Gobernados por las máquinas

13 May

Pronto, muy pronto, estaremos gobernados por la superinteligencia artificial. Esto podría ser una buena noticia. Al fin y al cabo, después de tantos siglos, no nos ha ido tan bien gobernados por la estupidez humana. Sin embargo, lo dicen en tono de amenaza, pues se presume que las máquinas, que nos dominarán, tendrán superinteligencia, pero no emociones ni sentimientos. Sólo calcularán rendimientos y beneficios, sin mayores contemplaciones. Pues bien, en eso tampoco es que se diferencien en absoluto de los líderes mundiales en el poder. Con la ventaja añadida de que nos saldrán más baratos. No pedirán salarios abusivos, ni vacaciones costosas, ni jubilaciones a todo tren. Funcionarán, como también los humanos por enchufe, pero con añadirles programas y actualizarlas cada tanto, van que chutan. Eso sí que será un gobierno económico donde los haya y más incorrupto que el brazo de Santa Teresa.
Los robots, emblemas de la inteligencia artificial, no tienen vicios caros que pagarles entre todos. Los mariscos les traen al pairo y los viajes al Caribe igual. Se montan y se desmontan en cualquier sitio y, si no los apagas, siguen currando sin pausa para dormir ni comer. Por lo demás, qué pasa; ¿que son fríos e inexpresivos?, ¿que parecen indiferentes a nuestras cuitas? Pues de acuerdo, cariñosos no son, pero, en suma, no notaremos demasiado la diferencia ¿Es cariñosa la Merkel? ¿Es emotivo Rajoy?
Si un presidente robot nos habla en diferido con mirada impenetrable y maneras de autómata, si no nos escucha, ni se conmueve con nuestras desgracias y súplicas, hasta nos resultará familiar. Oye, que ya eso lo hemos probado.
Pero la cosa es tenernos soliviantados a base de distopías ¿es que ya no tuvimos bastante con la amenaza invasora de los extraterrestres? ¿Con Jiménez del Oso que mantuvo insomne a medio país, viendo ovnis intrusos por todas partes?
Si ponías la tele a una hora tardía de la noche, te salía un camionero alucinado que decía haber visto aparcar un ovni en la misma cima del olivo donde se le apareció la Virgen a Fernando Arrabal y a Pitita Ridruejo. Los principales sospechosos de invasión, entre todos los extraterrestres, eran los marcianos. Unos bichejos de color verde y con antenas que, con su supuesta inteligencia superior, nos iban a someter inminentemente. Lo que creo que era infravalorar bastante la inteligencia humana.
El miedo al marciano, como al extraterrestre en general, distrajo bastante del aburrimiento. En la monotonía de nuestras vidas, siempre es mejor que pase algo terrible a que no pase nada. Pero, con el tiempo, ya familiarizados con el temible invasor, hasta le tomamos cariño. Spielberg creó a E.T., que era un extraterrestre feillo pero muy cuco y se convirtió en una mascota entrañable y Eduardo Mendoza escribió a Gurb; un espía despistado en el planeta Tierra, que contaba sus perplejidades sobre el mundo exterior como Gazel de España en “Las cartas marruecas”. O sea, que ya había un descreimiento bastante generalizado cuando aquella nave espacial llegó a Marte y no halló ni sombra de las terribles criaturas.
Los extraterrestres como amenaza inminente han resultado del todo improbables, pero como el caso es acojonar, ahora nos intentan impresionar con la inminente amenaza de los robots que dominarán el mundo. “Las máquinas someterán a los humanos”, dicen, con su superinteligencia artificial. Y añaden que nos quitarán el trabajo. Según algunos, todos están empeñados en quitarnos el trabajo. Primero, los inmigrantes y luego las máquinas. Y, en realidad, no nos importa que nos quiten el trabajo, el problema es que nos quiten el sueldo.
En el caso de las máquinas, será difícil. Las máquinas no cobran, entonces ¿cuál va a ser el problema? Pues ahí va, las máquinas empezarán a pensar por su cuenta. Normal, si son superinteligentes, desarrollarán un juicio crítico, digo yo.
Sin embargo, no lo termino de ver. Las máquinas son más eficientes cada vez, no cabe duda, pero tienen una tendencia fatal a “escacharrarse”. He ido a más de un acto cultural que iba a ser ilustrado con el apoyo de las nuevas tecnologías supuestamente, que ha sido boicoteado por un ordenador muy torpe o, diría el propio ordenador, por un intelectual muy torpe que no sabía comprender su superinteligencia. Sea de una manera o de otra, la intelectualidad de la máquina y la del intelectual, se llevan fatal, pues, llegado un momento, el aparato se pone en huelga y el acto prosigue sin su apoyo. Sé lo que es eso; el público esperando y aquello que no va.
Por el momento, pongo en duda la superinteligencia de las máquinas y, más aún, si tomo por ejemplo las que tengo en casa. Esta fría primavera les ha venido alérgica y enfermiza y no hacen más que contagiarse de virus. Es pinchar un mensaje y saltar la alerta.
Ayer mismo, al abrir uno de estos mensajes en el móvil recién comprado, empezó a parpadear la pantalla con la imagen de un marciano verde como aquellos de la infancia, que decía ser un peligroso troyano y me iba a hackear toda la información del teléfono. Y el aparato, asustadizo, además de torpe, se apagó solo.
El gobierno de las máquinas es tan improbable como la invasión de los extraterrestres. No son infalibles, afortunadamente.

3 respuestas a «Gobernados por las máquinas»

  1. Habrá, con mucha paciencia
    que crear algo de mérito
    parecido a la resistencia
    que recrea el cine bélico

    glosando la resiliencia
    humana en todo tiempo.
    Una vez vencido Cronos
    apostar por personajes

    de la talla de John Connor
    y sus míticos equipajes…
    Que para el caso es igual

    poner freno sin ambages
    a la máquina o a la Esfinge
    de La Machine Infernale…

    Saludos

  2. La distopía aventura
    una realidad muy cruda
    de robots inteligentes,
    máquinas nada afectivas
    con bastante mala leche,
    pero ahora en el presente,
    cariñosas y obedientes
    las diseñan macanudas
    los amigos japoneses.
    ¿Por qué creer
    que, si es sabio,
    no puede dar amor
    un robot
    y ser más humanitario
    que el resto del vecindario?
    que hasta el hombre de hojalata
    encuentra su corazón
    fue una lección que aprendimos
    al ver El Mago de Oz.
    Venga ese robot divino
    y reduzcan a chatarra
    al ladino.

  3. Y ese robot, por ahora
    tan divino
    como si fuera persona
    acierto y tino
    hecho a nuestra imagen
    y semejanza
    empezará antes que tarde
    la desbandada;
    en tanto que inteligente
    soñará la utopía
    de un sofá permanente
    algún día…
    igual que su antecesor
    el proletario
    creyó habría algo mejor
    que el necesario
    Alguna vez para su deleite
    se le irá la mano
    pareciendo más humano
    y perderá el aceite…
    En cuanto truene el Árbol
    veremos al robot
    haciendo el Espantapájaros

    ¿Que no..?

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