La noria de la fortuna

30 Jul
LVMM
LVMM

No sé. Igual estoy confundido. Pero que pongan un rosco enorme en pleno centro de la ciudad puede despertar algún malestar. No es nada raro.

Hace muy poco aún se hablaba de la permeabilidad del puerto y las posibilidades de acceso que tenía. Hace muy poco, se peleaban unos con otros por la imposibilidad de eliminar los muros que separaban el puerto de la ciudad y su nula integración. Hace muy poco nos rasgábamos las vestiduras porque iban a llenar el puerto de tiendas. Y hace poquísimo, los otros, los buenos, nos decían que en su parte no habría cosas de esas malas mercantilistas. Y ahora hay más bares que palmeras. Fíjate qué cosas.

Hemos cruzado del maravilloso silo con mil y una posibilidades -que pasó a mejor vida- a la alegría portuaria por colocar una noria de feria en pleno centro haciendo de muro durante más o menos un año.

Pero al ciudadano le da igual –como viene sucediendo-. Y si algo aburre al malagueño ya no es la pasividad y lentitud de los comandantes de este barco sino el tiempo que pierden peleando entre ellos. Es el tiki taka de la confrontación medida y pesada y con horario y calendario de funciones.

Si hay que poner una noria se pone y punto. Y llama la atención que sea el Ayuntamiento el que ponga los problemas. Quejas surrealistas por parte de aquellos que permiten que nuestro centro sea esquilmado día tras día mientras ellos mantienen los brazos cruzados. ¿Cómo puede hablar de impacto visual el mismo que apoyaba y apoya el mamotreto de Moneo? ¿Cómo puede hablar de mala imagen el que permite que el centro siga siendo un solar con cientos de edificios abandonados? Queda patente pues que se trata simplemente de la zancadilla al de la idea porque el propio no es partícipe de ella.

Si la noria se le hubiera ocurrido al Ayuntamiento ya llevaría puesta hace mucho tiempo y estaría en proyecto el “Museo de la noria” –Paulino Plata dixit- en uno de los pedazos de Tabacalera. Pero no ha sido así. Y la molestia reconcome. Porque, hasta en las cosas más simples hay celillos.

Al malagueño le encantará el artefacto porque aquí realmente gusta todo. Habrá aplausos, sonrisas, todas las redes sociales llenas de retratos en la noria, “Málaga eye”, la noria un día de lluvia, la noria un día de viento, la noria en navidad, cuántos metros más mide la noria en comparación con la de Sevilla, etc…

Pero realmente esta historia demuestra que Málaga se está vendiendo hasta los topes. Somos el nuevo Tivoli integrado en la ciudad. Y es bueno –en parte- porque se supone que genera empleo y riqueza pero ¿A qué precio? No lo sé. No lo sabemos. Supongo que ni quienes están vendiendo la ciudad lo saben.

No queda claro dónde está el feedback. Y es que ahora sucede que estamos en una situación en la que se apuesta fuerte por ciertas infraestructuras pero se dejan de lado otras del todo potentes. Llegan norias y museos –algunos con más éxito y calidad que otros- pero hay asuntos graves como la falta de criterio en la expansión de la ciudad o el caos de la limpieza.

Algo pasa con Limasa –rima-. Y ya ha quedado claro que no es cosa de quienes trabajan en ella. Desde el que sujeta la escoba hasta quien la representa. El problema viene de fuera puesto que no es posible que la ciudad esté en unos límites complicados de suciedad. Y para mí, al menos, es algo del todo novedoso.

Pero se habla poco del asunto. Y no tiene sentido. Puesto que abrimos portadas con la atracción de feria pero no con los manchurrones en el suelo. Y no es normal. Ni lógico. Y al final todo lo serio e importante queda en nada. Queda en cuatro que hablan por internet y cuatro contestaciones del mismo, de Luis, que es el único que siempre da la cara.

Podemos subir a la noria y sentirnos felices. Al menos a esa altura no se verá lo sucia que está Málaga. O sí. O igual ni suben los malagueños porque cuesta muy cara la entrada. Y la gente protestará porque dirá que no les alcanza el dinero. Y pedirán explicaciones al alcalde sin darse cuenta de que no es más que un negocio privado en un territorio público. O vete tú a saber.

Lo único claro y redondo es la noria y el negocio de algunos –que seguro que también es redondo- y con el que intentarán amenizar aún más a nuestro gentío malacitano. La noria de la fortuna. Como la ruleta. Que una vez más la lanzan nuestros administradores para que gire y apostar. Ellos esperan que toque algo bueno, tener suerte y que la gente se quede convencida con una atracción de feria sin preguntar por el resto.

Siempre es bueno mirar al objetivo. Pero no al que ellos te digan sino al real.  Y no obnubilarse con un subir y bajar. Mejor preocuparse por no caer. Porque estamos ya subidos en la atracción desde hace tiempo. Y nadie la revisa. Todo puede ser que nos caigamos y el porrazo sea de campeonato.

O también que no pase nada. Y acabemos tan felices. Saludando desde arriba.

Hola! Adiós! Dando vueltas sin pensar. Como verdaderos majarones.

Viva Málaga.

3 respuestas a «La noria de la fortuna»

  1. Con lo fácil que es observar qué han hecho en otras ciudades. Por ejemplo en Londres se instaló justamente en el lado opuesto del Londres monumental; en Viena, su fantástico mirador está muy alejado del centro histórico; y un larguísimo etcétera de buenas prácticas y nula merdellonez.

  2. La noria es un oportunidad excelente para usted, Gonzalo León, aprovéchela. Encargue ya el billete, súbase rápido y tírese con suficiente impulso desde lo más alto, la gravedad hará el resto. Málaga no le echará de menos y la civilización bastante menos.

  3. Sr. León, quizás sea uno de sus mayores criticadores, pero sigo queriéndole criticar muchísimos años más.En realidad los que le desean el mal son la calma chicha marinera:quietud del aire, desgana, pereza, indolencia….El no ver tierra firme.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *