Málaga la Roja ja, ja, ja.

20 Jun

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El espacio de tiempo que abarca la contienda de la guerra civil en España comprende desde julio de 1936 hasta abril de 1939. Si hablamos más concretamente de Málaga, -y quitamos las pistolas- podemos decir que comenzó en 1931 y aún no ha acabado. -¡Pero qué dices, muchacho!-.

Esta ciudad nuestra fue una de las más castigadas por el gran conflicto nacional. Aquí se hicieron las grandes barbaridades. De Málaga es la tragedia de la carretera de Almería. De Málaga es el asesinato cruel y despiadado de sacerdotes y conservadores con la única culpa de pensar distinto. Málaga es la de las fosas. La de la gran fosa donde ¿descansan? Más de 20.000 muertos del bando republicano. Sí. Eso está por terminar. En esa gran tapia de San Rafael perecieron hombres, mujeres y niños de todas las corrientes de pensamiento existente. La única salvedad es que, a día de hoy, los fallecidos del bando nacional –tiene gracia llamarlo nacional, como si los otros fueran de Togo- reposan en el cementerio, alguna que otra iglesia y lugares dignos variados.

Esta ciudad supo crecer pasado el conflicto y agachar la cabeza. Pero poco más. Aún sigue, en parte, con los miedos y las neuras propias de quienes no tienen la cicatriz cerrada. Absurdo, entre otras cosas, porque la mayoría de las personas que realmente pueden sentirse dolidas de verdad están ya mirando al infinito.

Hace unos días, volvía a salir el asunto del cambio de nombre del hospital regional de Málaga. Hospital que, para la gran mayoría de las personas, es “el carlohaya”.

Por fin, se ha procedido formalmente a cambiar el nombre del hospital.  El hecho que motiva el cambio es que, tal honor, se había concedido a un caballero que era entre otras cosas, aviador del ejercito del bando nacional, piloto personal del generalísimo Franco –toma ya-, y protagonista de grandes hazañas bélicas montando en un avión. Se puede decir que era un figura de la guerra desde el aire. Un fenómeno.

Carlos de Haya nació en Bilbao y murió en Teruel –muy malagueño todo, y abandonó este mundo durante una batalla en la guerra civil. Aquello venía a ser una pelea de aviones y se ve que uno le dio un toquecito a su avión y acabó estrellado.

Aún no se ha aclarado si Carlos de Haya pasaba por allí con su avión en labores humanitarias o su intención era, como viene siendo habitual en una guerra, matar al otro.

Al acabar la guerra y pasar la cuarentena de miserias y penurias que atravesó España, se usaron los nombres de caballeros como él para bautizar grandes hospitales. Sucedió en Málaga pero también en Córdoba o Sevilla.

Cosas de la vida, en Málaga aún se mantenía el nombre de este caballero y en Sevilla pasó al olvido de todos el nombre de algo que ahora se llama Hospital Virgen del Rocío. Pero no. Aquí somos distintos. Aquí molesta. ¡Caramba!

Ha sido cuestión de segundos el producirse el cambio y saltar las alarmas -¿hombre porfavó, pero ezo ahora a qué viene?-. Sí. La gente, alguna, ha meditado el asunto. Otra directamente ha protestado como si se acabara el mundo –fachitas, qué traviesos sois- y por último la mayoría de la gente normal ha hecho lo propio de ellos, nada. Decir vale, entenderlo como normal y lógico y seguir con su vida.

Y es que en Málaga siguen existiendo defensores de la memoria selectiva. Defensores del mantenimiento de nomenclaturas que aportan nada y son historia que no debemos olvidar pero que, de ninguna manera, merecen ser aplaudidas. Esa gente, que entra en cólera porque dice que hacer folios y sábanas con el nuevo nombre es un gasto intolerable pero que calla cuando se privatiza la sanidad o se recorta en prótesis o medicamentos.

Hay personal que está perdido pues figura más allá de las opiniones políticas en esta ciudad. Verdaderos megáfonos del eco pasado que huele a rancio. De los que protestan porque los rojos “levantan las polémicas antiguas” porque duermen con la tranquilidad de tener lo suyo ordenado. ¿Qué les molesta, caballeros?

