Cuando una serie de hechos se van disponiendo en la historia de una forma que guardan un orden lógico y una cronología adecuada : primero, a lo que es la vida de un ser humano, y luego, a las de sucesivas generaciones de seres, y cuando éstos además transmiten no sólo un afán digno y hacedero sino también la acumulación de nuevos hechos que van coincidiendo con los que antes se dieron, no estamos ante azares ni casualidades, sino ante secuencias plenas de un sentido unívoco. Llamo “secuencias plenas de un sentido unívoco” a aquellas porciones de tiempo, (toda secuencia es un fragmento de tiempo), donde se dan sucesos, o fenómenos, hechos, en suma, que pueden exigir algún tipo de explicación. Es el caso de muchos de los tipos de sueños que tocaremos en este y otros textos.
La investigación de tales hechos y la ordenación razonable de dichas secuencias deben al cabo conformar lo que constituye el armazón de la historia del ser humano en su avatar terrenal. Tratar de ir más allá es aventurarse en territorios ya no lógicos, sino míticos, o incluso parapsicológicos. Tal cosa no es ahora objetivo nuestro, aun cuando podamos rozarla, en algún caso, por la naturaleza misma de lo que se refiera.
Quiero decir que cuando se hable, por ejemplo, de “sueños chamánicos”, (o si se prefiere, “uso chamánico” de los sueños), y de “sueños de creación”, (que tienen carácter demiúrgico, a mi entender), estaremos entrando en esos territorios, ya de tipo mítico, ya de naturaleza parapsicológica.
Ahí, personalmente, entiendo que sólo debo entrar muy de puntillas : ni soy “brujo” ni soy chamán, y las cosas que de esos asuntos sé, es sólo por lecturas o referencias de quienes sí que saben. O más aún que saber : ellos, (y ellas : no estoy autorizado a dar nombres), sí son ambas cosas. O desde luego practican mancias y videncias varias. Que yo los conozca y haya tratado no me convierte ni en vidente ni en experto en cosas de esos ámbitos del amplio abanico de los modos de cognición, del tipo que sea, de los seres humanos. Lo mismo que orar, en el modo y el idioma que sea, no nos convierte en santos.
1.- No está de más empezar anunciando el relato de un sueño que el propio autor del libro de donde lo tomo refiere y comenta en: “Episodios Malagueños”. Su autor, Manuel Laza Palacio, (Vélez Málaga, 1909. Málaga, 1988), consideró oportuno sacar a la luz, entre las muchas cosas curiosas y vicisitudes por las que pasó a lo largo de sus más de 38 años de trabajo en la hoy conocida como “Cueva del Tesoro”, un sueño que ahora podrá el lector de estas líneas valorar, cada cual a tenor de sus ideas y referentes al respecto, pero que a nuestro juicio entraría en lo que venimos llamando “sueños de conocimiento”. Este y otros sueños serán objeto de consideración en un texto posterior a este actual, pues es tema al que quisiera darle la suficiente independencia y a la vez tomarme cierto espacio para su debido comentario.
En ese resumen del sueño (que, como acabo de decir, voy a realizar más adelante), no omitiré el nombre que su autor, y sujeto del sueño, M.L.P., le puso. Lo llamó “Un sueño profético”.
Nosotros lo analizaremos, muy por encima, como es de rigor: habría mucho que preguntar al soñador, en este caso mi propio padre, y eso ya no es posible. Y lo veremos como un tipo de sueño de conocimiento. Y, por último, nos atrevemos a decir que lo mismo que en “Episodios Malagueños” se le llamó “profético”, se le podría haber llamado “sueño visionario”, pues de ambas cosas creo que participaba el suceso onírico que el lector puede ver, por entero, en el libro citado, del que hay edición más moderna, como se reflejará abajo, en la muy concisa bibliografía que se dé aquí. El extracto del sueño lo podremos en próxima entrada, junto con los de otras personas que tiempo atrás se involucraron en el estudio
Sus nombres reales se darán siempre que tenga previa y explícita autorización para ello, o cuando se trate de sueños ya hechos públicos al haber sido editados los textos donde se relatan y hasta estudian, como es el caso de un poema de Sor Juana Inés de la Cruz, “Primero Sueño”, que ha sido ampliamente estudiado, entre otros autores, por Octavio Paz. Como es lógico del poema de Sor Juana Inés de la Cruz sólo podremos dar una puntual referencia, pues se trata de un texto amplio, sin cabida posible en este espacio. Pero todo lector podrá acceder al poema en la propia Red, sin dificultad alguna, si es que no dispone de la obra de la genial escritora mejicana del siglo XVII.
No del todo debidamente valorada en nuestras Historias de la Literatura, se trata de una mujer excepcional. Aprendió latín en veinte lecciones, y la lengua nahuált de sus vecinos naturales de México. Mantuvo además posturas intelectuales que le acercan, muy “avant les temps”, a lo que hoy se consideraría una defensa de la igualdad entre hombres y mujeres (: eludo el término “feminismo”, que considero, a estas alturas, tan cargado de connotaciones que le convierten en un concepto un tanto ambiguo).
El poema de Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana (su nombre antes de profesar como religiosa) continúa siendo un enigma en muchos sentidos. Personalmente creo que tiene relación tanto con la tradición que encuentra en Calderón de la Barca ( con su “La vida es sueño”) su máximo valedor, como con la visión que los naturales del México pre-hispánico, los de habla nahuált y otras etnias ( y lenguas) de la antigua Nueva España, tenían de los sueños. Esta cuestión es obvio que sería objeto de otro tipo de estudio.
