Violaciones

22 Jul

Violaciones. El Ayuntamiento de Málaga lanza la primera campaña contra las agresiones sexuales en la Feria de Agosto para evitar que se repita la oleada de violaciones del pasado San Fermín.
Violaciones. Algo ha debido fallar en el sistema educativo para que ahora tengamos que contar, en pleno siglo XXI de un país democrático, con conductas tan brutalmente ancestrales, propias de las sociedades más primitivas.
Parece que, a la postre, las campañas de coeducación y las lecciones de educación sexual, ilustradas a menudo con visitas de la monitora a los centros educativos no han funcionado como debieran. No es que fallase el contenido, sino tal vez la estrategia.
Cuando los principios cívicos son inculcados como una especie de catecismo laico, tienden a ser considerados como materia de solemne tostón para los adolescentes, igual que las antiguas clases de religión. Tal vez, más bien lo suyo, sería que copiasen del natural; o sea que los modelos de conducta ejemplares, recreados en su familia y el resto de la sociedad, les saliesen al paso de modo espontáneo y así pudiesen verse reflejados en ese espejo. A ese objeto habría que mimar y propagar la cultura, pues la ignorancia es el terreno más propicio para que se desarrollen este tipo de comportamientos brutales y primarios.
Ciertamente, urge plantear soluciones a un problema real, cuando, según datos recientes, el sexismo se extiende como un cáncer entre las nuevas generaciones ¿a qué se deberá este retroceso? Los especialistas apuntan a que los adolescentes emulan los modelos que reproducen novelas y series juveniles, donde el chico presenta un perfil dominante y protector frente a una chica eclipsada y sometida. Por lo general, el argumento de estas historias de éxito plantea que la buena chica se quede prendada del “malote”; el típico gallo del corral que, sacando pecho, convoca a su alrededor al coro de gallinas cluecas. Y, dado que las modas moldean el comportamiento humano más que ninguna otra cosa por aquella tendencia a la imitación que hemos heredado de nuestro antepasado el mono, parece que este estereotipo se esté propagando de manera irremediable. La vuelta al machismo atávico que se llama y que viene acompañada de otros complementos, muy dignos de considerar. Por ejemplo, la chica que aspire a tener un mayor éxito en las redes, donde ahora se cuece el triunfo social, habrá de ser sexy, divertida y “ocultar su inteligencia”. Madre mía, no había leído algo semejante desde aquellos manuales de buenas formas para señoritas que investigó Carmen Martín Gaite en su ensayo “Usos amorosos de la posguerra española”. Según dichas reliquias reaccionarias, redactadas por supuestas condesas o marquesas, que igual eran un tío con toda la barba camuflado como la propia Elena Francis, la muchacha en estado de merecer debía hacerse la boba y no agraviar a los candidatos con razonamientos demasiados sesudos que los pusieran en evidencia e hiciesen peligrar su estatus de superioridad y su autoestima, pues, en ese caso, corría el riesgo probabilísimo de quedarse solterona; la peor de las desgracias según Elena Francis y su secuela de supuestas marquesonas gallipavas.
Pues bien, estas consignas que por descabelladas tanto me hicieron reír en su día, resulta que han vuelto a imponerse con fuerza nueva (nunca mejor dicho) y son tal vez las que impelen a nuestras chicas a hacerse selfies en retorcidas poses de contorsionismo porno, mostrando al móvil escote y morritos de mema y a no leer más novelas, si acaso, que aquellas sentimentales protagonizadas por el tipo machote que deja obnubilada a la tierna paloma con sus encantos viriles, por cierto muy en consonancia con aquellas del mismo género que, en tiempos del posfranquismo inmediato, escribían también las supuestas marquesas en salto de cama, aquejadas por un agudo ataque de Spleen.
Y es que, en fin, hay modas modernas que parecen de lo más antiguas. Aunque todavía, dada la celeridad con la que se está dando la involución, podemos remontarnos a tiempos más pretéritos, de cuando el australopithecus sacaba de la gruta a la hembra, arrastrándola por los pelos.
A mí me parece así, si después de tanta retórica que se ha desgastado improductivamente a favor de la igualdad de sexos y en contra de la violencia de género, hay que simplificar el mensaje a los violadores para que la planicie de sus mentes lo pueda asimilar con la oportuna claridad y concisión. “No es no”, ¿queda claro?

