1.- Entre las cosas que más pueden llamar la atención de un lector curioso están aquellos tipos de frases breves y sentenciosas que transmiten una idea o un pensamiento de carácter filosófico, moral,
estético…etc., que tenga relativa “resonancia intelectual”. Llamo ahora resonancia intelectual a ese tipo de cosa que, con pocas palabras, resume un pensamiento o idea enjundiosos.
Cosas del tipo “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, o “si vis pacem, para bellum” (“Si quieres la paz, prepara la guerra”). Del axioma de Baltasar Gracián muchos se acuerdan pero pocos lo sitúan en el contexto adecuado porque, ¿una vida breve es necesariamente más buena que otra menos breve? Y en cuanto al dicho latino, atribuido a Julio César sin gran fundamento pues es otro su verdadero autor, fíjense ustedes en lo que se nos ha quedado en definitiva : en una tristemente famosa “marca” de pistola : la Parabellum de 9mm.
Atendamos a estas palabras:
“Y una misma verdad a unos se la descubre por sueños y a otros despiertos, pero por imágenes corporales y obscuras que se les figuran en la fantasía, y a otros por palabras puras y sencillas; y como un mismo rostro en muchos espejos más o menos claros y verdaderos se muestra por diferente manera.” (Libro II, “De los Nombres de Cristo”, Fray Luis de León).
¿Conocía esta obra del fraile agustino del siglo XVI el autor francés Pierre Fluchaire, cuyo libro sobre el poder de los sueños hemos citado antes en otros textos de este mismo foro? ¿Lo conocía, – a este texto-, el químico del siglo XIX Federico Augusto Kekulé, cuando por medio de un sueño alcanza a formular la estructura química del benceno, que se le resistía y era una de las más complejas en su época? Las palabras con que Kekulé se dirigió a sus colegas en un Congreso fueron aproximadamente éstas :
“Aprendamos a soñar, señores.”
2.- Si en una obra del siglo V o VI antes de nuestra Era encontramos ideas y conceptos que luego no van a ser considerados hasta pasados más de veinte siglos, ¿son estas nociones algo que podemos calificar como “impactos” en nuestra mente? Sin duda deben serlo.
Que Aristarco de Samos, hacia el siglo III – IV a. de C. planteara ya un sistema heliocéntrico, que es el que se pierde durante más de 1700 años, siendo sustituido por el geocéntrico de Aristóteles luego desarrollado por Ptolomeo, y finalmente retomado por la Ciencia a partir de Copérnico, eso ¿qué significa? Por lo pronto nos deja ante una evidencia : el ser humano, en su historia, puede experimentar avances y retrocesos, estancamientos y logros importantes.
Hoy quizá sea más difícil hacerse cargo de esta realidad histórica debido a la progresiva expansión de los avances tecnológicos, pero no debemos dejarnos seducir por esos únicos datos. La realidad, en su amplia gama y complejidad, nos dice muchas más cosas, y no todas son de carácter “progresista”. Sociedades que un tiempo han sido permisivas y, pese a eso, o hasta puede que gracias a eso, más tolerantes en sus tratos con los elementos en ellas insertos que no comparten creencias e ideologías, de pronto se vuelven intolerantes, se cierran a todo tipo de permisividad, y se crean en su seno conflictos de todo tipo y violencias varias. Comparemos la vida social entre diferentes etnias y grupos sociales de creencias religiosas dispares en tiempos del Califato de Córdoba, hace ya más de 1000 años, y lo que en muchas zonas del mundo ocurre ahora en ese mismo terreno.
Y más : existen pueblos de esos que los estudiosos y antropólogos llaman “primitivos” que sobre ciertas cuestiones alcanzaron grandes avances en tanto que en otras se quedaron en fases de evolución y conocimientos muy retrasadas. El caso de los Senoi podría ser un claro ejemplo. Los Senoi están, en su conocimiento y dominio, uso y aprovechamiento social de la “función sueño” (la palabra “sueño” en el sentido de las francesas e inglesas rêve y dream, respectivamente) en un estadio que algunos han comparado, en cierto sentido, a los avances occidentales de la ciencia física de partículas. No es la primera vez que acudimos a este grupo étnico, originario de las montañas de Malasia.