Habría que verlos si un hospital tuviera el nombre del mismo aviador pero si éste luchara en el bando contrario. En fin. Chorradas de catetos que hacen que Málaga sea noticia por estupideces.

Ojalá, estos adalides del respeto a la historia defiendan una reparación digna de la memoria de Málaga. Ojalá defiendan la creación de un espacio de la memoria de todos en San Rafael. Un sitio donde vayas, sea del pelaje que seas, y aprendas que hay que ser moderado. Que vayas y entiendas que no puedes ofender ni decir tonterías. Pero no pasará. Porque la lengua es más sencilla de mover que el cerebro. Y seguiremos aguantando el chaparrón de los fachitas vacíos.

Gracias a Dios y a la Virgen, la mayoría de los malagueños saben que aquí se rinde homenaje a quien sea brillante y aporte al bien común, piense lo que piense y vote lo que vote. Quien sea protagonista de divisiones y enfrentamientos no debe tener cabida en nuestra pequeña sociedad malacitana.

La cultura social de Málaga se reproduce gracias a nuestra memoria colectiva. Todo evoluciona. Todo cambia y se perfecciona. Quien quiera, lo seguirá llamando Carlos haya. O de Haya. O de haiga. Según su nivel.

Problema de memoria curioso el que padecen algunos malagueños.

La roja la llamaban. Qué cosas…

Viva Málaga.

5 respuestas a «Málaga la Roja ja, ja, ja.»

  1. Está muy bien todo lo que usted dice pero ¿No hay cosas más prioritarias que cambiarle el nombre al complejo hospitalario? Cuando el hospital no tenga camas en los pasillos, falta de medios, personal y una buena cantidad de necesidades que se preocupen de algo que es secundario cuando han pasado casi cuarenta años de la muerte del dictador y no se le cambió el nombre.
    ¿Sabe usted lo que es dormir en una cama supletoria? ¿que le manden a casa porque la máquina para hacerle una prueba no la arreglan ni a la de tres?Pues mucha gente y yo sí lo sabemos. Que se preocupen que el hospital funcione en condiciones.

  2. Si excavo y recuerdo, efectivamente, compruebo la merma de modernidad. Lo que me llama la atención de su título, es eso, la merma de esa modernidad. Lo que ya no sé, es si esa merma es de la sociedad, de usted mismo de o de ambas. Lo digo por lo variopinto de sus propuestas literarias. Hoy parece progresista y tolerante; si habla del submarino de la Esperanza, parece carca y trasnochado; si lo hace del Picasso sedente de la Plaza de la Merced, me recuerda el humor trasnochado de Jardiel Poncela, Jaime Campmany y Salvador Sostres. ¿Que no es así lo que le digo? Recuerde lo que usted escribió hace unas fechas del genial paisano, creador de las vanguardias de España, Europa y el mundo.
    “Tras los jocosos acontecimientos acaecidos en la hermosa ciudad de Málaga hace unos días y disfrutando aún del regustillo por la rocambolesca historia del robo guión ataque guión traslado guión procesión guión acto vandálico protagonizado por unos chiquillos en el que arrancaron la figura de Pablo Picasso de su banco de mármol de la plaza de la Merced, se ha producido un hecho insólito que solamente presenciaron unos pocos malagueños: La visita inesperada de Hans Christian Andersen al pintor franco-victoriano”.
    No me imagino a usted escribiendo esto de la estatua del Marqués de Larios.

  3. Sergio, una cosa no quita a la otra. Una cosa tan sencilla como cambiar un nombre no debe restar esfuerzo a otras necesidades como las que tu denuncias. ¿has echo tú algún esfuerzo por promover que se pongan mas camas y mas personal en nuestros hospitales que no sea este comentario?

  4. «Esta ciudad supo crecer pasado el conflicto y agachar la cabeza. Pero poco más. Aún sigue, en parte, con los miedos y las neuras propias de quienes no tienen la cicatriz cerrada. Absurdo, entre otras cosas, porque la mayoría de las personas que realmente pueden sentirse dolidas de verdad están ya mirando al infinito.»

    Está llamando absurda a la memoria colectiva, pero luego la defiende. Cómo opinar de un tema sin reflexionar el tema.

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