Merced al arte, sobre todo la pintura en este caso, pero también la escultura y el cine, podemos educar la mirada y también a quien mira sin acabar de ver
Son cuerpos desnudos la inmensa mayoría de los que nos rodean, pero no los vemos como tales a no ser que se trate de seres humanos. Pájaros, hormigas, gatos, perros, caballos, pescados en los mercados, ya sean lubinas, ya merluzas, o boquerones: todos van desnudos. Mejor dicho: están desnudos. Nosotros lo que vemos es al animal en sí, nunca su natural desnudo. ¿Por qué? ¿Por qué nos choca más un caniche con atuendos ridículos y hasta peinados ad hoc, paseando por las calles con sus dueños, que no un perro cualquiera en su propio ser? ¿Por qué esos rechazos y reivindicaciones de los cuerpos humanos vestidos/desnudos? Algo huele a podrido en todo esto. ¿Tenemos educada la mirada para ver el mundo sin estupores ni tormentosas ideas, se supone que éticas? Me temo que no. Me temo que el ser humano perdió la naturalidad que debió de tener “En el principio (cuando sólo) era el Verbo…”, etc. Cobró razones y empezó a perder la razón última de ser.
Algo de honda verdad debe de haber en el relato, mítico o no, del Génesis, en su libro primero, cuando Eva y Adán de pronto caen en la cuenta de que caminan sin cubrirse en absoluto parte alguna de su anatomía por el Edén. O Eva tan sólo, cuya imagen desnuda tanto debe a la tradición artística, como ocurre con las imágenes de las afroditas griegas clásicas. En estos casos, sobre todo en lo que atañe al Génesis, la letra escrita ha sido el motor primero de las posteriores visiones de los artistas, de los ilustradores de textos, de los ideólogos de las formas humanas aludidas o citadas en el texto más universal que se ha nombrado. La letra nunca mata, sino todo lo contrario: vivifica. Lo que ocurre es que debe ser, primero, correctamente usada, y luego, adecuadamente entendida. ¿Hay algún modo de obscenidad o pornografía en el cuadro famoso de Sandro Botticelli, el que se titula “El nacimiento de Venus”? ¿Y en el óleo de Gustavo Courbet que se expone en el Museo d’ Orsay, “El origen del mundo”? Rotundamente, no hay nada de eso, salvo, como mucho, un cierto erotismo, deliberado o no, pero hondamente artístico y, por supuesto, “educador de la mirada”. Y más cuando hay de por medio sexos al óleo sobre lienzos.
Pero educar la mirada presupone educar al que mira. Y educarlo en su integridad, lo que va mucho más allá de hacerle entender que se debe saludar cuando proceda, que no se debe escupir en la vía pública, – y no les digo ya nada de orinar y peores cosas por el estilo. La educación no debe confundirse con la enseñanza. Hay sabios muy mal educados, y hay gente iletrada que muestra una educación más que sobrada. Un amigo, un tanto dado a “epatar” a conocidos y parientes, me contó que a su regreso de París, donde de paso en el Louvre había adquirido unas postales del famoso lienzo de Gustavo Courbet, le dio una de ellas al cura de la parroquia del barrio donde estaba su centro de trabajo, un IES de cuyo nombre no quiero acordarme. Y estas breves palabras fueron las que cruzaron:
– ¿Qué le parece, padre?
– No está mal este primer plano, pero le aseguro que los he visto mejores.
Y el atrevido interrogador y tertuliano, el bromista amigo, (quizá jubilado, según me dicen algunos), tan dado a ese tipo de procacidades, me aseguró que le contestó al señor párroco algo así como “¡Pues qué suerte la suya!”, porque no sabía por dónde salir del paso. Y es que hay quienes estiman que con sólo ver un buen coño pintado al óleo ya empieza uno a vivir un mundo nuevo. Mas dejemos eso pues, ¿quién está libre de majaronear? Yo no pondría la mano en el fuego ni por sombra misma, que me compaña desde siempre. ¡Mondo cane!
Genial el artículo!!!