Me pregunto hasta qué punto los estudiosos de cosas como el sueño, sus funciones, la psicología profunda…, etc., ante hechos como los que se descubren en este tipo de grupos humanos “muy primitivos”, (en algunos aspectos, están en la Edad de Piedra…), cuando constatan estos hechos no registran en su interior, en su más recóndito “fuero íntimo” eso que he llamado arriba “nociones de impacto”.
3.- Damos un pequeño salto en el tiempo, nos volvemos de nuevo atrás, al siglo del Erasmo y Fray Luis de León, y leemos cosas como ésta :
“Mas callemos, Juliano, lo que por mucho que hablemos no se puede hablar.”
Está en la página 484 de la edición del libro de Fray Luis de León que se citará al final de este texto de hoy. Es un libro, éste que se titula “De los nombres de Cristo”, que suele situarse más entre los tratados de ascética que no en los de mística. Es obra que se escribió en la cárcel, adonde fue enviado el sabio fraile agustino por haber traducido a la lengua castellana “El Cantar de los Cantares”, cosa que hoy sería motivo de gran escándalo y aun en su tiempo lo debió ser para muchos con mente liberal y abierta, sobre todo aquellos que hubieran podido estar dentro de la órbita del pensamiento erasmista.
Y ahora, comparen eso que arriba queda escrito, y pertenece al libro que venimos nombrando, con esta última proposición del “Tractatus Lógico-Philosphicus” de L. Wittgenstein :
7 “De lo que no se puede hablar hay que callar”.
El “Tractatus” de L. W. es obra concebida durante los años de la Primera Gran Guerra, incluso unos años antes. Estaba ya terminado hacia 1918, y su autor se quejaba de que su libro no fuera cabalmente entendido. No se refería al gran público, sino al reducido grupo de los especialistas en lógica. No le faltaba razón : “Presentar un trabajo de filosofía a un catedrático de filosofía es como echar margaritas a los…”, escribió el lingüista y filósofo austriaco en 1919.
Estas cosas, este tipo de cosas, junto a otras que habremos de ver con más detenimiento y que vuelven a incidir sobre las cuestiones relativas a los sueños y a los mundos como “subterráneos” que real y verdaderamente nos habitan y a los que accedemos a través de los mismos sueños, algunas veces con nitidez, otras con casi inmediato olvido, y a menos que nos lo propongamos seriamente, con poco alcance de su importancia, estas cosas son las que, como en otro texto razonaremos con mayor precisión, llamamos “nociones de impacto”. Hasta entonces, pues, lectores.
Nota.-
La edición que hemos utilizado del libro de Fray Luis de León, “De los nombres de Cristo” es la que se publicó en Madrid en 1941 por el Apostolado de la Prensa, S. A.
Manejo la 3ª edición.
«… echar margaritas a los cerdos», sería la frase completa que el ingeniero, filósofo y lingüista nacido en Viena hacia 1889 no quiso dejar completa, por recato o por moderar su verbo.
Nosotros aquí somos algo más inmoderados…
Este blog está lleno de «Nociones de Impacto». Un saludo
Pues ya verás cuando vayan saliendo las que aún quedan por sacar a relucir…
Gracias por tus comentarios. Un saludo.
Aclaro algo por si para algún lector las frases de Luis de León y L. Wittgenstein no quedaran bien ubicadas, debidamente contextualizadas : ambos, se refieren a cuestiones místicas, Cada uno desde una óptica, cada uno desde un diverso y diferente «punto de observación», pero ambos pensando en la misma cosa, mirando el mismo objeto : la mística.