1.- Entre los diversos alimentos tradicionales con que se nutren los seres humanos, hay algunos con una fuerte carga simbólica. El trigo, el pan, los peces. Manzanas, granadas, la vid y su conversión en vino. En algunas culturas, el arroz, que sustituye al trigo. Y otros más que ahora no necesitamos recordar porque nuestro interés se va a centrar sobre todo en dos tipos de alimentos que están rodeados de una muy fuerte carga no sólo simbólica sino incluso mitológica : la leche, y la miel.
No hará falta recalcar que nos remitimos exclusivamente ahora a nuestras culturas y tradiciones más cercanas en el medio geográfico que nos es propio : el del Mediterráneo. Desde Israel y todo el Oriente Próximo, hasta las Columnas de Hércules y el llamado “Jardín de las Hespérides” : La Península Ibérica. Aun cuando muchos suelen situar este mítico jardín en las montañas del Atlas, debido al papel que este titán juega en el relato, también mítico, de las manzanas de oro y la leyenda de los Trabajos de Hércules, hay otros muchos autores que lo sitúan en lo que era en tiempos Iberia, y luego Hispania.
Ambos son alimentos sagrados. Reservados a reyes y héroes. Hay dos ámbitos en los que la leche, que va a ser ahora nuestro centro principal de atención, está presente como símbolo y como eje sobre el que se articulan leyendas y sentidos : el ámbito de los mitos, y el ámbito de los sueños. Pero en el terreno de los que ya no sean ni héroes ni dioses, ni tan siquiera reyes, ¿puede la leche, puede la miel, ya juntas o ya cada una por separado, servir como remedio que cauteriza dolor interno alguno? Y sin allegarnos al territorio de lo que duele, ¿pueden leche y miel dar fuerzas suficientes para enfrentar la vida y sus luchas con garantías de, al menos, equilibrio en sus combates? En el Mito, sí. Y también en los sueños : al ser símbolos de sustancias mucho más “cargadas de energías” de lo que el mero elemento material sugiere. En un primer acercamiento al tema nos vamos a ocupar de los valores y potenciales que tradicionalmente se ha visto en la leche, dejando para otro texto los que atañen a la miel.
Texto 1.-
Algunos sueños consisten, en un determinado nivel de “actancia onírica”, en una información sobre algún aspecto muy específico que por otras vías nos permanece oculto. Son los denominados “nouménicos”, o “reveladores”. También se les llama “sueños de conocimiento”.
Si alguien en un momento dado de su vida, por ejemplo, cuando debe enfrentar algún problema de hondo calado, alguna actividad donde es mucho lo que tiene que poner en acción, ( : porque mucho es lo que está en juego), a veces podría ocurrirle que, en alguna ocasión, le vinieran sueños de carácter muy especial y que esos sueños, antes o después, acaben revelando su carácter numinoso.
Así, personas ajenas al mundo de la miel, o sea, que no sean cultivadores ni trabajadores implicados en ese mundo, de pronto sueñan que son alimentados con ese manjar, o que manejan sin peligro colmenas de las extraen miel, están ante un tipo de sueño de los que hemos marcado antes en lo que llamamos “Texto 1”. Algo parecido podemos decir con respecto a la leche.
Son múltiples las manifestaciones del arte, con un trasfondo religioso y mítico, donde la leche es un elemento primordial. Así, la diosa hindú Maya se representa manando leche de sus pechos, y según refiere el Ramayana del batir de un océano de leche nace el “amrita”, que es una bebida esencialmente vital.
En la leche se reconocen propiedades curativas : un druida picto, Drostan, recomendó al rey de Irlanda ordeñar ciento cuarenta vacas blancas y derramar el liquido en un gran hoyo en el centro del campo de batalla para curar a los soldados heridos de flechas emponzoñadas. Hay pueblos que, según se lee en autores clásicos como Homero y Hesíodo, “galactófagos”, esto es, “los que se alimentan de leche”. Por contra, otros pueblos también llegados a nuestros conocimientos desde los mitos o a través de los mitos, eran aquellos que se denominan “lotófagos”, esto es, que se daban al consumo de la flor del loto, que produce el olvido. En La Odisea, Ulises obliga a sus marineros a alejarse de la compañía de los lotófagos y enfrentar el retorno a la patria, a Ítaca.
Volviendo a la leche, entre los celtas la leche era la bebida de la inmortalidad, además de aquellas propiedades curativas que antes de han dicho a propósito del druida Drostan. No muy lejos de estas creencias referentes al potencial de la leche están los musulmanes, cuando de acuerdo con un hadith, (referido por Ibn Omar), el propio Mohammed (es decir, Mahoma) había declarado que soñar con leche equivale a soñar con la ciencia o con el conocimiento.
En la Mitología clásica griega, es la diosa Hera quien da de mamar a Hércules, y es también la que dejando manar leche de sus senos crea o da lugar a la Vía Láctea. A ese mito corresponde la imagen que hemos puesto como ilustración de este texto, que no queremos extender más. Ocasión tendremos de atender a sueños (sueños reales, sueños referidos por personas, cuyas identidades, obviamente, no seré yo quien revele : en todo caso, las propias personas soñadoras sean quienes se manifiesten como receptoras de tales experiencias oníricas) y de ir desgranando sus posibles sentidos : ni más ni menos a como lo hace por ejemplo Robert Graves en un libro donde se ocupó del sentido de los sueños y donde sueños suyos refirió con absoluta normalidad y solvencia.
Hemos tomado datos, de manera muy específica, del Diccionario de los Símbolos de JEAN CHEVALIER, Doctor en Teología y Profesor de Filosofía, colaborando con él en esta obra ALAIN GHEERBRANNT.
He manejado la 4ª edición, HERDER, Barcelona, 1993.
Los otros autores citados pertenecen al común del saber de nuestra cultura occidental. Gracias.
En el sueño veo un hombre que guía, mientras camina delante, a una mula que tira de un carro. La mula parece dócil. Tiene un pelaje gris con vetas de color más claro. Tras el carro camina una vaca blanca. Es la vaca lo que más llama mi atención. El hombre que va delante parece saber adónde se dirige pero no muestra prisa : como si supiera que tiene tiempo para hacer sin prisas todo su trayecto. El sueño es plácido en todas sus fases. Al despertar, tengo la certeza de haber bebido leche fresca de un gran jarro que había en la casa donde viví de niño.
Este es el relato de uno de los sueños que en su momento comentaremos. Su autor es decir el que lo sonó, ya dirá lo que estime oportuno, bien públicamente aquí, bien en correo privado. Gracias.