Parte II : El Sueño

24 Abr

Vista del Cabo de Gata : un lugar único, un lugar para soñar.

1.- ¿Cómo llegamos a con-formarnos, es decir, a organizarnos en torno a un núcleo vital y de experiencia “imaginal”?

Este término, imaginal, lo usa Pierre Fluchaire en su libro “La Revolución del Sueño”, y explica que lo toma de una palabra, a su vez usada por Henri Corbin, que carece de traducción en nuestra lengua. Y con esa palabra que ideó el erudito francés , según explica él mismo, trata de eludir el uso de “imaginario” para traducir un término existente en las lenguas árabe y persa, de las que era gran conocedor, y referirse a algo real (no imaginario) pero abstracto (no tangible). Veré de pasar a los lectores un texto de H. C. donde se aclara, en buena medida, todo esto. Dice así :

“Las imágenes psíquicas tienen vida propia, existen en nosotros; son también subjetivas, porque son la expresión concentrada de la situación psíquica del sujeto. Por tanto, no se puede utilizar, a propósito de los sueños, la palabra “imaginario” sino, como dice Henri Corbin, la palabra “imaginal” * que es la percepción por la imaginación de un plano “abstracto” totalmente real.

El sueño es la expresión de la realidad esencial de nuestro psiquismo.

(Pág. 107 del libro antes citado, “La Revolución del Sueño”. Con el signo * el autor hace una llamada a pie de página donde aclara : “No existe una traducción precisa de este término en castellano”.

Y otra anotación : no se confunda a Henri Corbin, a quien citamos, y que es un estudioso de estos temas y otros de sumo interés, con Henri Corblin, inventor de un compresor. El que citamos es francés, y el inventor es norteamericano).

Los lectores que hayan seguido nuestros ya numerosos textos donde hemos hablado de la naturaleza de los sueños podrán recordar que, en más de una ocasión, se ha defendido la tesis de que, del mismo modo que tenemos un plano de la realidad donde nos desenvolvemos en estado de vigilia, es decir, despiertos, también existe otro plano, igualmente “real” pero de diferente tipo de realidad, que es el plano onírico, y donde nos desenvolvemos cuando, ya una vez dormidos, soñamos.

2.- En este sentido, la palabra “imaginal” no nos es necesaria : hay un mundo onírico, que cada cual vivencia por lo general a solas, y otro mundo “fuera del sueño”, que llamamos “real” pero que es tan “imaginado”, esto es, tan “filtrado” por el cerebro y los sentidos, como el otro, como el del sueño, sólo que este segundo sí puede ser compartido a la vez por muchos individuos. Y, -para nosotros, quiero decir que para quien esto escribe-, ambos mundos son imaginarios : el mundo real está “más arriba” : nos trasciende. Pero volvamos a nuestra actual “realidad” y retomemos el tema de la posible entidad del sueño. Y de paso, y antes de seguir, acudan a este link, que les puede resultar ilustrativo :

http://onironautas.org/robert_louis_stevenson.html

¿Cómo puede negarse esto, la realidad de los sueños, cuando solemos pasar por lo menos una cuarta parte de nuestra vida durmiendo, – unas seis horas, de las 24 de cada día -, y se sabe que durante el estado del dormir solemos soñar, o “ensoñar”, por lo menos unas seis o más veces durante ese tiempo?

No importa ahora que sólo se recuerden algunos sueños, o a veces ninguno, lo cierto es que se tienen ensoñaciones o sueños, y las pruebas de ellos nos vienen dadas por estudios realizados en Laboratorios del Sueño, como puede cualquier lector comprobar, por ejemplo, en el libro de Peretz Lavie titulado “El fascinante mundo del sueño”, citado y comentado también algunas veces en este mismo blog.

