El libro de L. L. Cavalli-Sforza cuya portada ahí ven ustedes cumple en el año en curso sus primeros 21. Se trata de una obra de gran interés, y se centra en cuestiones que atañen tanto a las ciencias que tratan de entender lo más posible del pasado del ser humano, como a las que quieren intuir aspectos de nuestro futuro en tanto que especie en auge. Como por su título podemos saber, tiene el estudio del sabio italiano dos centros de atención : los genes que nos modulan, y las lenguas con las que nos entendemos. Como hay un amplio territorio que recorrer, ahora me limitaré a reproducir algunos breves fragmentos de este estudio, a lo que añadiremos, llegado el caso, algunas observaciones.
Empezaré entonces con algo que considero clave, aun cuando esto no tenga una directa relación con la obra que vamos a comentar muy a nuestro modo de hacer estas cosas, tratando de marcar una impronta que me resisto a abandonar, y así, dejo escrito ante todo lo que a continuación puede leerse : Aunque los ciencias que estudian nuestra naturaleza y cultura, y en el seno de ambas a nosotros mismos, están en la actualidad conociendo un extraordinario auge, soy de la opinión de que estamos muy lejos de una más exacta comprensión de lo que es la vida y de lo que somos los seres humanos. Es todavía mucho lo que ignoramos de nuestros orígenes y del sentido (si es que tal cosa es relevante, que a veces lo dudo) de nuestras vidas, así que por mucho que creamos estar en el camino correcto para comprender el Cosmos y en él al Hombre, debemos mantener abierta la puerta de la duda ( : duda, no al modo cartesiano, sino a la pata la llana : ¿qué es lo que de verdad y en realidad sabemos de fijo?).
La razón de ello no es sólo el hecho de que persistan visiones contrapuestas de estos asuntos en muchos sentidos, sino más que otro obstáculo el hecho de que son tantas las piezas que nos faltan, que para tener una comprensión más exacta del puzzle, tendremos que esperar a poseer métodos más precisos de datación y estudio de los tiempos pasados, así como tecnologías aún mucho más avanzadas : para llegar a visiones de naturaleza menos «elucubradora» y más basadas en datos irrefutables. En otras palabras : seguimos siendo un misterio y además de eso, albergamos en nuestro interior otros no pocos «misterios», como por ejemplo la naturaleza del arte.
Ante mis ojos tengo la portada de otro libro que también en su momento comentaré. Su autor, Francisco J. Ayala es profesor en el departamento de Ecology & Evolutionary Biology en la Universidad de California, Irvine. En el 2010 se le concedió el Templeton Prize, y es Doctor Honoris causa de más de 20 universidades de diez países diferentes, entre los que están las Universidades Complutense de Madrid, la Universidad de Barcelona y la de Salamanca. El título del libro es «¿De dónde vengo? ¿Quién soy? ¿Adónde voy? Ensayos sobre la naturaleza humana, la ética y la religión.» (Edit. Alianza, 2015). Baste de momento con esto para hacernos una idea de lo que estamos abordando, de la enorme complejidad que tienen los temas en torno a la vida y el ser humano.
Volviendo a la obra de Cavalli-Sforza, cito estos dos fragmentos : «Sabemos que el hombre moderno, en un períodos que empezó entre 60.000 y 70.000 años atrás, alcanzó un nivel de capacidad técnica que le permitió extenderse rápida,ente por toda la superficie del globo y adaptarse a la vida en medios muy variados. Para acometer tal empresa tuvo que pasar de una técnica más antigua de fabricación de los utensilios de piedra, llamada musteriense, a otra nueva, característica del hombre moderno, llamada auriñaciense.» (Pág. 94). Un poco más adelante dice : «Hoy día más de la mitad de los seres humanos se multiplica a un ritmo muy cercano al máximo posible. Hay que estar completamente ciego para los números (algo por desgracia muy frecuente) para no darse cuenta de que el problema tiene que resolverse cuanto antes.»
La obra que estamos citando establece una relación entre los genes y las lenguas en toda la amplitud que permiten los conocimientos actuales en Biología y en Lingüística, y sus conclusiones y datos nos llevan (como se lee además en la contraportada del libro) a una visión unitaria de la historia de la especie humana en los últimos 100.000 años : algo que coincide con lo que podemos concluir de la lectura del ensayo de Francisco J. Ayala. Lo que aquí vamos a proponer es básicamente esto : el arte de los hombres en los albores de la humanidad no se debe contemplar como algo muy diferente a lo que es el arte en la actualidad. ¿Acaso cuando Picasso se asombra al ver las perfecciones de los hombre prehistóricos en el trazado de una línea o en representación del movimiento está desvariando, o el genial pintor acierta de lleno al admirar unas obras que cuentan a veces con más de 40 mil años? Continuaremos con estos temas, lector. Al fin y al cabo, cuanto suelo escribir en estos textos del blog «Palabras, bosques», es algo que aspira a una unidad de base irrenunciable : los seres humanos somos un misterio, pero tal misterio es completamente identificable.
Preciosa reflexión al hilo de este libro. La vida es sondear el misterio e imbuirnos de él si, como decía Anthony Burgess, algo hay que hacer cuando somos y vivimos entre «dos eternidades de ocio».
Muy acertado comentario el tuyo, Alfonso. Maximas gratias ago tibi, amice! La cita de Anthony Burgess, ¿tal vez es de «La naranja mecánica»? Es lo único que leí de él, hace ya años de ello. Por su tono imagino que tal vez sea una reflexión suya al hilo de alguna entrevista, pero tal vez dicha reflexión la haga a través de algún personaje de su obra.
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