5 respuestas a «Violaciones»

  1. Obviamente, a los bárbaros no hay porque esperarlos si ya los tenemos aquí asentados. Son nuestros sedentarios. Los que van llegando del exterior no hacen sino complementar el producto patrio y, tanto en calles, plazas y estaciones de Centroeuropa, como en aquéllas de los países nórdicos, las violaciones ya se están produciendo con una asiduidad impensable hace muy poco tiempo. Digamos, pues, que a estas alturas de la historia, nos encontramos más cerca del viejo manuscrito kafkiano que del poema de Kavafis: sí están ahí fuera, ocupando los lugares públicos, al aire libre, a la vista de todos. O en el interior de cualquier edificio, pongamos un juzgado, donde la víctima es interpelada severamente por su señoría, a propósito de la fuerza que opuso a ser violada, si cerró bien las piernas, etc. Que no se diga y que por nosotros no va a quedar…Es como banalizar, por un lado, la existencia; por el otro, penalizar a la víctima.
    Tener conciencia de cuándo se perdió el eslabón del tímido progreso reciente (no material) es algo enrevesado. Programas o espectáculos televisivos que el otro día, años ochenta y noventa, eran para todos los públicos, hoy son tildados de machistas o incitadores a la violencia o que pueden molestar a alguien…Escuchar las proclamas de los políticos de actualidad harían sonrojar al gorila africano más fiero; las macabras series de televisión y todo lo que se mueve por la red trivializan cualquier acción violenta contra las personas…Emisor y receptor son todo y uno. A golpe de click. ¿Quién le pondrá freno, si venimos del “despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas…?

  2. Pues bien, ya que lo mencionas, voy a ello; que una cosa es la realidad aparente y otra la realidad real, bastante más cruda. Hace unos meses leí que las violaciones a menudo no son denunciadas. Y, seguramente, porque muchas chicas tienen miedo a someterse a un interrogatorio tan exhaustivo como denigrante que,a fin de cuentas,en lugar de aliviar su malestar, multiplica su humillación. No es nada sencillo demostrar una violación como cualquier otro tipo de agresión. Y, además, están las disuasiones intimidatorias. O sea, déjalo ya, no persistas en la denuncia, pues el agresor igual se rebota y lo mismo es, al final, peor para ti. Y, a base de miedos,el violento se va afianzando en su impunidad y prepotencia. La ley de la selva, que se llama.
    En tanto, ¿qué medida preventiva habría que aconsejarle a nuestras chicas? ¿que se recojan temprano y vayan bien tapaditas? ¿Eso que tanto se critica en otras culturas?
    Degradar la educación a estos términos no sólo puede ser peligroso para las muchachas, pues una masa descerebrada y violenta igual siembra el terror en las calles que en los despachos…a ver luego en qué lenguaje le explican que eso que hacen esta muy feo, cuando lo sufran en sus propias carnes.

  3. No es No para los hunos
    y antaño fue vaselina
    o más bien la moralina
    para etarras y batasunos
    considerados los otros;
    tal vez a alguno le diera
    por descubrirse su rostro
    abandonar la quimera
    dejando de ser un monstruo
    A medias quedó la cosa,
    como era media verdad
    a muchos les tocó perder
    (la vida y todo su ayer)
    lo que a otros tantos ganar
    (poder vivir en libertad)
    En la feria malagueña
    No es No tendría que ser
    piedra de toque primera
    con lo que venga después
    aumentando las condenas
    y los delincuentes vean
    que aquí “dura lex sed lex”
    O que se cumpla al menos
    porque hoy la vas buscando
    y te encuentras con Pokemon…

  4. Como no puedo igualar la altura de tus versos, voy a recurrir ahora a la prosa, porque además es urgente. Se trata de las sustancias químicas que se diluyen en las bebidas de las chicas y, como droga, trastornan su conducta. Según han declarado portavoces de las instituciones malagueñas, el uso de estas sustancias es más común de lo que se cree y, además, después no puede ser detectado en una exploración médica, pues no deja huella en sangre. Estoy leyendo una novela, cuyo protagonista se sirve de esta práctica para acostarse con una chica (y es de 2002!!!) y lo he relacionado con el episodio de la violación en la feria de Málaga de 2014.
    Así que, cuidado chicas, mucha atención a las bebidas que os ofrecen. Porque las consecuencias pueden ser catastróficas. Tanto que, aparte del trauma, vuestra imagen se vea destrozada para siempre en boca de todos. Algo de lo que parece bastante difícil recuperarse…

  5. Ya se hablaba de ello a finales de los sesenta y asociándose siempre con el mundo hippie. Digo se hablaba (y se escuchaba) como si fuese La Pirenaica, es decir, desde lo oscuro. Pero ya ves, la evolución de la industria farmacéutica, a la que tantas personas pueden acceder y adquirir conocimientos hoy día, permite mezclar, fabricar o diseñar todo tipo de drogas, que algunos utilizan para cometer abusos, sin tener necesariamente que recurrir a la violencia física, que también, sino a anular por completo a la víctima, sin que después ésta pueda recordar o dar una explicación, que pueda ser considerada – legalmente – válida, de lo sucedido. El aquí y ahora, muy de nuestro tiempo y que atenta contra la persona y su libertad individual, pero de una manera indigna. Será por no perder el tiempo susurrando al oído a alguien que, en el fondo, le importa menos que un comino…
    Dicen los más optimistas que estas cosas son el precio a pagar para llegar a disfrutar plenamente de la democracia. Siempre y cuando, digo yo, que se destierre cuanto antes lo indigno y consideremos que la dignidad no es solamente el salario, como proclama por ahí algún sindicato…
    Bueno, aunque en principio te veo bromista, muchas gracias, Lola. Claro que puedes, mira que la ocurrencia

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