Se me permitirá intercalar, entre el post anterior a éste y el que vendrá después, el relato de una experiencia que no ha tenido por qué ser personal, y que al mismo tiempo ha podido serlo, y que, en fin, es un tipo de experiencia que sin lugar a dudas más de un lector habrá tenido. De esto último tengo toda la certeza posible en estos casos. Y quien tenga dudas sólo tiene que acudir a la red y teclear “el sueño de Enma”, donde verá con sus propios ojos algo muy similar a lo que referiré a continuación, mutatis mutandis. Hablaré en primera persona para más acercar al lector a la experiencia que relato.
Antes de seguir : para los no iniciados en latín, la expresión “mutatis mutandis” significa literalmente “cambiadas las cosas que tienen que cambiarse”, y expresa la idea de que donde se pone una figura femenina habrá que poner otra masculina, según los casos, y donde un tiempo se pondrá otro, una lengua otra, etc.
“Una noche, luego de haber hacho las pocas cosas que hay que hacer para sugerir un tipo de sueño en concreto, me dominó, ya dormido, la impresión de que estaba despierto y sentía que en mi habitación no me encontraba solo…”
– Sigue contando, te atiendo.
– Ya. Es que te había visto atender al móvil… Bueno, sigo : “… seguro de no estar solo, pues mi compañero X había estado hablando conmigo instantes antes, me volví y, para sorpresa mía, había una mujer, desconocida para mí, muy hermosa, pero a la vez con algo inquietante en la mirada, o en la postura, o en no sé qué, que me impidió articular palabra alguna. Un extraño sentir sacudió mi mente, y por último pude hablar, y le pregunté : ¿quién eres? Cuando iba a escuchar su respuesta…” Ahí me desperté, con lo que ni siquiera he podido conocer en el sueño el timbre de su voz.
Mi amigo X (uso este convencional signo para omitir su nombre, por deseo suyo y por respeto a su propia intimidad : le desagrada que sus cosas se expongan a la luz pública), que es un muy experto psicólogo analista, me preguntó si en el sueño percibí alguna forma de excitación sexual, o de simple sensualidad. Le dije que no, como era cierto : mis pensamientos anteriores a mi quedarme dormido habían sido de índole muy diferente a cualquier cosa que pueda tener relación no ya con el sexo, sino con cualquier otro tipo de deseo humano.
Por decirlo de algún modo, mis pensamientos se centraron en una especie de “tema abstracto”, como la visualización de una figura geométrica específica, algo como un mandala, (sólo que un mandala muy personal), que suelo tratar de imaginar para entrar en el dormir de un modo tranquilo y tras de haber eliminado de mi mente todo tipo de cuestión cotidiana que pueda alterar, de alguna manera, mi tranquilidad. Y esto es algo que suelo hacer a diario, y que muchas veces he recomendado a otras personas. Hay quien reza, hay quien recita sutras, hay quien cuenta ovejas, y hay quien se queda dormido con un libro en la mano o sobre el rostro. Yo, visualizo una muy personal geometría abstracta.
– Pues tu sueño (me dijo X, luego de un momento de reflexión) creo que más ha sido visión, que no sueño.
– ¿Por qué? No sé qué puede haber de visionario en la figura de una mujer desnuda que para nada suscita ni deseo ni sensualidad, sino sólo una extraña mudez.
– Esa es la cuestión : la mudez transitoria. Has visionado en tu soñar una figura mítica, el eterno y divinal rostro de Eva, o de Ella. La Mujer con mayúsculas, la Gran Diosa Blanca de nuestros antepasados muy lejanos.
Quedé algo impresionado con la observación de X, y le pedí que se extendiera más sobre el tema, que me razonara más a fondo su idea. Y lo hizo, aunque esto ya será tema de otro texto que deberá venir más adelante, y que entrará en lo mitológico más de lleno.
Y anoto : la figura que ilustra este texto ahí arriba es un cuadro del pintor mexicano, hiperrealista, señor Omar Ortiz, a quien pedí permiso expresamente para acudir a sus cuadros con el propósito de ilustrar estos post, y con amabilidad me ha dado su permiso. Cualquier lector puede encontrar en internet imágenes de los cuadros de O. Ortiz con sólo escribir su nombre en el buscador de Google, o en Safari, etc., y comprobar sus excelencias pictóricas. Gracias.
Vuelvo a reiterar mi agradecimiento al señor Omar Ortiz por darme su permiso para usar de sus cuadros, es decir las imágenes de sus cuadros, en estos textos. Este pintor mexicano (Jalisco, México, 1977), al igual que en anteriores ocasiones el español Dino Valls (Zaragoza, España, 1959), han sido muy gentiles para conmigo. A ambos, mi gratitud.
Como los lectores comprenderán, se habrán de hacer algunas precisiones a este texto, en especial a esa figura que aparece, y es figura central en gran medida, de la gran diosa blanca. Por eso aparece en mayúscula en el texto : aludo a algo histórico, ancestral y cercano a lo mítico – real de la cultura general de la humanidad.
Ya lo trataremos, hasta donde nuestro normal saber y entender nos permita, que más no nos será posible.
Gracias.
No está de más dejar aquí a todo lector interesado este link :
http://www.omar-ortiz.com
De ese modo pueden ustedes, por sí mismos, ver cuadros del excelente pinto mexicano.
Debe aclararse : no confundir la obra pictórica del mexicano Omar Ortiz, con las esculturas del neoyorquino del mismo nombre, y cuyo link tiene ustedes arriba. Gracias.