La Ciudad y el Laberinto

3 Feb

Un jardín en forma de Laberinto

En una entrada anterior, que puede verse en otro espacio de este mismo diario, La Opinión de Málaga, y que puede el lector ver en el link que más abajo se facilita, veíamos cómo las ciudades son diseñadas según unos “moldes” o espacios ideales de naturaleza geométrica y de sentido místico, que se llaman Mandalas o Mándalas. Este es el “puente” que llamamos “link” y que facilitamos:

Comunidades – La Voz al Vuelo – Cuidad la Ciudad

Los Mandalas son en cierto sentido asimilables a los Laberintos, y como todo lo relacionado con la primera noción, la de las formas mandálicas, se va a seguir desarrollando en aquel otro anterior espacio participativo de los blogs, ahora tomamos como centro de atención ciertas cosas que tienen relación con el, – o mejor dicho, los -, laberintos. Hay muchos libros en torno al tema, pero de todos ellos hemos preferido tomar  como inicial guía en el tema el que publicó Ediciones Martínez Roca en 1993, obra de Sig Lonegren, de 1991, y que tradujo al castellano Delia Mateovich. No estaría de más reproducir aquí la portada, sugestiva, de dicho libro, pero por razones de espacio nos limitamos a ofrecer al lector, de nuevo, una “puerta” de la Red desde la que podrá acceder a la obra de Sig Lonegren en su edición arriba citada. Es ésta:

El poder magico de los laberintos – $ 12000.00 – MercadoLibre

“Un laberinto es un dédalo mágico unidireccional (de un solo sendero). Es mágico en el sentido de que a través del uso consciente del laberinto pueden recibirse respuestas a interrogantes, puede intensificarse la consciencia espiritual, de algún modo (¿mágicamente?) el camino hacia adelante, en la confusión del sendero intrincado del laberinto, puede llegar a ser muy claro. Es su elección entrar en el laberinto, pero una vez que lo ha hecho, sólo existe un camino para llegar -hacia atrás y hacia adelante, hacia atrás y adelante hasta que finalmente llega a su meta- al tesoro que se halla en el centro. Todos los laberintos son dédalos pero no todos los dédalos son laberintos.”

Son palabras que pueden leerse en la página 27 del libro que estamos citando. Tanto el tema, como el enfoque y la serie de ejercicios, y también la información histórica y gráfica que nos proporciona el autor de esta obra, estimamos, son de indudable interés. Y como entiendo que de momento, y con los -en apariencia- mínimos objetivos que nos hemos comenzado trazando tiene ya todo lector que se interese por el tema material de trabajo suficiente, aquí dejamos ahora este texto. Pero esta vez no vamos a poder posponer para más adelante la continuación de lo aquí iniciado, como tampoco lo iniciado en el blog “La Voz al Vuelo”. Eso significa que los siguientes textos o entradas, tanto en este espacio de “Palabras, bosques” como en el antes citado, van a tratar de estos mismos temas. Hasta entonces, que espero sea muy pronto. Gracias por leer estas palabras, y…, ¡ánimo para entrar en estos laberintos!  El “cambio mental positivo” puedo afirmar que les queda asegurado. Pruébenlo.

Nota.- La imagen que se reproduce al inicio es la de un jardín recreando un laberinto, en la ciudad alemana de Aschaffenburg

5 respuestas a «La Ciudad y el Laberinto»

  1. Muy interesante, aunque vaya precio que tiene el libro… 🙂
    Me ha dado mucha alegría encontrarle de nuevo y saber que sigue en activo. Tuve la suerte de ser su alumna en el instituto Pablo Picasso y hace poco buscando información sobre el mundo onírico encontré una de sus entradas, desde entonces sigo este blog.
    Allá en el 99, tras presentarle un ejercicio literario en el que debíamos inspirarnos en una foto usted me prestó “Las voces del desierto” (el cual por cierto nunca le devoví), y me dijo que mi relato formaba de hecho parte de las creencias aborígenes sobre los sueños. Le hablé entonces acerca de mi interés en usar los sueños como “método creativo” en la música y aún guardo como paño en oro la libreta que rellenó de valiosa información de su puño y letra. Han pasado muchos años, pero el tema nunca ha dejado de interesarme, sigo investigando y desde aquí quería agradecerle aquel gesto que tuvo conmigo.
    Muchas gracias! seguiré leyendo 🙂
    Un afectuoso saludo,
    Susana

  2. Gracias por los comentarios.
    Aquel gesto, Susana, era -creo recordar- habitual en mí. Mis relaciones con quienes eran o habían sido alumnos míos tendían siempre a dejar al margen, dentro de lo posible, las trabas que imponen las diferencias de generación y de status, que son bastante ficticias, por cierto. Más de una vez comenté, con otros compañeros, este tipo de idea : Ese alumno que ahora está en la ESO, o en Bachillerato, y te parece “de bajo rendimiento”, mañana podría ser el médico cirujano que te salve la vida, o poco menos.”
    En cuanto a usted, abogado de Marbella, sí, es cierto : sería bueno que en Málaga hubiera más jardines, ya sea a la moda de “jardín salvaje” tipo británico, ya a la de Versalles. Pero nos estamos llenando cada vez más de asfalto y autovías, y descuidando demasiado lo que nunca debe faltar, que es más conexión con plantas, árboles, espacios abiertos y, aquí a orillas del Mediterráneo, playas de una vez por todas a salvo de temporales y con arena de verdad, no con tierra de ríos y con lamentables y asqueantes cacas flotando en los “rebalajes”. ¡Cuánto queda por hacer, y por hacer bien!
    Reitero a ambos mi gratitud por vuestros comentarios.
    Y en cuanto al precio del libro, es un error mío. Debe ser unos 12 euros, y lo rectificaré con más detalle en cuanto tenga el dato.

  3. Señor Laza, hay otra ‘cosa’ que nunca debe faltar en las ciudades, y que (creo) ha olvidado usted relacionar: LOS ANIMALES. Una ciudad sin animales, y sin respeto hacia ellos, es una ciudad triste, y -casi-muerta.
    Saludos.

  4. Muy cierto, Holden.
    Los animales, “más naturaleza” que nosotros mismos, se me han pasado. Y lo que dice usted, enseña, es cosa que instruye.
    Gracias.

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