Saber de Sueños

8 May

Saber de Sueños

Portada de la primera edición de EPISODIOS MALAGUEÑOS

Hay un tipo de sueños que en muchos ámbitos se llaman “proféticos”, y por varias razones pueden llamarse así : desde la perspectiva de esa cultura nuestra, honda y sólida, de quienes conocen bien los textos clásicos del pasado histórico, tanto los de los antiguos griegos como los de los latinos, así como los de los textos bíblicos, los de las culturas medievales, tanto del medievo mediterráneo como el anglosajón o el centroeuropeo… Y, además de esos textos, tan ricos y variados, los estudios que sobre ellos se han venido haciendo, en especial desde finales del siglo XVIII y XIX hasta la actualidad. Con ese bagaje, digo, muchos tipos de sueños donde el que los sueña aprende algo de singular importancia para él, y ese algo era, antes de ser soñado, cosa oculta o desconocida para todos, sí podrían llamarse así : proféticos.

Por nuestra parte, en lugar de llamarlos “proféticos”, preferimos llamarlos “sueños de conocimiento”, y damos la razón de esta preferencia : la palabra “profético” nos remite, emocional e ideológicamente, a la figura del profeta, o de los profetas, y esta figura a los textos bíblicos. Y creo que lo que se va a relatar un poco más abajo no debe ser conectado por nosotros aquí ni a profeta alguno ni tampoco a ningún modo de profecía, y sí, en cambio, a maneras como el saber humano se nutre, y no pocas veces, de fenómenos que no están en principio conectados con el modo habitual como solemos aprender y conocer el mundo que nos rodea, o las cosas que atañen a este mundo y que debemos ir conociendo.

Sin embargo, la expresión “de conocimiento” nos cierra esa puerta de lo bíblico y profético, – o, al menos, nos la deja bastante entornada -, y nos abre otras varias : a) las de los sueños donde “vemos” cosas que van a ocurrir sin que por ello tenga que mediar profecía ni profeta alguno; b) las de los sueños, también, donde algo que sólo se atrevía uno a intentar conocer o saber, o querría uno saber mejor, se nos pone de manifiesto y luego de haber dormido con esa idea de “querría saber si…”, despertamos con esa condicional “si…”, pero ya como incógnita despejada. Despertamos sabiendo lo que antes de dormir no sabíamos del todo, o no acabábamos de ver claro. Y, por último, c) las de los sueños donde algo que se estaba buscando, se descubre. Pongamos aquí como ejemplo el modo como el químico Kekulé, a través de un sueño que tuvo, descubrió la estructura de la molécula del benceno, una de las más complejas en su momento y que se le resistía. El propio químico orgánico Federico Augusto Kekulé (1829 – 1896) relató su experiencia onírica y, en una conferencia que dio a sus colegas, pronunció aquellas palabras que en un anterior texto sobre estos temas de los sueños ya se han referido : “Señores, -dijo Kekulé-, aprendamos a soñar.”

El sueño que voy a referir ahora tiene para mí una gran resonancia : anímica y vivencial. Y cada vez que lo recuerdo o lo releo, – pues se trata de un sueño que en su día se publicó en libro, como se verá más adelante -, causa en mi ánimo, a la vez, un extraño tipo de energía, y un raro modo de nostalgia. Que se pueden sentir ambas cosas, la nostalgia y la energía anímica, a la vez. Dirán ustedes, o algunos al menos : “¡Qué raro, eso de estar al mismo tiempo sintiendo nostalgia y energía!” Ocurre, sin embargo. Y cuando ocurre, el efecto que suele causar y que nos dura un tiempo, es muy difícil de describir : hay que vivirlo para saber del todo qué es eso.

Está en “Episodios Malagueños” y lo escribe y relata la misma persona que ahora está ya en bien ganada “Requies in Pace”, autor del citado libro entre otros varios, a cual más notable a medida que el tiempo pasa y los va puliendo, y que no es otro que mi propio padre, Manuel Laza Palacio. Él lo tituló, al sueño que tuvo, (y él sí que tenía motivos para usar el término que yo, por respeto, he sustituido), “Un sueño profético”.

He aquí, en resumen, y reducido a lo más escueto y elemental del sueño en cuestión,  lo que puede leerse en el libro citado. Libro, por otra parte, de muy amena y grata lectura, y cuya re-edición, hecha por el Ayuntamiento de Rincón de la Victoria en el 2005 en Airón Ediciones, está en la actualidad agotada (salvo que quede algún ejemplar en el propio Ayuntamiento, cosa que ignoro).

