Los cuernos de la cultura

1 Ago

OBRA DE PABLO PICASSO IMAGEN CEDIDA POR LA DIPUTACIÓN DE MÁLAGA
OBRA DE PABLO PICASSO IMAGEN CEDIDA POR LA DIPUTACIÓN DE MÁLAGA

Dinero público hay poco. Menos del que había. Pero hay. Algo. Un poquito. Y resulta que según en qué se gaste, la gente se vuelca en una u otra dirección. El problema es que, al decidir hacia dónde girar el timón de la opinión, no siempre se cumple la regla de que lo fácil es lo bueno. Tampoco es cierto que lo más popular acabe siendo lo más positivo. Y es que no siempre lo que provoque más aplausos será lo que más convenga.

Eso está pasando en Málaga con la cultura. Y ahora, la izquierda malacitana –hay veces que, al ver a nuestros defensores, dan ganas de pedirles que no se metan en nada-, ha decidido sacar su sable de los grandes duelos para luchar contra Diputación por el bien de la ciudad.

Lucha a muerte que en realidad resulta ser más falsa de la cuenta ya que, en pleno duelo, a los rojillos se les va el ojo hacia el público en busca de la sonrisa cómplice.

El tema en cuestión que ha producido el debate –cutredebate- ha sido la adquisición por parte de Diputación del edificio situado entre las calles Molina Lario, Duque de la Victoria y plaza del Carbón -el blanco con las ventanas de colorines-.

A grandes rasgos, Diputación ha decidido que sea este edificio el que ocupe la masa patrimonial que conforma la colección taurina ¨Juan Barco”. Vamos, lo que viene siendo montar un museo taurino.

Ante este panorama y tras pagar más de cinco millones de euros por el edificio, los responsables de los partidos progresistas han puesto el grito en el cielo y han usado una de las tácticas más pobres y elementales en esto del navajeo de partidos: la demagogia de saldo.

En palabras de Francisco Conejo, en un momento donde la agenda la marca la situación económica y las carencias son palpables en algunos sentidos, gastarse esos dinerales en un museo taurino les parece una aberración.

En principio, sus palabras pudieran parecer sensatas. Las cuentas salen fáciles y a cualquiera que le digan si prefiere curarse de una enfermedad o ir a un museo, seguro elige lo primero –salvando a Garrido Moraga y esas personas que saben tanto que seguro mueren cultivándose-.

Total, que Morillas y Conejo soltaron los discursos fáciles de “con la que está cayendo”, “la derecha y los toros” o “para carreteras no hay pero sí para museíto”. Aquello fue todo un dechado de sabiduría y honorabilidad de la política. Pero política en niveles muy bajos. En niveles, incluso inferiores, a los que te sometía tu madre cuando hacía referencia a “los niños de África” para que te comieras el puchero.

Y ahí quedó. Con el discurso escupido, la espalda en alto y un nutrido grupo de numerarios del progresismo apoyando esa proclama de bondad que hiede al uso de lo anti taurino en busca de apoyos.

Por desgracia, en esto de la política, entre contrarios todo lo que haga daño al lanzarlo, será tirado con la mayor de las fuerzas. Pero -qué listillos- hay veces que lanzan aquello que ellos mismos tienen. Exponen vergüenzas ajenas que son, en muchos casos, inferiores a las propias. A mí me da igual. Como si se matan. Pero duele, molesta e incluso agobia, cuando usan y pervierten algo tan delicado como la cultura. Y ellos lo acaban de hacer.

Que un museo sobre la historia de los toros y con un patrimonio riquísimo sea considerado cultura es una obviedad. Se trata de una herramienta de conocimiento para el propio y el extraño y por lo tanto siempre necesaria.

Ante esta realidad, han llegado los sabios de turno a decir que ese dinero hay que usarlo en otras cosas y han jugado con asuntos delicados para conmover al personal y ponerlo en contra del PP. Error. Grande. De los importantes.

Una sociedad que de la espalda a la cultura en cualquier momento, se convertirá a la larga en un espacio pobre. Con gente torpe y con una falta de conocimientos que los hará carentes de criterio propio.

Ante esa posible situación de gravedad, saltan las alarmas cuando alguien prostituye el término cultura y lo usa a su placer para conseguir un apoyo popular que, por cierto, nunca va a llegar a conseguir.

Paradojas de la vida, el uso de este navajeo cutre hace que uno recuerde cosas. Y den ganas de preguntarle a esos que luchan por los pobres viejecitos, por qué no gastaron los millones de euros en viajes de cooperación en comprar pañales. Por qué no invirtieron en guarderías el apoyo económico y el coste de los viajes al Sáhara. Por qué no compraron arroz con lo gastado en marchas absurdas o bailes en la calle. Por qué no dieron cobijo a decenas de indigentes con el dinero gastado en camisetas que encubrían publicidad de tu partido. ¿A que molesta la demagogia? Pues no la usen más. O al menos no lo hagan con la cultura. Que suficientemente ultrajada la tenéis como para que sigáis usándola de balón medicinal.

Un museo de toros es dinero. Porque los extranjeros van a visitarlo en masa. Y con razón. Porque Málaga es taurina de siempre. Porque en Ronda pervive la esencia de los Romero. Y porque fue allí donde nació la lidia moderna y por tanto esta tierra es la cuna del toreo. Y no sean torpes y abran el debate de los toros para confundir al personal.  Porque en un museo de toros no se maltratan animales. Y es una ciencia.

La tauromaquia es un arte que ha vivido de la mano de la cultura y los artistas durante los tiempos en los que han convivido. Empezando por Picasso quien, por cierto, diseño un traje de luces a Dominguín que será expuesto en dichas salas.

Pero no. Que Conejo y Morillas no quieren. Mejor dejamos el edificio como está. O lo dedicamos a meter a catorce mil amigos a calentar la silla y poner cartelitos en un trípode. Mejor hacemos eso. Os dejamos aquello para que se siga reventando aún más la ciudad y su cultura. Cultura con la que deben tener cuidado. Porque es como el toro bravo. Noble. Poderoso y respetado. Porque como lo mosquees y le pierdas la cara te puede dar un arreón. Así que cuidado.

Y sean responsables. Sean coherentes. Y si no saben o no pueden hacerlo, váyanse de aquí y dejen a otros que lo intenten. Que para jugar con la cultura de esta tierra ya tenemos al de las gemas.

Viva Málaga

2 respuestas a «Los cuernos de la cultura»

  1. Una opinión muy acertada. Lo que yo me pregunto, como malagueño, es si este proyecto sera sostenible o arrojara perdidas y deudas que acabaremos asumiendo los malagueños. Por las cifras que se manejan parece un proyecto de gran envergadura…

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