Hace unos días se comenzaban a oír de nuevo cantos de sirena al respecto de la elección de Málaga como sede que albergara la próxima gala de los Goya con la que, cada año, la Academia de las Artes y las ciencias Cinematográficas galardona a los más destacados del mundo del cine.
En la edición anterior ya nos quedábamos un poco sorprendido pues, desde Madrid, optaban por la bellísima ciudad de Sevilla para que fuera sede de dichos premios. Fue un adelantamiento con caño del balón entre las piernas y gol por la escuadra de chilena de los mandatarios hispalenses. Y es que Málaga lleva ya un nutrido saco de años haciendo la ola al cine español y por lo tanto resultaba lógico que fuera el lugar idóneo para celebrar la gala de los Goya cuando ésta saliera de Madrid.
Dicho y no hecho. La Torre del Oro lucía sus mejores galas y la capital de Andalucía ejercía como tal en un evento que, desde la organización, aplaudieron por resultar extraordinariamente exitoso.
Pocos días después del escarnio, políticos naranjas locales elevaban la voz –un señor con coleta y tal- para revelar que propondrían que Málaga albergara la siguiente gala. Era todo rarísimo. Muy de Pepe Isbert asomado al balcón arengando a sus convecinos para que se animaran al paso de la comitiva de artistas. Si bien es cierto que, a simple vista, el asunto no parecía muy sensato.
Ha pasado ya tiempo y vuelve a salir la historia de la mano de un periodista del diario El país que hace saltar las alarmas: ojo cuidado que Málaga está ahí ahí para convertirse en sede de los Goya. Viva. Viva. Alegría. Per conforme va leyendo la noticia, la preocupación se cierne sobre nuestras cabezas. El Presidente deja todo abierto e indica que lo ideal es que la sede itinerante tenga conexión por alta velocidad –bien. De eso tenemos- y que disponga de la infraestructura suficiente para celebrar la gala sin montar mucho follón que encarezca el evento. O lo que es lo mismo: que haya un auditorio donde quepa la gente pues tener que montar algo provisional vale un dineral que no van a pagar.
Dicho lo cual, aparece nuestro Alcalde aseverando que es posible que se reciban ayudas de la Junta de Andalucía (¿) y que con ellas se podría celebrar aquí la gala de los Goya (¿). Es decir, que sería algo así como: aquí no tenemos donde hacerlo peeeeeeero, te montamos un chiringo en dos minutos para que se haga por coj…por la fuerza.
Y es ahí, en ese preciso instante, en el que muchos nos echamos las manos a la cabeza y tapamos nuestra mirada para no seguir presenciando algo tan extraño. Y es que, al final, a la ciudad de Málaga le van a tener que dar un Goya por ser la mejor actriz y a nuestros dirigentes el premio a mejor película por la que están montando pues se la está creyendo todo el mundo.
Málaga no tiene una infraestructura para albergar nada así. El Presidente de la Academia apuntaba que hace falta un lugar con un aforo de tres mil criaturas. Y eso en Málaga no lo tienes en el Palacio de Ferias ni en sueños. ¿Opciones? Montar la gala en algún lugar impropio y andamiar todo para crear un teatro efímero y celebrarlo -con el consiguiente coste y el elevado gasto publico- y una repercusión que se supone que ya deberíamos tener con el festival.
Es por eso que resulta desolador que Málaga tenga que llegar a estos puntos de extremo sin tener las cosas aún hechas.
¿Qué necesidad tenemos de celebrar aquí los Goya si no poseemos un auditorio digno que sirva a la ciudad? ¿Por qué no se usan esas ayudas de las que hablan para construirlo en vez de hacer paripés simplones y populistas como el de Ciudadanos días después de la gala sevillana?
Al final, lo de que Málaga se está convirtiendo en un decorado hueco, está alcanzando un punto preocupante pues somos capaces de llegar a pedir lo que sabemos que no podemos hacer. Y es que, de igual manera que el dueño de la Casa del guardia asume que no puede poner 40 mesas dentro de la bodega, el Ayuntamiento debería saber que la prioridad no son los Goya sino el auditorio.
Y que ahora, con los tiempos paralelos que corren en ambas administraciones, estamos ante una oportunidad supuestamente única para adecentar de verdad la ciudad para poder acometer proyectos importantes que vayan más allá de alojar en un día a 98 despedidas de soltero de manera simultánea.
Por eso aquí los Goya a la mejor interpretación y la película mejor montada ya podemos darlos por ganados. Aunque aún podemos aspirar a alguno más porque los de los decorados y atrezos reciben galardones.
Pero ya está. Muy bien todo. Un fuerte aplauso y gracias por los focos. Que es lo más importante. Y si nos dan la gala ya nos las apañamos. Si eso alquilamos unas sillas y ya caben. Y del Málaga Palacio al de ferias cortamos el único carril de la Alameda para que tiren sin atascos. Ya los demás nos quedamos encajados. No pasa nada. Porque vamos a salir en la tele. Y eso, queridos amigos, bien vale lo que diez auditorios, dos hospitales y una biblioteca en esta particular ciudad.
Viva Málaga.
Me parece muy coherente su exposición. Es irrefutable que Málaga, aún siendo la quinta capital de España, apenas podría aspirar a acoger un partido de primera ronda de un Mundial de fútbol. Un Malta – Honduras como mucho. Pero no acabo de ver que un auditorio aquí tuviese mucho éxito, y más si la única justificación sería acoger bolos de cine español.
Uno pone el canal Mezzo y envidia auditorios repartidos por toda Europa y repletos de gente escuchando la Orquesta Sinfónica de su ciudad. Aquí la sala María Cristina está medio vacía. Aquí hay disparos por conseguir una entrada para Jey Lou, o Maluma, poco más. Ojalá me equivoque.