Bajo las siglas, ese eme ese festival Soho culture clab Málaga guay miusic cheing modern style agüichipon condemor de la pradera fistro diodenar, se presenta de nuevo en la ciudad el Soho Málaga Sound.
El Festival SMS da a luz hace un año en el paritorio del CAC. Se trata de un evento musical independiente –hay mucho que debatir sobre qué es música independiente cuando trillones de personas la escuchan y usan para el sano arte de querer aparentar ser independiente dejando con ello de serlo–, que se fraguó con éxito en la vertiente más modernícola del segmento cultural público de la ciudad.
Público. Público. Público. Público. Esperen. Creo que no lo he repetido suficiente. Voy de nuevo. Público. Público. Público. Público. Bien. Prosigo.
Este festival atrajo a un gran número de espectadores debido al interés suscitado por las bandas que actuaron así como por la cuestión económica. Era gratis. En la calle. Te acercas y lo escuchas. Cero euros. Y quieran o no, a día de hoy, cualquier cosa que sea gratis hace que suba en interés para el público en general.
Como suele suceder –y ya comienza a ser sospechoso– algunas de las cosas que se fraguan en el CAC suelen conllevar un éxito importante y a su vez una cara B con asuntos opacos y feos.
Era el caso del Festival SMS. Nada más conocer la historia, el ciudadano medio comenzó a preguntarse que a cuento de qué se organizaba aquello.
Que a cuento de qué se pagaba con dinero público ese festival. Que a cuento de qué personas muy cercanas al gestor del Matrix cultural contemporáneo eran los que se encargaban de organizar el asunto. Y pasó, por desgracia para todos, que hubo que sacar con pico y pala algunos datos que no eran del todo agradables.
Resulta incómodo, triste y desolador el hecho de averiguar y conocer que el hijo de tal, la pareja de cual o el director de nosequé son partícipes de algo que se elabora con dinero de todos. Del que se saca de las multas de los policías locales, del IBI que pagas a trozos, del impuesto del coche, de las tasas, de la subidas, de los cargos… De ahí. Y no, amigos. No. No se puede consentir que, aunque salga bien el resultado, los asuntos de todos los gestionen muy pocos usando los métodos propios de una empresa familiar.
Debido a los años de permisividad de la ciudadanía en general, nos hemos encontrado con un restaurante donde el cliente somos todos y el menú se cocina a fuego lento en los oscuros fogones donde todos los trabajadores comparten apellidos y amaneceres. Y eso es intolerable.
Pero el colmo de la arrogancia y el descrédito ha llegado hace unas horas mal contadas. Les cuento.
Resulta que uno de los profesionales que trabaja en este periódico, en el que las limitaciones únicas que se plantean son las del sentido común en cualquiera de sus márgenes, ha seguido con interés y brillantez diversos aspectos curiosos de esos espectáculos de patinazos artísticos en los que se ha visto envuelta la esfera del CAC en varias ocasiones.
Ante este tipo de circunstancias –probadas públicamente por el propio consistorio–, han sido innumerables las descalificaciones públicas y privadas que han vertido sobre el amigo Jesús Zotano. Je. Qué casualidad.
En realidad, no se trata de ninguna novedad pues es un clásico bastante asentado en la sociedad malacitana el de escupir al que pone el foco que ilumina en vez de ser el enfocado el que pida disculpas o al menos ofrezca respuestas claras ante preguntas sobre aspectos que nos conciernen a todos puesto que son elaborados con el dinero de nuestros monederos.
El último episodio del todo vergonzante sucedía cuando el periodista preguntaba a través de las redes sociales al perfil oficial del SMS Festival, sobre el origen del dinero con el que se pagaría la historia este año. La respuesta por parte de los organizadores no se hizo esperar y sorprendió a todos al negarse a responder e invitar al periodista a investigar que para eso se dedica a ello.
Ole. Arsa. Así me gusta. Con educación. Respeto. Buenas maneras. Y sobre todo, humildad.
He aquí la prueba que evidencia que los hemos dejado con la correa demasiado larga. No, amigos del SMS. No. Si eres una entidad privada que se guisa y se come su flamenqueo, aquí no hay nada de lo que hablar. Pero si eres un chiringuito al auspicio del dinero público que desde la Unión Europea y el Ayuntamiento sale para comprarte a ti, a tu padre y a su pareja los conciertos, debes tener el más mínimo respeto y despotricar en público desde un perfil que viene a ser de todos.
Así está la historia ahora mismo. Y por eso dan ganas de hablar sobre ese despotismo que hace que te conviertas en un sátrapa. Eso sí, sátrapa que dispara con pólvora ajena, que se sube a los altares y que se corona en oro con el fulgor de saldo comprado en Bruselas y la casa de color natillas situada en el Paseo del Parque.
Si hacéis las cosas bien, no hace falta ser tan impertinentes con quien pregunta. Y si os molesta que os pregunten será por algo.
Deberíais decidir: O el dinero público con humildad o la chulería por vuestra cuenta.
Viva Málaga.
Claro… pero a tu amigo de El Pimpi no le decimos nada cuando contribuye al esperpento de la judería u obstaculiza el paso entre Alcazabilla y Granada o se apropia del espacio público y acústico de Alcazabilla. Qué agradecidos son algunos!
Primero aprende a escribir y luego juzga al prójimo