, depende. La pregunta es precisamente sobre la Génesis del ser humano, su origen, su raza inicial, su evolución…, etc., y sobre su Historia, esto es, sobre toda la serie de pasos que la Humanidad ha de haber ido dando hasta llegar a lo que somos en la actualidad. Así que «la pregunta» sería más bien «la serie de preguntas», o sea, «las preguntas».
Aún carecemos de respuestas definitivas y creo que es muy posible que vamos a carecer de ellas por un largo tiempo, y ello por esta razón : lo que se va descubriendo poco a poco y merced al trabajo de muchos equipos de diversas disciplinas es de tal calibre que nos plantean dudas sobre lo que se tenía por cierto e irrefutable, y a la vez nos animan a seguir rastreando en los mil y un lugares repartidos por la geografía del ancho mundo.
Porque si un colega de Yves Coppens descubre en las costas de la Bretaña francesa un yacimiento prehistórico que tiene al menos unos 700.000 años, y si se documenta que es ya seguro que existió en Carnac (en la Bretaña, Francia) una cultura, (estudiada por Jean-Laurent Monnier, colega de Yves Coppens) que tallaba cuarzo y sílex, y que dominaba el fuego, estamos ante unos tipos humanos que se corresponderían con los del achelense, los cuales se extendieron por Europa, Asia, África, y con el llamado «hombre de Pekín», que puede tener cerca de los 800.000 años de antigüedad, y entonces nos podemos preguntar : «Bien, bien, pero ¿cuándo empezó todo?»
Y entonces tenemos que concluir, -aun cuando sea de manera provisional-, que falta mucho camino por andar, que son muchas las cosas que aún no sabemos, que pueden ser todavía no pocas las sorpresas que nos esperan, y esto otro, sobre todo : En realidad ¿cuántas «humanidades» han existido? ¿Cuántas, antes de que empezáramos a saber que nuestros orígenes y nuestra historia se hunden aún en muy lejanos inicios? Estoy seguro de que llegaremos a saberlo, por más que todavía falte mucho.