¿Qué del Cuatro?

24 Jun

¿Podemos hablar de “Las Cosas-4”?

Del film "En busca del fuego"

1.- En otras ocasiones hemos hablado de ellos : los números. Nos centrábamos entonces de manera específica y casi exclusiva en la etimología del vocablo “número”, que veíamos asociado a otros, como “nombre”. Nos parecía que podrían formar parte de una misma familia lingüística. Y dimos entonces las razones en que nos apoyábamos para sugerir esta posibilidad, que ahora, en beneficio del lector de este texto, repetiremos muy brevemente. Dicha identidad de origen se sustenta al menos en las lenguas latinas y sus derivadas románicas, como lo es el castellano y otras.

Incluso el inglés tiene palabras que sugieren ese mismo origen, pues “name”, (nombre), y “number”, (número), son “calcos” del latín, palabras inglesas que deben proceder de la lengua de Roma. Bien sabido es la gran cantidad de términos que la lengua latina dejó en su breve estancia, como invasores antes que como elementos portadores de una cultura, en las Islas Británicas. Volvamos a las etimologías.

Veíamos en un texto anterior como cosa posible la pertenencia a una misma familia semántica y etimológica las respectivas raíces tanto de la palabra “número”, (: NEM-, de donde también “nummus”, moneda, y el griego “nómos”, ley), como de la palabra “nombre” (: NO-MEN– , -con prefijo y/o sufijos-, de donde también el griego “onóma”), identidad de origen en estos términos que no debemos dejar al margen, y retomaremos en su momento.

También será de interés ver el étimon que da origen al nombre del número 4, indoeuropeo al igual que los anteriores, y señalar una curiosa particularidad : la palabra árabe que da lugar al término “ajedrez”, tiene a su vez el mismo “antepasado lingüístico” que el nombre del número “cuatro”. Es decir, que aún siendo una lengua semítica el árabe, en este caso toma de la familia de las lenguas indoeuropeas el nombre de ese número. Nota a tener en cuenta: aquí no nos referimos a cómo se dice en árabe 4, que es arba`â. Aquí nos referimos a la etimología del indoeuropeo que tanto en sánscrito como en el propio árabe, (posiblemente, a través del persa, como otras muchas palabras que entran en el árabe desde la lengua persa. Por ejemplo, “azahar”, de donde viene nuestro término “azar”: porque en el lugar del AS, en los dados, se pintaba una flor de azahar, y sacar en el juego de dados de cara la flor, era “la suerte máxima”). La lengua persa no es semítica, sino que pertenece a la familia indo-irania de las lenguas indoeuropeas; pero el contacto entre lenguas y culturas ha sido una constante a lo largo de los siglos, cosa que se incrementará aún más si cabe, al margen del dominio mayor o menor de una determinada lengua, (inglés, castellano, chino…, etc.), según las circunstancias.

2.- Nos llama ahora la atención la cantidad de cosas, en el Universo y en nuestro mundo, que están organizadas en función de dicho número, el 4. Son las “cosas-4”. Cosas como las 4 fuerzas básicas del Cosmos; la estructura del ADN, (una doble hélice, y con las 4 bases nitrogenadas, adenina, guanina, citosina y timina, o A, G, C, T, y que se estudian en Biología); las estaciones del año; los “puntos cardinales planos” (norte, sur, este y oeste; decimos “planos”, que aquí y ahora vale por “en el plano”, porque además tendríamos “arriba” y “abajo” : como en un eje de coordenadas); las fases de la Luna : Nueva, Creciente, Llena, Menguante.

E incluso cosas relacionadas con la estructura misma del Lenguaje en nuestra mente, básicamente Fonología, Morfología, Sintaxis, Semántica. Porque la Fonética abarca algo más que los sonidos del Lenguaje dotados de significación, y la Ortografía se aplica ya en relación con la Escritura del lenguaje.

Eso, sin entrar en mayor número de “cosas-4”, que dejamos para otra ocasión, cuando hablemos de “los cuatro mundos” que describe de manera espectacular y formidable Henri Michaux en un libro de muy interesante lectura: “Las Grandes Pruebas del Espíritu y las innumerables pequeñas”, (Colección Marginales, de Tusquets. 2ª edición, noviembre del 2000. La traducción es de Francesc Parcerisas), donde describe esos “cuatro mundos” : desde la página 183 hasta la 204. De eso, nos ocuparemos en otro momento y texto.

En matemáticas el 4 es el “Número de los Números”, según Pitágoras, que atribuyó su sentido a la Divinidad, pues 1 + 2 + 3 + 4 = 10, que se consideraba Símbolo de la Unidad Divina.

En árabe “cuatro” se dice arba`â, palabra de la que procede el castellano “arroba”, y que se ha universalizado bajo la forma tan conocida de la @.

3.- En El Génesis, el mundo era plano y cuadrado, y flotaba sobre el mar. Había en el Edén (palabra que significa “Delicia”) 4 ríos, que regaban el Huerto del Jardín de las Delicias exento de todo mal (si exceptuamos al famoso “Árbol de la Prohibición”, y la tentadora “Serpiente”), y sus nombres eran Pisón, que vale por “corriendo”, Gihón, o que “brota a borbotones, sale hacia arriba”, Hidekel, asimilado al rápido Tigris, (donde oró Daniel, el que fuera instruido en sueños y revelaciones), y el cuarto río era el Éufrates, que significa “caudaloso, grande”. La identificación de los dos últimos con el Tigris y el Eúfrates (históricos y geográficos) no es aceptada por muchos, creo que con razones suficientes.