2.- Hay tres tipos de manifestaciones que son típicamente humanas y que desde ciertos puntos de vista pueden, y yo me atrevería a decir que hasta deben, ser consideradas en conjunto pues sin duda algo las une : las manifestaciones pictóricas prehistóricas, los mitos a ellas asociadas a través de la palabra, y muchos de los símbolos oníricos. Pintura, Palabra, Sueños : he ahí una tríada que desde los inicios mismos de la Historia de la Humanidad deben haber estado unidos de una forma muy íntima. Me refiero ahora a la Historia anterior incluso a las formas de transmisión de nociones y hechos, de eventos, (considerados por aquellos no tan lejanos antepasados nuestros parte esencia de sus vidas, dignas de ser conservadas generación tras generación), y sucesos que “todavía” no recibían la forma de escritura que hoy conocemos y dominamos. Veré de fundamente y razonar lo que digo, y que el prudente lector considere y estime la validez de los argumentos que se den.
Esos tres tipos de manifestaciones son típicamente humanos y que desde ciertos puntos de vista pueden, y yo me atrevería a decir que hasta deben, ser consideradas en conjunto pues sin duda algo las une : las manifestaciones pictóricas prehistóricas, los mitos a ellas asociadas a través de la palabra, y muchos de los símbolos oníricos. Pintura, Palabra, Sueños: Una auténtica “Tríada”. Yo que creo estuvo íntimamente relacionada en los inicios mismos de la formación del hombre como especie muy particularmente cualificada entre el resto de los seres vivos del planeta. Luego ha sido ya muy tardíamente que se dijo aquello de “ut pictura poesis”.
Y es que la Roma Clásica, heredera directa de una Grecia luminosa y apolínea, -aunque también dionisíaca y tendente al enfebrecido “caos báquico”: ahí están las famosas bacantes, ahí está ese estudio, “Los griegos y lo irracional”, de Eric R. Dodds-, Roma, decía, además de dejarnos los caminos o vías de conexión por todo su Imperio extendidos y muchas de ellos aún válidos, y además de dejarnos los tres principios básicos del Derecho, (: 1, no dañar a nadie; 2, dar a cada uno lo que le pertenece; y 3, vivir honestamente), nos dejó una serie de pensamientos que continúan siendo ejemplares y modelos de sabios. Sabios que, sin serlo, pasarían por santos, como de hecho ocurrió, de manera implícita, durante el Medievo ya cristianizado y con el latín clásico convirtiéndose en las actuales lenguas románicas, o bien llenando de términos a lenguas no románicas, como el inglés, por ejemplo.
3.- El poder del pensamiento (lingüístico), representado con palabras o en forma de pictogramas, e incluso de signos directamente “visibles como simples pinturas”, y su conexión con ciertas categorías de la vida diaria donde vigilia y sueños con-formaban una unidad que hoy sólo se da en algunos de los llamados “pueblos primitivos”, es algo que debemos considerar con un mínimo de seriedad y también debemos valorar con mentalidad científica, en el sentido de tratar de explicarlos y entenderlos, y no en el de verlos dentro de nuestros actuales paradigmas de pensamiento y cultura, ciencia incluida ahí, o eliminarlos como poco menos que escoria “salvaje y primitiva”. A este respecto no está de más citar el estupendo estudio de Steven Pinker, “El mundo de las palabras”.
Cuando desde un sueño una persona se da cuenta de que en su vida se están produciendo errores a causa de su propia desatención o por algún otro motivo, tal sueño es claramente de conocimiento. Hay un modo de conocimiento positivo, donde aprendemos algo que no nos era conocido, y otros de conocimiento no digamos que «negativo», (lo que sería un dislate), pero sí «de rectificación». Sueños de rectificación típicos serían los que nos llevan a acudir a un especialista, a un psiquiatra o un psicólogo : » Doctor, ¿qué me pasa ? Soy incapaz de hablar con soltura en público…, ¡algo que he venido haciendo toda mi vida!” Y cosas de ese tipo, que serían posibles ejemplos.
Hay más sueños de conocimiento “de rectificación” que no de conocimiento “positivo” debido a que estamos viviendo en un tipo de sociedad cuya estructura y funcionamiento, en muchos aspectos, potencia los casos de bloqueo o de frustraciones. Y es claro que quien vive con la constante invitación a “ser más”, acabará queriendo ser más, y muy posiblemente “viéndose menos o inferior” debido a ese tipo de exigencia que le viene impuesta desde afuera. Típico de una sociedad donde competir es algo más que esforzarse en ser uno mejor de lo que es: es superar “al otro”. ¿Cuántas veces habremos escuchado, en retransmisiones deportivas por ejemplo, eso de “instinto asesino” o “depredador del área”, en tonos que no ocultan la admiración? Ahí late esa exigencia de que estamos hablando. “Su hijo es un buen jugador, pero tiene que ser más agresivo” : he ahí otro tipo de aserto válido para caracterizar lo que se lleva dicho en este párrafo.
Notas bibliográficas.-
Manuel Laza Palacio, “Episodios Malagueños”. Edita Airón Sesenta S.L. 2005. El libro está en la Biblioteca Manuel Laza Palacio que propició el Ayuntamiento de Rincón de la Victoria.
Steven Pinker. “El mundo de las palabras”. Ediciones Paidós Ibérica, S. A. 2007. La traducción es de Roc Filella. Es un libro que consideramos de gran valor tanto por su contenido, muy puesto al día, como por las posturas que mantiene en los temas que aborda, siempre posturas abiertas y razonables.