Es más : ha habido personas cuyas vidas han cambiado de manera bastante sensible a raíz de haber soñado algo. Y esto otro : en sueños, nuestro cerebro resuelve problemas, toma decisiones, aprende cosas que despiertos no somos capaces de ver o entender con entera claridad. Más abajo, pondré ejemplos históricos y comprobables de esos casos de personas que cambiaron sus vidas a partir de sueños tenidos. Ahora, lo que queremos dejar en claro es el modo como nuestro “Yo” se con-forma, es decir, se organiza y construye, en torno a ese núcleo vital, absolutamente individual y rara vez posible de compartir del todo con otras personas. Y anoto : los casos de sueños determinantes los pondré en un post venidero. Adelanto que serán en torno a vivencias de  Don Bosco, del científico Kekulé, de Robert Louis Stevenson, y de mi propio padre, Manuel Laza Palacio.

3.- Salvo casos excepcionales, no soñamos conjuntamente con otras personas a la vez los mismos sueños, sino que cada uno “sueña sus sueños” de manera completamente individual; y no se habla ahora de compartir tal o cual ilusión, o esperanza, o ideal, o “sueños no-vividos”, sino de “ensueños” : esas imágenes que se producen en el cerebro en tanto estamos durmiendo y sólo en ese estado : dormidos.

Siendo esto así es más fácil explicar el por qué cada individuo humano es irrepetible y único, cosa que en otros tipos de seres vivos no sabemos si ocurre igual : hormigas, abejas, plantas, moscas…

Y nuestro Yo se organiza de este modo unipersonal debido, sobre todo, a algo que se conoce ya desde el campo de la Neurología, y que consiste en la extraordinaria “plasticidad” del cerebro humano : cada vez que decimos o pensamos algo, cada vez que se inventa uno una historia, se memoriza algo, etc., estamos en realidad creando modificaciones en zonas de nuestro cerebro, y estos procesos son del todo personales, con lo que cada cerebro humano acaba siendo único, y esa “unidad” a la vez que “unicidad”, es lo que forma y constituye la base de nuestros “yo-es”. Y cuanto soñamos, es decir, lo que ocurre en nuestro estado de Yo-en-Sueño, nos configura también. Y a veces, con mucha más fuerza y determinación de lo que en principio quizá supongamos. Pero eso es ya tema de otro texto, próximo en este mismo blog, andando los días.

Porque esa es otra : no tenemos un único “yo”, sino una multiplicidad de “sub-yoes”, que muchas veces entran en conflicto entre sí. Y tales conflictos suelen a su vez resolverse con mayor facilidad cuando somos capaces de aprender a recordar y controlar nuestros sueños. Estamos aquí ante un verdadero continente sumergido, o si se prefiere, ante un universo ignoto, prácticamente inexplorado. Y a eso debemos añadir lo antes dicho : la idea de que nuestro cerebro queda ya estructurado para siempre a partir de cierta edad, ya no es admitida por la Ciencia.


3 respuestas a «Parte II : El Sueño»

  1. Anoto :
    Lo que comentaré acerca de un sueño de mi propio padre, Manuel Laza Palacio, lo hago sobre todo por dos razones : la una, por el conocimiento directo, de su viva voz, que tengo de esa experiencia; y la otra, dado que es un episodio de su vida que él mismo publicó en un hermoso librito, “Episodios Malagueños”, y que tituló “Un sueño profético”, entiendo que en modo alguno puede nadie sentir que con esta concreta referencia “violo” aspectos de la vida de un gran personaje malagueño, como ha sido mi señor padre. Vaya esto a modo de “aviso a navegantes”… Gracias.

  2. Algunas implicaciones de eso que se llama “plasticidad cerebral” y de la constante remodelación del cerebro :
    1) nuestro cerebro no es algo que una vez formado queda así para siempre: No es algo que se estanca. Tiene una cierta “función de retro-alimentación” en sus neuronas (100.000 millones, aprox.) y las sinapsis entre estas alcanza los 1000 billones. Con B.
    2) la palabra sinapsis significa “enlace”. La idea de que “se estancan”, debe también ser revisada : si una zona del cerebro se lesiona, otras acuden a suplir sus funciones.
    3) esto es curioso : la zona del cerebro que vale para la memoria (que teóricamente “recuerda” el pasado) y la imaginación (que teóricamente “atisba” el futuro) es la misma. Y los neurocientíficos hablan de “recordar el futuro” e “imaginar el pasado”…

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