Sueños : ciudades

1 Mar
"Casa andante", en Praga

Comenzaré con una cita de «El arte de ensoñar», de Carlos Castaneda (Seix Barral, 1993). Están dialogando el brujo don Juan Matus y su discípulo C. Castaneda sobre la tarea de los sueños y sus características en el seno del «ensoñar del brujo de conocimiento», por así llamarlo, y leemos esto :

«- Ensoñar no se puede explicar relacionándolo a cosas que uno sabe o cree saber  -dijo- . Todo lo que te puedo decir es que la ciudad que visitaste no estaba en este mundo.

– Entonces, ¿dónde estaba?

– Fuera de este mundo, por supuesto. No eres tan estúpido. Eso fue lo primero que notaste. Lo que te confunde es que no puedes imaginar nada que esté fuera de este mundo.

– ¿Qué es entonces fuera de este mundo, don Juan?

– Créeme, el aspecto más extravagante de la brujería es esa configuración llamada fuera de este mundo. Por ejemplo, tú asumiste que los dos vimos las mismas cosas. La prueba es que nunca me has preguntado qué fue lo que vi. Tú solito viste una ciudad y gente en esa ciudad. Yo no vi nada por el estilo. Yo «vi» energía. Así que «fuera de este mundo» fue en esa ocasión, y únicamente para ti, una ciudad con gente.

– Pero si ese es el caso, don Juan, no era una ciudad real. Únicamente existió para mí, en mi mente.

– No. Ése no es el caso. Ahora quieres reducir algo trascendental a algo mundano. No puedes hacer eso. Ese viaje fue real. Tú lo experimentaste como estar andando en una ciudad. Yo lo vi como energía. Ninguno de los dos está en lo cierto, pero tampoco está errado.»

(Pág. 47 de la citada primera edición, en Seix Barral, de la traducción al castellano de la obra «The Art of Dreaming», de Carlos Castaneda)

Lo que sigue, la parte del diálogo entre Juan Matus y su «aprendiz de brujo» Carlos Castaneda es de gran interés, pero ahora basta con lo antes citado para nuestro propósito actual : dilucidar, en un primer acercamiento, esos tipos de sueños que podríamos llamar «sueños de energía», por no llamarlos (pues que no lo son, en mi concepto) «sueños brujeriles».

Aclaremos que considero «sueño de energía» a todos aquellos que se nos quedan con gran nitidez en la memoria cuando despertamos de ellos, y que, además, nos proporcionan una especial sensación de asombro, a la vez que nos dan una especie de fuerza o de vitalidad, ya despiertos, que no confundimos nunca con la que nos puedan dar determinados acontecimientos gratos, como un gran logro, un golpe de suerte en nuestras vidas, o el efecto «radiante» de una charla agradable o un paseo gratificante. En estos casos los sueños de energía funcionan de manera muy parecida a como lo hacen algunas sustancias estimulantes, como el café o ligeras dosis de buen vino. Y dicho esto, paso al núcleo de lo que en entradas sucesivas vamos a ir considerando : soñar con ciudades.

¿Quién no ha soñado alguna vez con una ciudad, o unas calles en una ciudad, o un paraje urbano…, que le sea en parte conocido y en parte irreconocible?

Imagino que serán muchas las personas que han experimentado sueños en lugares diversos, campos con caminos y caseríos, casas en calles de ciudades que no conocemos pero que recordamos o creemos recordar de otros sueños, lugares con cierto aire de «dejà vu» que nos hacen pensar «Yo ya he estado aquí…»

Luego, que en esos lugares soñados nos veamos con otras personas, puede que conocidas de la vida de vigilia o puede que completamente desconocidas, es otra cuestión que aquí no vamos a abordar. En su relato, Castaneda sí ve otras personas, y éstas le resultaron muy poco agradables ( : «Mirando a la gente de ese ensueño, experimenté un miedo y una repugnancia para mí imposibles de olvidar»), según confiesa a su maestro J. Matus en su relato de la experiencia onírica que tuvo, siguiendo las instrucciones de su guía y maestro en el arte de ensoñar. Como digo, ese aspecto queda ahora fuera de nuestra meta. Lo que haremos será más sencillo : explicaremos de manera muy esquemática en qué consiste el «ensoñar consciente» (rechazo de plano la noción de «brujería»), y veremos qué pueden significar, grosso modo, esas ciudades con las que a veces nos topamos en nuestras experiencias oníricas. Y de paso, y antes de despedirme por hoy, aclaro que hay fuerte implicaciones literarias en estas cosas de ensueños y realidades que vamos a tratar. Tal vez porque no hay ciudad que merezca tal nombre que no sea, de algún modo, mágica. Mágica en el sentido etimológico de «poderosa»,que eso es «magia» : poder.

4 respuestas a «Sueños : ciudades»

  1. Como en otras ocasiones he escrito, uno de los usos (muy interesantes y convenientes, por cierto) de las energías oníricas es enfocarlas a actividades de la vida cotidiana. Nos pueden ayudar a eliminar adicciones, a potenciar la memoria, a mantener un cierto tono vital, (con lo que se alejan de paso dolencias de índoles diversas). Etc.
    Podemos centrarnos en tareas como preparar trabajos o incluso desarrollar nuestros potenciales conocimientos «dormidos», desde aprender mejor idiomas hasta explicar mejor nuestras ideas. Por ejemplo, dar mejor nuestras clases, si somos profesores. O centrar más nuestra atención, si hemos de desarrollar tareas como un deporte o, simplemente, conducir un vehículo.
    Para poder hacer eso, es preciso un mínimo control de los sueños, que es algo al alcance de la mayoría.

  2. Como todo lector sabrá el nombre con que se conoce ese famoso edificio de Praga no es el aquí usado de «casa andante», sino el de «casa danzante», (The dancing house). Pero como cuando la contemplaba me vino a la memoria la figura del ilustre caballero andante don Quijote de la Mancha, – ignoro el por qué de tal asociación de ideas -, le puse ese adjetivo de andante en lugar del suyo habitual de «danzante».

  3. Estuve un tiempo ausente, Alfonso. Gracias por tu felicitación. Por cierto : están erradicando el mal verde de Cueva del Tesoro. ¡Aleluya!

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