¡Madre de Dios!

26 Ene
Edificio de estilo modernista en Madre de Dios tras su rehabilitación. LVMM

La deriva urbana se ha establecido como un medio necesario para poder entender un poco mejor las ciudades. Ahora está de moda el término y se usa mucho tanto para analizar verazmente la fisonomía real de un entorno como para hacerse el entendido y quedar bien en una reunión e incluso organizar mesas redondas sobre ellas.

Desprendiéndose de necedades puedes reducir la expresión a contemplar el entorno. No fijarse en el camino por el que discurres y sí en su aquello que conforma el mismo. Observar lo que hay. Mirar hacia arriba. Ver.

De esta manera te das cuenta que hay lugares en Málaga que sobreviven. Que se renuevan con soltura y que subsisten de manera solvente al paso de los años.

Es la realidad de la calle Madre de Dios.

Con un trazado sin modificaciones ni agresiones y con edificios de estilo modernista, esta calle ha sabido mantener una condición sin convertirse en un espacio gris de esos que afloran en nuestra ciudad.

Gracias a los añadidos que con el paso de los años han ido redecorando las fachadas de los inmuebles, pero sin alterar una distribución espacial convencional, se ha perfilado un entorno que, si bien no representa un estilo definido, sí ha encontrado en esa paradoja cambiante un sello significativo. Al fin y al cabo media Málaga es así. Recortes de recortes hasta conseguir un estilo.

Hace poco menos de un año, Ayuntamiento, Junta de Andalucía, el Gobierno de la nación, la Unión Europea y supongo que Picasso desde el cielo –en Málaga si se hace algo sin poner Picasso en algún sitio no queda bien- se comenzó un proyecto de remodelación de la calle. En definitiva se trataba de depurar y rejuvenecer. Quitarle la podredumbre  y recobrar su esplendor. Finalmente se ha conseguido.  Un nuevo pavimento con luces y sombras, que invita al patinaje artístico sin patines en días de lluvia, y la inyección de dinero para rehabilitar los edificios han dado como resultado un espacio que invita a creer en esta ciudad. Se ha conseguido mantener la vida real y normal en el entorno habiendo pasado por lo alto todas las administraciones. Estamos acostumbrados en Málaga a que al tocar la varita mágica del dinero público un lugar éste se convierta en un centro comercial o un lugar frío y vacío. No ha sido así.

A día de hoy la calle Madre de Dios cuenta con espacios y negocios emergentes como estudios de jóvenes arquitectos, empresas de publicidad, talleres de sastrería comandados por emprendedores, asociaciones públicas y negocios de hostelería. Junto a ella, un ejemplo aún más emocionante, el de calle Hinestrosa, remata un entorno que está consiguiendo ilusionar a todo aquél que pasa por allí.

Se están respetando los edificios y sus fachadas, se está construyendo tejido empresarial local haciendo gala de lo nuestro. ¿Qué mayor orgullo puede haber para un ciudadano de Málaga que contemplar como alguien vende nuestro patrimonio restaurado como un valor para atraer? Abramos las puertas a todos aquellos que entiendan que ése es nuestro atractivo y cerrémoslas a los aparecen en nuestro centro jugando al monopoly con nuestros edificios.

A esta renovación han sido invitados todos los personajes que figuran en Málaga. Hay gente moderna, parejas jóvenes, viejecitas que caminan agachadas con las bolsas del mercado, mendigos que pretenden aparcarte el coche aunque vayas en bici y matrimonios con niños. Es un lugar que ha sabido ser centro de ése en el que quieres vivir. Tenemos un espacio magnífico que no disfrutamos por culpa de su degeneración. Si nadie comienza a vivir en el centro nunca podrán hacerlo los demás. No cabe que tengamos media ciudad en ruinas y no la disfrutemos. Para acabar con la marginalidad de los espacios solamente hace falta que la gente normal apueste por ellos y con el tiempo irá desapareciendo el escombro para convertirse en lustre. Cuando vivas en el centro, pagues tu IBI y tengas que pasar por sus calles a diario comenzarás a defenderlo. Empezarás a no permitir los abusos que se llevan a cabo en él y poco a poco se irá adaptando a la civilización.

En Madre de Dios tenemos la clave del futuro del centro que Málaga merece. Podemos buscar la parte negativa de su renovación, que la hay, ya que una obra que en principio parece sencilla ha salido por un dineral y por el camino han caído varios edificios que han sido derrumbados sin razón creíble. En cualquier caso la realidad es tangible y el resultado esperanzador.

Parece ser que, por ahora, esta calle está blindada contra los destructores de nuestro legado material durante mucho tiempo. Esta calle ya está en un estado digno. Poco a poco vamos avanzando. Para dentro de cien años igual llegamos a tener diez así. Viva Málaga.

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