El imperio de la calle Cristo

12 Sep

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Resulta bastante manido el dicho popular sobre Málaga, la alegría, las tabernas y la librería. Ha quedado como una coletilla o recurso de primero de malagueñismo para intentar parecer que uno sabe mucho sobre esta tierra. La típica gracia que carece de ella.

Por lo general, este tipo de dichos suelen ser generalizaciones injustas pero cargadas de verdad profunda. Desgraciadamente, en nuestra ciudad hasta los dichos tienen fecha de caducidad pues lo más efímero que tenemos es nuestra propia historia. Historia que dura menos que el jamón en las bodas.

A día de hoy hay quienes observamos con dolor y tristeza cómo el dicho sobre las tabernas se presenta imposible. Málaga las ha perdido. Poco a poco. Por goteo. Pero se ha quedado sin la mayoría de lugares y rincones especiales.

Válgame el Señor, no quisiera yo insinuar que las librerías no son buenas. Aunque, si bien es cierto que es necesario tener un sitio para comprar la novela de moda, también es justo y necesario tener lugares donde reposar Andalucía en el paladar.

Con el paso del tiempo, nuestras raíces culinarias han ido secándose quedando en el olvido los árboles genealógicos de gente cabal dedicada al vino y la comida honesta.  Gracias a Dios, ese exterminio plural no ha podido con todos y aún conservamos en Málaga gente e historia que nos hace sentirnos más tranquilos. Hay quien mantiene la esencia. Hay quien respeta su tierra sobre el plato y Andalucía en la copa.

Hablamos de generaciones. Hablamos de presencia en un barrio. Hablamos de acento andaluz. Hablamos de Nerva y el barrio de la Victoria.

A principios de mil novecientos, Antonio Justo toma las riendas en Casabermeja de la Venta Puerto La Horca. Un lugar clásico de la Provincia que en poco tiempo se convierte en parada obligada del viajero de nuestra provincia. Pasada la guerra civil, en el año 1954, Antonio y Diego –hijos de Justo- fundan en Málaga un bar con el peculiar nombre de El Caracol. A día de hoy, dicho bar se convierte en punto de referencia para gran parte de la ciudad y sobre todo de su barrio, su barrio de la Victoria. El Bar Caracol es un centro de interpretación del desayuno malagueño ofreciendo desde hace décadas los clásicos tejeringos que ahora todos emulan y ninguno convence.

Tras el fallecimiento de Antonio -uno de los dos socios- entra en el establecimiento Rosario Ruíz, quien se convierte en la primera mujer en trabajar en el barrio de cara al público. Rosario y Diego convierten un bar normal en toda una institución que a día de hoy se mantiene. Estampa clásica la de sus mesas llenas, el ventanal abierto con el olor a churros y los coches mal aparcados recogiendo el papelón.

Éxito en calle Cristo.

Fruto del amor de Rosario y Antonio llegó a Málaga Agustín Fernández quien en el año 1986 comienza una andadura independiente tras su paso por el negocio familiar. Es en este año en el que abre sus puertas Nerva. Este establecimiento expulsa solera por cualquiera de sus rincones.

Situado también en calle Cristo, se convierte en un lugar donde comer bien. Un sitio respetado no por el plato ni la copa, sino por lo que tienen dentro.

El estilo de este establecimiento es marcadamente andaluz. Huele a albero, a Málaga y a Jerez.

Agustín, un enamorado de los toros, disfrutaba junto a su mujer de la magia de la Maestranza de Sevilla. Ese lugar donde pagas por no escuchar nada. Donde no hay mayor castigo para el torero que el silencio.

Sentado en el tendido disfrutaba un doce de Octubre de la despedida del maestro Manolo Vázquez en el albero de Sevilla y en ese momento la banda del Maestro Tejera interpretó Nerva, un gran pasodoble taurino. No hubo más que hablar. Ese sería el nombre del lugar que aún mantiene la esperanza de una Málaga con bares de categoría.

El estilo de Nerva es marcadamente taurino y andaluz –Curro Romero ha reposado en sus sillas-. En Nerva hay jamón del que se come. Sí. Repito. Del que se come. Málaga no tiene tradición de jamón y por lo general te deja que decidas hipotecar tu casa para poder probarlo bien o comer chicle de color rosa.

No sucede lo mismo en este lugar donde puedes disfrutar de Huelva en lascas muy finitas y bien cortadas.

Uno de los sellos característicos de este lugar es el vino. Producto venerado por ser bueno y ser de aquí. En Nerva hay catavinos de los que se usan de verdad. En Nerva hay manzanilla en rama de Sanlúcar de Barrameda y se sirve en su temperatura exacta. Todo lo que sea eso, es faltarle al respeto a Andalucía y aquí no sucede.  Y por si fuera poco, en la puerta y bien grande flanqueando el nombre aparece Tio Pepe. ¡Ole!

Sucede, que cuando aprendes a leer vas evolucionando. Primero comprendes las palabras elementales. Después lees las novelas clásicas y las disfrutas. Y acabas con literatura compleja pero sin perder la esencia. Y eso ha sucedido en esta familia por quinta generación. Es Antonio Fernández, formado en La Cónsula, quien ha decidido que hay más por hacer y creó Dom Vinos. Un lugar con un concepto de kiosco de venta donde se sirven y despachan elaboraciones excelentes de una cocina de alto nivel pero con marcado acento andaluz. Todo esto sucede en muy pocos metros cuadrados en un lugar sorprendente: Calle Cristo de la Epidemia.

Como se puede comprobar, esta familia es pionera en decir no a las modas. En decir no a irse al centro. En decir no a renegar de su barrio y decir sí a mantener la comida y el vino bueno a precio de gente normal.

Este rincón de Málaga encuentras los mejores tintos de nuestra provincia y unas referencias en bodega que superan en calidad con creces a los que ofrecen cientos de nombres y no han probado ni diez.

Esta familia y sus generaciones son el ejemplo de la otra Málaga. La que se quiere y no engaña. La que no se vende por dos duros más. La que no hace el ridículo y se auto engaña por un guiri. Esa Málaga útil y necesaria que hace que no te olvides que eres del sur. Andaluz. Y con acento.

Haga usted el favor y vaya al barrio de la Victoria. Un lugar con mucho sabor. Y camine por sus calles. Y entérese que hay vida más allá de lo que ve en la tele. Y lo tiene al lado de su casa. Y es de aquí. Y son empresarios. De éxito. Emprendedores de la honradez. Y han triunfado porque se han creado un imperio con cimientos de humildad. El imperio de la calle Cristo.

Viva Málaga.

Una respuesta a «El imperio de la calle Cristo»

  1. Soy de Jerez, resido en Sevilla y disfruto de la Costa del Sol cada vez que puedo. Conozco Dom Vinos y a Antonio Fernández ya que he disfrutado de uno de sus extraordinarios menús maridados. Cuando pueda volver por Málaga repetiré en casa de Antonio pero, gracias a este artículo, también iré al Nerva y a probar los tejeringos del Caracol.

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