El Rocío de Mauricio Vicent

11 Jun

Mar-isma
LVMM

Querer chinchar, rentabilizar o simplemente echar el rato escribiendo en un periódico sobre algo popular y calentito para sacarle los colores y tener gran repercusión es todo un arte. Un arte exclusivo e inalcanzable para la mayoría de los mortales salvo para Mauricio Vicent y poquito más.

En este oficio preñado de amantes, Vicent es todo un referente teniendo en su nómina el reconocimiento público y anónimo de la profesión por sus conocimientos sobre la realidad de Cuba, hasta el punto de aparecer en algunos cables de los mostrados por Wikileaks. Poca broma de ser humano.

Pero fíjense ustedes cómo anda la cosa que, hasta las altas esferas torean en plazas de tercera en algunos momentos para marear becerritas que con suerte levantan un metro del suelo.

En este tipo de faenas, hay que seguir un meticuloso proceso marcado por una serie de pautas para llegar a buen puerto. Es simple: Escribir de manera bruta, no investigar lo suficiente –vaya a ser que se entere bien y vea que no tiene razón- y usar un tema populoso barra populista para que el potaje coja espesor.

Listo: Viva la Virgen del Rocío. ¡Viva!

Así es. Vicent publicaba hace unas horas un artículo en El País donde ponía a caer de un burro –Durante la escritura de este artículo no se ha maltratado ni puesto en peligro la vida de ningún burro-, el desarrollo de la romería del Rocío.

Nada más comenzar a leer el artículo, uno va apartando los dedos del diario como si de una taza muy caliente se tratara. Y comienzas a soplar. Para que se vaya un poco el ardor. El hedor. Porque huele a fantasía desde lejos.

En resumidas cuentas –y usando el viejo truco de agarrarse a una afirmación certera para justificar ciento y la madre-, el periodista realiza una visión banal de la fiesta, pasando de puntillas sobre su origen del cual demuestra no tener ni pizca de idea y acaba haciendo una oda romántica sobre los escarabajos que mueren en una botella.  En fin, una maravilla impropia de este caballero.

Como es habitual, ante este tipo de meneos, son cientos las personas que se apuntan a la fiesta gratuita y comienza el debate verbenero sobre religión, suciedad, Carmina Ordoñez y un caballo muerto -por cierto, la foto del caballo que circula por las redes es la misma de hace varios años. O el caballo es un gato disfrazado o no se puede morir uno tantas veces-. Nivelito y pena. Pena y lamento. Lamento y pereza ante la ola pancartera que escupe ante una romería con cientos de mensajes en un periódico pero que pasa de puntillas por gran parte de los artículos que firma este buen señor sobre, por ejemplo, prismas cubanos que bien valen una reflexión.

En definitiva, una vez más –y ya van cuatrocientos noventa y siete mil trillones de veces-, alguien se ha aventurado mostrarnos el camino de la verdad sobre el Rocío. A enseñarnos papeleras llenas de basura o a cuatro o cuatrocientas personas tomando bebidas alcoholicas en una romería. ¿Y? ¿De verdad ahí está todo? ¿Realmente la crítica hacia una celebración religiosa festiva es foco de las atenciones del personal? Raro. Raro y cutre. Puesto que para agilizar un discurso con chascarrillos sobre gente bebida o falta de fe no es necesario mirar siempre al Rocío. Basta con darse una vuelta por cualquier fiesta e incluso por el Congreso para encontrarse algo parecido.

Y justo en ese punto del azote a los romeros –romeros de muy diversa calaña como en cualquier parcela de la vida-, llegan los salvadores de la naturaleza. Ahí. En ese mismo instante amanecen como jazmines cuajados en flor los protectores del ecosistema que son capaces de usar términos apocalípticos para denunciar el impacto de la romería en el Parque de Doñana. Cabe reseñar el título que acompaña a una foto que reza: “Una trampa mortal”.

Santo cielo. Trampa mortal. Uno se imagina un callejón oscuro y a la vuelta de la esquina un gánster acechando con un revólver a una joven inviolable. O quizás una bomba preparada para ser detonada al paso del objetivo. Pero no. La trampa mortal es un botellín viejo que, según Vicent, al quedar en la arena se llena de bichitos –escarabajos, hormigas, etc- que acaban pereciendo dentro del humilde vidrio. Sí. Que las hormigas se mueren en un botellín es un hecho probado. Que el botellín estaba allí también. Pero que eso sea motivo de tal despropósito no deja lugar a dudas sobre la intencionalidad del escrito.

No quiero ni imaginar la cara de descomposición del autor al pasar por la sección de insecticidas de los supermercados. Verá armas de destrucción masiva para decenas de hormigas asesinas en estado de indefensión.

Pero bueno, en definitiva, una oportunidad más tirada a la basura para ahondar en lo interesante –y criticable en muchos casos- del sentido de la romería del Rocío. Del análisis sensato sobre una realidad que mueve a gente que ruega a una talla de virgen lo que no pide a un político e incluso a sus propios padres. Y eso, es algo que sí merece la pena leer.De igual manera que merece la pena leer sobre Fidel Castro o una monja muy bondadosa. Pero basta ya de desmerecer a quien se divierte y se cuelga una medalla de la Virgen. Que no es malo. Todo lo contrario. Es bueno. No he leído nunca ningún pedazo de los evangelios donde diga que no se deba ser feliz. Que no hay que caminar alegre y disfrutar y querer al prójimo. No sean cobardes con las críticas. Que para lo fácil ya hay otros niuspeipers.

Son siglos escritos por ilustrados de diversa índole. Son cientos de años de Rocío con Juan Ramón Jiménez o con Manuel Chaves Nogales poniendo sentido a una realidad asombrosa.

A mí no me sale criticar una fiesta con pólvora caducada. De la misma manera que encuentro atrevida la estocada sin conocer bien al morlaco. El Rocío se responde sin necesidad de focos televisivos que únicamente aportan caspa a la romería.

Mauricio Vicent ha tropezado y tiene legión tropezando en la misma piedra que él. Ojalá ese ánimo salvador –eso sí, manejando el tema del que se escribe- se tenga para asuntos de gran calado y no para una romería que pasa por un parque nacional. A ver si de tanto denunciar los dolores del escarabajo se nos olvidan los realmente importantes. Los de las personas.

Viva Málaga

5 respuestas a «El Rocío de Mauricio Vicent»

  1. Me encanta tu artículo, y es más como puede hablar Mauricio Vicente del Rocío si no lo vive, pero el mal hacer siempre existirá, el buen rociero es más generoso y bienhechor q todo lo q critican, pero esta muy bien eso de escribir x escribir sin cerciorarse antes de q es el Rocío y como lo viven los q allí van. Sólo digo q la vida es fiel espejo de lo q haces y la vida pone a todos y todo en su lugar.

  2. El Rocío es caspa, hipocresía y exceso. ¡Cuánto te importan los botellones y orines de la Feria y qué tan poco las basuras e impactos sobre el PARQUE NACIONAL DE DOÑANA! Fariseismo…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *