Las formas, los sueños, el mundo (1)

26 Nov

Iba a titular este texto para el blog “Palabras, bosques” de otro modo : “Las formas del mundo y el mundo de las formas”, pero aunque el juego de palabras me seducía, al final me incliné por el título que ustedes han podido leer ya, al que tal vez hubiera sido no malo suprimirle los artículos, con lo que quedaría así : “Formas, sueños, mundo”. Dejé finalmente los artículos porque siempre me ha parecido que ese “redondeo” que en nuestra lengua dan los artículos a los nombres no vendría mal. Llamo ahora “redondeo” al hecho de que este tipo de palabra, (los artículos y similares) da un toque de “real proximidad” al nombre en muchos contextos : comparen ustedes lo que les sugieren estas dos expresiones : “árbol” y “el árbol”.

Recordemos a este particular que en la “Gramática Española” de J. Alcina Franch y José Manuel Blecua, se sitúa al artículo como un tipo de palabra al que llaman “morfema categorizador”, especificando que son morfemas “libres” (esto es : van delante del nombre, -como en español-, o detrás, -como en rumano-; pero se escriben de manera independiente, y por eso se llaman “libres”. Digamos, de paso, que los artículos a veces adquieren valor pronominal). Nosotros ahora añadiremos que en algunos casos los artículos conllevan cambios de sentido gramatical a la palabra o grupo de palabras a que se anteponen – : o posponen. Veamos un ejemplo y ya dejemos esta cuestión : la palabra “vuelo”, sin artículo, puede ser nombre o verbo, pero con artículo, ya sólo sería entendida como nombre : “el vuelo”. Igual que la palabra “vino”, que sin artículo puede ser tanto el verbo “venir” como el licor del zumo de uvas; en cambio con el artículo masculino, el vino, sólo significa ese líquido que se suele embotellar.

El tema daría para mucho y es interesante (así lo pienso, así lo he estudiado) pero nos desviaría de nuestro actual propósito : el mundo de las formas y el papel que pueda jugar en él “eso” que llamamos sueño, entendido el término estrictamente com o el fenómeno onírico que tiene lugar en tanto dormimos, esto es, sin entrar en los sueños como cosas que ideamos despiertos y estimamos muy deseables, tal como se nota en este tipo de frases : “para ellos ganar la carrera era un sueño”.

A veces me he planteado preguntas que pueden parecer a todas luces incontestables. Preguntas sobre la posibilidad de que algún día la ciencia pueda llegar a conocer cómo era realmente el pensamiento del hombre prehistórico, y qué tipos de lenguajes utilizaban para comunicarse. ¿Sólo palabras sonoras, y nada de signos posibles de representarse? ¿Será algún día encontrada una especie de “Piedra Roseta” del pensamiento y del lenguaje de nuestros ancestros en los tiempos que llamamos aún “prehistoria”? Digo esto último, “que llamamos aún prehistoria”, porque atendiendo de manera fidedigna a la etimología de la palabra griega “historia” (cosa que haré en otro texto, y no ahora : es materia ardua), hay Historia antes de que existan modos de escrituras plasmados en textos. Esto, -me consta-, sin razones añadidas, sería para muchos un modo de herejía; pero debidamente razonado sobre textos etimológicos, pasará a ser materia de discusión. Lo veremos.

Quiero decir que la Historia de la humanidad comienza con los primeros seres que podamos llamar plenamente humanos, al margen de que aún no sepamos cómo eran sus lenguajes ni mucho menos si se relataban cosas de sus mitos y leyendas que además de ser referidas con palabras “vivas” (esto es, sonoras, pronunciadas por sus bocas) pudieran ser representadas con signos, referidas a la posteridad con, pongo por caso, pinturas. Como la del “chamán durmiente” en la Cueva de Lascaux. O como las del Tajo de las Figuras, relacionadas con la leyenda de Gárgoris y Habidis por un investigador impar de esta Cueva del Tesoro; tema éste que también trataré en otro texto, y con más detenimiento : pues la hacerlo estaré comentando un libro de mi propio padre, que está ya en Paz. Algo de eso se asoma ya en obras de estudiosos como Jean Clottes, David L. Williams, Ina Wunn, y otros.

La imagen que arriba ven es una gran roca que se localiza en la galería que va desde el betilo de la diosa Noctiluca hacia la Sala del Volcán, y como puede a las claras notarse parece una enorme mano que se abre, arriba la palma, en ademán de pedir (¿o puede que de llamar?), y que correspondería a la mano izquierda, de la que destaca el dedo pulgar, levantado sobre los otros, de los que sólo se ven con claridad tres, quedando el cuarto oculto por el propio grosor del pulgar. Eso, que es un espeleotema que he fotografiado en la galería antes dicha, podemos nosotros hoy verlo así, pero…, ¿lo vería igual un hombre de hace 30.000 ó 40.000 años; un neanderthal o un cromanón, un homo sapiens ancestro nuestro? Algún día la ciencia habrá dado de sí otro logro importante, algo que podríamos llamar “Paleo-psicología”, y que será una rama del saber actual sobre los hechos ( hoy lejanísimos ) de nuestros primeros antepasados, y podremos decir entonces algo así como “¡Ya estáis plenamente en la Historia!”

2 respuestas a «Las formas, los sueños, el mundo (1)»

  1. Esa singular mano pétrea está al alcance de la mano de cualquier visitante de la Cueva del Tesoro. De hecho, conque lleguen hasta la Sala del Volcán, habrán pasado junto a la “mano de piedra”.

  2. Esa mano pétrea parece que ofrece algo al que se acerca a ella, viniendo de la zona Sala del Volcán. Aunque en la actualidad sea más bien vista como mano que pide, en los tiempos de otros mundos mentales más bien sería Mano de Donante, que no de suplicante.
    He de decir que cualquier visitante que recorra la zona abierta al público, necesariamente pasa junto a la Mano Pétrea, como también junto al Águila y a otros varios espeleotemas, cosas no recogidas, me temo, en las audioguías aún : queda mucho por ver y descubrir aún en esa gruta.

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