El Yo y el Sueño

21 Abr


Danah Zohar

Parte IEL YO

1.- Algunas de estas cosas que se van a reproducir ahora son conocidas por la ciencia desde décadas atrás, y siguen estando sometidas tanto a nuevos estudios y teorías como a constantes revisiones. Atañen a eso que llamamos “el yo”, cosa que en principio suponemos ser nosotros mismos, en el sentido de que nos identificamos con él, con nuestro personal “yo” : una persona, por ejemplo, que haya sufrido una amputación de un brazo, debido a un accidente, o que haya donado un órgano como un riñón, no deja por eso de considerarse la misma : su “yo” personal asume el cambio y no por eso cambia él mismo.

De manera similar, cuando, pongo por caso, llegados que estemos a edades como los 40 años, o los 60, y nos auto-contemplamos retrospectivamente en nuestros 12, 15 años, o en los veintitantos, ahí, en esas edades del pasado, pese a los cambios de aspectos y modificaciones que constatemos, nos seguimos pensando los mismos. Nuestro yo, permanece. Bien. Ahora, veamos qué cosas dice al respecto un curioso libro, que es un buen ensayo y que en gran parte continúa teniendo vigencia. Se trata de una obra cuya autora es Dana Zohar. El título de la traducción del libro al castellano, “El Yo Cuántico”.

La edición primera inglesa, “The Quantum Self” es del 1990, la tradujo, en abril de 1996, Rafael Quijano, y esa primera edición traducida es la que ahora manejamos. Debemos insistir en este hecho : aunque los estudios de Neurociencia, y los de Física Cuántica entre otras disciplinas, así como la Psiquiatría y otros campos del saber han avanzado en muchos aspectos desde ese año de 1990 hasta la actualidad, las cosas que se plantean en este lúcido libro de D. Zohar, en parte porque ya en su inicio eran muy novedosas y en parte porque estas disciplinas experimentan aún “vaivenes”, por así decirlo, y determinadas “construcciones mentales” sobre cuestiones de estas ciencias caen en un relativo descrédito por un tiempo, luego renacen y vuelven a retomarse a la luz de nuevos descubrimientos que obligan a volver sobre lo que se desechó. Naturalmente, sí que siempre hay aspectos que quedan definitivamente superados. Pero suelen ser los menos.

2.- Pero vamos a algunas de las afirmaciones que encontramos acá y allá en el texto del libro citado : “Como dice mi hija de cinco años, muy razonablemente, “Si todos fuéramos lo mismo, nos sentiríamos muy confusos”. Si las partículas (elementales, cuánticas, aclaramos nosotros) fueran todas lo mismo, la naturaleza sería muy confusa.” Y más abajo, continúa la autora :

“… los fenómenos del cerebro dividido son prueba de que el yo no es un total eterno e indivisible, como afirmaba Descartes, ni las partículas como pequeñísimas bolas de billar, sólidas e indivisibles, como suponían  la física de Newton. Tanto los yoes como las partículas son más fluidos que eso y ambos un poco más “mutables”. Fluyen dentro y fuera de la existencia, ahora tranquilas y solitarias, ahora casándose con otros yoes o partículas, ahora desapareciendo en su totalidad … burlándonos con sus formas danzarinas y sus sombras.” (pág. 107).

La situación de “cerebro dividido” es un caso extremo. Lo normal es un cerebro relativamente unificado, sólo que contiene una diversidad de “sub-yoes”. Los médicos psiquiatras, -afirma la autora-, están habituados a tratar a sis pacientes haciéndoles entablar diálogos con esos diferentes aspectos de su personalidad, que aparece escindida a veces en grado sumo, aunque por lo general sin que llegue a estarlo de manera grave. Con todo, lo usual es un yo integrado, y vamos a ver qué pasa con éste.

Les paso lo que se lee en página 111 :

“En virtud de que los sistemas cuánticos están ondulando y sus fronteras están cambiando, el grado hasta el cual el yo está integrado en un momento dado, puede variar de momento a momento. El acto de prestar atención enfoca nuestra energía mental, por lo que, a través del mecanismo de atención selectiva, podemos canalizar más energía en algún aspecto particular del yo, “iluminándolo” (dándole más coherencia); mientras que otros (sub-yoes, aclaramos) retroceden hasta el fondo. En ocasiones podemos incluso encontrarnos “apoderados” por uno de nuestros sub-yoes. Por ejemplo, cuando una persona enojada no puede pensar en nada bueno respecto a la persona que ma durante una disputa; o una persona deprimida no puede pensar en ninguna razón para sentirse feliz cuando sufre su aflicción. Cuando esto ocurre, decimos que la persona está “desequilibrada”, correcta descripción dada a la dinámica cuántica de la personalidad.”

En la parte II, abordaremos lo relativo al SUEÑO en esta perspectiva, es decir, en lo que desde este estudio, ya señero y aún con amplias zonas de aceptación y otras en vías de superación. Eso, en la próxima entrega. Gracias.

3 respuestas a «El Yo y el Sueño»

  1. Y ahora, se nos permita esta anotación :

    Como todo lector habrá podido observar, no hemos hecho ningún tipo de observación personal a los fragmentos citados. Los aceptamos en su totalidad, y será sólo cuando lleguemos a los aspectos que se refieren al sueño, (único campo de los que aquí se tocan donde sí tenemos observaciones personales que hacer), donde ya pondremos en cuestión algunas de las cosas que se afirman y proponen en el interesante libro de Danah Zohar.
    Hasta entonces, pues.

  2. Todo lector atento habrá podido comprobar por sí la importancia de la «atención», de la atención «concentrada en un tema», e incluso, pasando a otro nivel de estados mentales, de la «concentración meditativa» en lo que sea : un acto o problema, la «nada o vacío» (¿búdicos?), una persona en concreto, ya presente ya ausente…
    ¿Han observado alguna vez la frecuencia con que, simplemente concentrando muestra mirada en la zona del cuello y parte baja de la cabeza de una persona que camina por delante de nosotros, no es raro que ésta se vuelva y mire en nuestra dirección?
    Hagan la prueba. Con prudencia : sobre sujetos que en principio «parezcan» pacíficos…

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