Y los Evangelistas canónicos son cuatro, como cuatro son sus formas animales simbólicas: Hombre (o ángel) es Mateo; Águila es Juan; León es Marcos; y Lucas es el Toro. ¿Qué significan tales representaciones? No es seguro. Los “cuatro vivientes” que ya aparecen en el profeta Ezequiel se han interpretado como esos cuatro evangelistas, pero el sentido de los animales, en muchas partes asimilados a los signos del Zodíaco, sigue siendo algo no descifrado. Y si la ha sido y ya se sabe, desde luego yo lo ignoro.

Es curioso que en El Apocalipsis el número 4 se identifique con toda la Creación, y que las cuatro grandes fuerzas cósmicas conocidas sean precisamente también cuatro: la de la gravedad, la del electromagnetismo, la nuclear fuerte y la nuclear débil. Se ha logrado unificar las tres últimas, pero la primera de ellas descubierta, la de la gravedad, cuyo hipotético “quanto” sería el “gravitón”, no se ha descubierto. Einstein, que quiso hacer un homenaje a Newton a propósito de su formulación de la Ley de la Gravitación Universal, lo logró a medias. Pero a cambio abrió ese formidable camino que es la Teoría de la Relatividad.

La propia vida del ser humano se podría entender en términos de cuatro fases: infancia, juventud, madurez y vejez. Se ha prescindido del nacimiento y de la muerte. El cuadrado es una figura geométrica cargada de significados exo- y eso-téricos. Es la Cruz y es la fase 1 de la famosa “cuadratura del círculo”, ese desideratum tan imposible de lograr como el de la piedra filosofal o la alquimia de la conversión del plomo en oro.

4.- Y en el mismo Lenguaje humano, y esto no es cosa de ayer, pues nos viene del propio Varrón, ( : en su “De Lingua Latina”), como vimos hace tiempo en entrada anterior en este mismo blog, hay cuatro elementos básicos, que como también razonamos en su momento. Y era además coincidente con algo que, veíamos como destacable, en el propio Erwin Schrödinger. Ya volveremos sobre esta cuestión cuando nos ocupemos del libro antes citado de H. Michaux.

Los elementos básicos que los primeros filósofos de la Naturaleza y el Cosmos, los Pre-socráticos griegos, reconocían, eran cuatro: agua, aire, fuego, tierra. Los chinos hablan de un quinto elemento, la madera, que identifican con el ser humano, como el número 5 también se identifica con el ser humano, la Estrella de Salomón o de Cinco puntas, y la dualidad Bien/Mal, pues es tanto el Mago Blanco como Satán.

Que el 5 se identifique con el ser humano no es de extrañar: nuestro distintivo “visible” es la mano, que tiene cinco dedos y desde los primeros humanos que “nos dejaron” sus firmas, soplaron un polvillo con la mano plantada en la roca lisa, y dejaron “un negativo” de la mano humana, abierta de forma que se vieran sus cinco dedos.

El día de 24 horas no sólo se divide en dos mitades, día y noche, sino que en realidad, y afinando más, podemos verlo en unidades-4 : amanecer, pleno día, atardecer, y ocaso o crepúsculo. La división atañe a las horas de luz, aunque sea poca, pues las horas de obscuridad o sin luz ( la noche ) lo entendemos como “de otro dominio”.

Tal cosa debe venirnos de tiempos muy, muy arcaicos. Puede que de poco antes de lograr el pleno dominio del fuego, que no debió ser un logro puntual, sino resultado de un largo proceso que iría de la mera conservación del fuego, ( como se pudo ver en el film “En busca del fuego”, de Jean-Jacques Annaud), hasta la producción intencionada y ya más liberadora del fuego y su correlativo dominio por el hombre. La película de J-J Annaud es de principios de los años 80, si mal no recuerdo.

En ese momento, y en la noción de muerte y la serie de rituales que acompañaban a ésta, o sea, en el culto a los muertos y en el respeto hacia sus  “final resting places”, la Humanidad completó, (a mi juicio), su total evolución espiritual en términos muy generales: 1º, concebía otra vida, y 2º, en ésta, podía cocinar los alimentos. La cuestión del lenguaje a mi entender no es decisiva. O al menos, no tanto como se cree aún. El fuego, el arte, y la noción de la muerte como tránsito/permanencia, son infinitamente más significativas. Las cosas-4 son un misterio. (Seguiremos indagando sobre ellas).

2 respuestas a «¿Qué del Cuatro?»

  1. Como sabes, Jung ya señalaba en la “cuaternidad” un arquetipo. Escribió, en concreto : “… lo redondo, el círculo o la bola, o la cuaternidad como otra forma de la totalidad.” (Esta cita la tomo de la pág. 152 del vol. 9/1 de la Obra Completa de Jung, en Editorial Trotta, 2ª edición, 2010).
    Por muy discutible que pueda ser la obra de Jung, lo cierto es que la noción de las cosas-4, creo que debe ser muy antigua: tanto como por ejemplo el origen de la cultura celta, con lo que nos vamos al Neolítico casi.
    Gracias por entrar al blog.

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