Una edición anterior, la primera, es del año 1975 y ésta hecha a expensas del propio autor, circuló por Málaga y ya sólo es posible, con suerte, encontrar algún ejemplar en librerías de libros descatalogados y de segunda mano. Cito por la edición que presentó Francisco Puche junto con una breve semblanza de mi padre, Manuel Laza Palacio, y que es la del 2005.

“… Ya cundía el desánimo… Pero, he aquí lo asombroso. Una noche, de madrugada ya, me desperté sobresaltado. Acababa de tener un sueño inquietante… Soñé que estaba en la Cueva, en un rincón ya visitado por nosotros, pero yo veía en el sueño tal rincón enormemente amplio, mucho mayor de lo que yo lo conocía en la realidad. Me veía en el centro de esa amplia cavidad y, de pronto, veo que de entre las paredes surge la figura de mi tío Laureano, muerto hacía más de un año. Era hermano de tío Enrique.

Yo había vivido con él, cuando era pequeño. Avanzaba hacia mí, sonriente y llamándome. Sentí miedo en el sueño… Me decía a mí mismo : “Pero, si está muerto.” Tío Laureano seguía sonriéndome, pero, ahora me señalaba, insistentemente, con su índice derecho, un punto de la pared del fondo, de donde él había salido. La inquietud, el miedo, me despertaron. No pude volver a dormirme.

Pensaba que aquello había sido algo inesperado, inesperado, para mí inconcebible, pero un no sé qué me decía claramente que tío Laureano me había indicado el sitio donde estaba la entrada que buscábamos desde hacía tiempo. /…/

¡Por fin! El día 12 de octubre de 1951, a mediodía, al quitar unas piedras grandes, salió un chorro de aire frío que pagaba la llama de los aparatos de carburo. /…/ Al fondo se abría una amplia galería por donde caminábamos boquiabiertos y en silencio. Vivíamos un sueño de las Mil y una noches… Aquello llevaba cerrado ya muchos años… /…/

Todo esto explica que esté expuesta en la sala primera de la caverna una imagen de la Virgen del Pilar y que esa sala se llame “de la Virgen: Lo que yo había visto en sueños (meses antes) se hizo realidad precisamente el día 12 de octubre de 1951.”

Eso y bastante más puede leerse en la obra antes citada. La cantidad de cosas, y de hechos, (y, ya en nuestros días, de estudios científicos que desbrozan parte de los caminos y amplios territorios del mundo de los sueños), de experiencias y aparentes casualidades, – que más bien habría que llamar “causalidades”-,  es enorme. Y aún mayor es el interés que estas cosas adquieren desde el momento en que uno comienza a tratar de vivir directamente experiencias propias, con una simple atención al fenómeno onírico pero con la máxima paciencia : porque no se topa uno, de buenas a primeras, con casos de interés, sino que es sólo luego de, como decía, gran atención a los fenómenos oníricos cuando en realidad podemos un buen día sentir que ya, al fin, estamos dentro de un territorio nuevo del que cada cual debe, por su cuenta, levantar sus planos y mapas : cada uno tiene su propio mundo interior, y los sueños no son más que una parte, nada desdeñable pero no única, de ese interior y rico mundo. Aprendamos a apreciarlo, señores, aprendamos a apreciarlo. A ese interior mundo, digo. Nos va gran parte de lo que llaman “calidad de vida “ en ello. Seguiremos con estas cosas, que no estamos sino bajando por la punta del iceberg… Gracias.

Una respuesta a «Saber de Sueños»

  1. Está en el ánimo de quien esto escribe, en su momento y con los medios adecuados, reeditar las obras completas de Manuel Laza Palacio, algunas de las cuales, como la dedicada al Cantar de Mío Cid, o al Libro del Arcipreste de Hita, al poema rupestre en piedra y la leyenda de Gárgoris y Habidis, o la del Tesoro de los Cinco Reyes, son de indudable interés. Debo remarcar que el Gárgoris y Habidis de Fernando Sánchez Dragó es veinte años posterior al de mi padre, y se inspira en él, cosa que al parecer ignoran algunos seguidores del señor F. S. Dragó. Mas esto no es cosa de esta entrada, conque quede para posteriores andaduras.

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