Llamamos “ponderar” a tomar algo en consideración y analizar sus “pro” y sus “contra”, ver lo que en ese algo haya de ventajoso o lo que tenga de negativo. Ponderar y sopesar son verbos sinónimos. (Anotemos : en la medida en que la lingüística acepta la existencia cabal y real de “sinónimos”, pues algunos semantistas y filósofos del lenguaje niegan que realmente existan verdaderos sinónimos, con argumentos más o menos aceptables. El asunto queda ahora fuera de nuestras perspectivas). En “ponderar” está contenido el vocablo, la palabra latina, “pondus-ponderis”, que significa “peso”. El Diccionario Latino-español de don Agustín Blánquez Fraile, (manejo la edición de 1946), hace derivar ese “pondus” de un verbo “pendo-is-ere…”, que vale por “pesar en una balanza”, entre otros significados, y que el insigne latinista señala como término de origen oscuro o incierto.
Pero si pensamos en una raíz matriz, que procedería del ide. PEU-, y que tiene significados como “partir, dividir”, y también “calcular, contar”, puede que estuviéramos en camino hacia un término anterior que explicaría los sentidos que se han asentado con el tiempo. En otro momento volveremos sobre esto con artillería de más calibre.
En “sopesar”, está el vocablo peso directamente expreso. Ponderar y sopesar vienen a significar la misma cosa : son sinónimos. Al menos, en una gran medida lo son, al margen en este momento toda profundización en el tema, y al margen la conveniencia o no de llamarlos “cuasi-sinónimos” en lugar de sinónimos. Sea esto como fuere, podemos de momento concluir en una idea de cierto compromiso o acuerdo provisional : sí podemos aceptar sinónimos en término aislados, esto es, cuando se trata de palabras fuera del uso en un texto. “Albo” y “blanco” podemos considerarlos como sinónimos: aisladamente tomados. Pero en cuanto se usen en una expresión dada, ya dentro de un contexto más o menos amplio, la sinonimia empieza a esfumársenos, en cada caso por razones diversas.
En ese sentido, creo que los sinónimos son una ficción, una mera “visión mental” de una cosa o de un fenómeno, pero no una realidad “fuera de la lengua”. Merece la pena acudir a un simple ejemplo: escribió un clásico, del Siglo de Oro de nuestra lengua, aquello de : “ Pura, encendida rosa, émula de la llama...” Y nos quedamos con “rosa”. Y escribió Luis Cernuda, otro clásico ya, en su poema “Lamento y esperanza”, ese final que dice: “… Así este pueblo iluso/ Agonizará antes, presa ya de la muerte,/ Y vedle luego abierto, rosa eterna en los mares.” Y esta otra “rosa”, aunque también como la anterior está destinada a la muerte, es otra muy diferente “rosa”: no hay sinonimia. Y menos en poesía.
Respecto al cruce de sentidos en pesar y pensar, es interesante el estudio que, entre otros insignes sabios del campo de la Lingüística, realiza Helmut Lüdtke en su “Historia del léxico románico”, (de la Colección Románica Gredos; es ya una obra clásica). Es él quien primero nos puso en la pista de esa identidad de origen entre las nociones de lo que es el acto, ( ¿sólo “físico”? ), de “pesar algo” y ese otro, más decididamente mental, de “pensar en algo/alguien”. Me resta saber, y saberlo con cierta seguridad, qué o cuál sea la razón de esa identidad que, a tenor de lo que nos indican los datos que se obtienen de las lenguas donde se da el fenómeno de esa relación tan estrecha, hay entre las dos nociones cuyas relaciones de etimologías idénticas en su origen estamos abordando. Nos referimos, obviamente, a las nociones de pesar y pensar, y de paso analizaremos otras más, que les son afines.
La cuestión que ahora quiero considerar es ésta: ¿Hay alguna razón lógica para que existan lenguas, (como la nuestra, por ejemplo), en las que las nociones de “pensar” y “pesar” tengan una misma y única raíz, y que dicha raíz sea muy antigua? Trataremos de razonarlo. Y otra cuestión, antes de que se nos pase : arriba hemos utilizado la palabra “con-siderar”. ¿No resulta curioso que la idea de mirar a las estrellas, a los astros, (“sidus-sideris”, en latín; de donde “sideral”: los “espacios siderales”, y usos semejantes), sea una idea relacionada con la de someter un asunto a profunda consideración? El que “cum-sidera ” es el que para tomar una determinación sobre algún asunto importante, antes examina, mira, contempla, analiza las estrellas. Esta es la clásica tarea de los astrólogos, desde tiempos inmemoriales. Hoy está de nuevo en auge, se diría que creciente: No tenemos nada más que abrir un periódico por las páginas donde se anuncian prestaciones diversas, desde compra-venta de coches hasta tarotistas o videncias varias. Es algo que suele ocurrir en épocas de crisis. (Anoten : los anuncios sexistas no han faltado nunca, todo lo más, se disimulaban de maneras a veces ingeniosas).
No quisiéramos dejar hoy este espacio abierto a reflexiones y preguntas o incluso observaciones pertinentes sin apuntar una cosa que nos bulle en la mente de tiempo atrás : Si en los estudios de las historias de las lenguas se contiene en gran medida el pensamiento humano y hasta los caminos por los que éstos han evolucionado en sus ideas y creencias, ¿qué consideraciones mereceremos ante la historia los que hoy vivimos y actuamos como pueblos se-dicentes “civilizados”? Es cosa, (creo), delicada de responder.
Muy bien!!!
El camino que seguimos hoy día no es sino una rotonda y nos llevará, me temo, al origen de todo; o sea, a la onomatopeya más primaria. Como dicen, por estos lares, “se ve de venir”. Felicitaciones.