Iniesta, presidente

24 Jun

Dicen que el fútbol genera violencia, pero ha sido, precisamente, el fútbol quien ha tenido que venir a reestablecer la paz en los hogares, que andaban a la gresca por el color del voto. Como votos hay colores, ahora cuatro, pero, entrando en juego la Selección, el color indiscutible es La Roja. En esto, al menos, hay unanimidad absoluta sin lugar para la suspicacia. Ahora se puede gritar Viva La Roja, sin ser tachado de populista y soltar también un Viva España, que no parezca una loa del fascismo.
Fue comenzar la Eurocopa y amainar las discusiones familiares que afloraban al ojo patio a grito pelado, como si las torres de edificios se hubiesen convertido en la torre de Babel y cada cual se hubiera hecho de un lenguaje ininteligible para el otro. En estas últimas elecciones hay, además de matices ideológicos más o menos definidos, mucho de conflicto generacional. Así como de “Papá, te estás quedando carca” y de “Hijo, tú que sabes si no estabas aquí cuando pasó”. Y así andábamos, a base de almuerzos virulentos con portazos de postre, hasta que vino la Roja a restaurar los lazos afectivos de la armonía familiar en torno a la pantalla por la victoria común.
Si la política nacional disgrega, el fútbol internacional congrega, normalmente, al olor de la pizza a domicilio, los nachos con guacamole y el tinto de verano, y estrecha vínculos de complicidad por el deseo compartido de un mismo triunfo contra un adversario inequívoco. El fútbol, que es lo mejor que le ha salido a este país en los últimos años, enseña el valor de trabajar en equipo. Algo para lo que, visto lo visto, nuestros políticos parecen estar incapacitados por lo mucho que le cuestan los pactos.
Las dos Españas que se disputan el poder cuando tocan elecciones y envenenan de trifulcas la convivencia de los vecinos en bares y supermercados, se disipan en tanto que haya Mundiales y Eurocopa, siendo que, sobre ese césped, España es sólo una; la que tiene que ganar. La que tendría que ganar siempre también a base de votos como puede hacerlo a base de goles y dejar de jugar contra sí misma, disparando en su propia portería. Un espectáculo lamentable que exporta al exterior la imagen reencarnada de ese pueblo bárbaro que se enfrascó en aquella absurda guerra fratricida, recreándose en el auto exterminio y de la que nos redime el fútbol, de tanto en tanto, dando una versión de país más civilizado. Sólo los partidos ganados logran que los ciudadanos, olvidando sus diferencias atávicas, se fundan en emotivos abrazos fraternales y se calcen la camiseta rojigualda con orgullo patriótico.
También este año, la Selección Española con sus primeras victorias, ha sido como un bálsamo pacificador para calmar los enconados ánimos del paisanaje, enervado ante la próxima convocatoria a las urnas, hasta que el lunes el encantamiento unánime se deshizo con el penalti fallido de Sergio Ramos, de modo que el próximo domingo será una jornada de particular abatimiento y zozobra, repartida entre el dilema de reintentar el voto con ilusión y la íntima ilusión de que España vuelva a salvar el lunes su honor frente a Italia. En ambos casos, tiene que ganar España por encima de todo. Pero, por desgracia, no podremos votar a Iniesta, que sería el único candidato que podría ganar por mayoría absoluta. Él es el verdadero líder que convoca las simpatías unánimes de los unos y los otros; el símbolo de la unidad nacional. Su nota sería de diez, mientras los demás se presentan a por el cinco raspado, llevando a sus espaldas el primer parcial suspenso.
Tal vez porque confunden este examen con unas oposiciones y se presentan unos contra otros.
Nosotros, por nuestra parte, hemos dejado ya claro que queremos un gobierno en equipo y no una mayoría absoluta, por lo mal que nos han salido las mayorías absolutas otras veces, que es un encumbrarse en el poder y ejercer el despotismo, ignorando las aspiraciones y opiniones de los propios votantes. No, para eso, no queríamos una democracia. No necesitamos un gobierno que tome decisiones unilaterales, que nos imponga decretos a traición y dé la espalda a la oposición y al resto de los ciudadanos que ingenuamente lo han encumbrado. Con un dictador ya tuvimos bastante.
Más que un delantero centro chulito que nos someta al pago de un fichaje millonario, así como a sus caprichos y arbitrariedades, lo que queremos son centrocampistas currantes que cuenten con los demás para alcanzar los objetivos precisos, brillantes por humildes y viceversa. Un Iniesta en presidente y un gobierno tan colaborativo y eficaz en el Parlamento como lo ha sido en el césped la Selección Española. Con un gobierno así, ganaría siempre España.

3 respuestas a «Iniesta, presidente»

  1. Estadísticas no engañan
    más que remedio casero
    que previene la urticaria
    con el fútbol ya tenemos

    en urgencias hospitalarias
    cincuenta por ciento menos
    de dolamas imaginarias;
    será el efecto placebo…

    E Iniesta, enhiesta lanza
    considerado de pleno
    mejor galeno de España

    Con tal bagaje ganamos
    votando o de pena máxima
    siempre que no tire Ramos…

    Y por ser día de reflexión,
    la política aparcamos.

  2. Se produjo la escisión,
    en jornada electoral,
    porque una España votó
    y la otra prefirió
    un chapuzón en el mar
    y luego tomarse unas cañas,
    Por qué voy a ir a votar
    si después no hay manera de pactar
    con lo que voto,
    ni sé quién va a gobernar,
    pues igual
    mi candidato al final
    se me alía con el otro
    y eso me sienta fatal.
    Para hacer combinación,
    prefiero el euromillón…
    Así triunfó la apatía
    sin precisa mayoría
    y perdió la Selección
    y, a media asta,
    sigue el gobierno
    y España…
    Rota por no saber dónde va
    y perder la Eurocopa.

  3. España de armas tomar
    se mete en el rebalaje
    cuando no quiere votar
    como femme de ménage
    o como esa americana
    de Virginia o Alabama
    que el día de la votación
    suelta amarras a su yate
    y con las olas se bate
    por esos mares de Dios…
    Nosotros, con calamares
    se llame birra o sangría
    la cuestión es que no falten
    para tomarlas bien frías
    Si pierde España no importa
    haber copiado del gringo
    ese Día de la Marmota
    que te previene del frío
    ¿Acaso sabrá Del Bosque
    igual que ese animalillo?
    Que no se ponga cabezón
    nadie discute su estilo
    mas ha puesto la selección
    a la altura de un político
    de un político español…

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