Albert Rivera no encuentra a su “media naranja”. Si las urnas le hubiesen sido más favorables, ahora sería una naranja entera, como se autodenominaba Antonio Gala, pero, en estas condiciones, necesita como el pan al otro borgiano para completarse y dejar de ser “una mitad sin saber su identidad”, que cantaba Ana Belén.
Lo de la identidad lo tiene difícil, pues estar en el centro significa servir de relleno a cualquier emparedado. El centro, en democracia, es un concepto tan difícil de explicar como el limbo en la Biblia, como el ser o no ser de Hamlet. La relatividad alimenta las divagaciones filosóficas, pero el electorado necesita una mayor definición para decidirse y saber a qué atenerse y, puestos a ser, quiere que el votado sea algo concreto y no hasta cierto punto; que sea lo que sea, pero que lo sea del todo, como que no le valen medias tintas. La ambigüedad es materia para el arte, para el cantante enigmático en plan David Bowie, pero en el político desazona. Al votante y al político mismo.
Albert Rivera, visiblemente desazonado, deambula por la escena como esos medios seres de Ramón Gómez de la Serna, como el vizconde demediado de Italo Calvino, buscando la pieza que le encaje, el otro yo complementario, el yang del yin y viceversa. No es cómodo ser un comodín sino es en un juego de mesa. Al final todos te quieren por el interés como a Andrés. Rajoy para ser presidente y Sánchez para pasar el rato, mientras espera el sí quiero de la chica difícil que, cuanto más se resiste, más mola.
El pacto fácil es como el abrazo fácil, quien lo da, acaba diciendo:
-Sólo me quieres para eso. Es que sois todos iguales.
Sánchez lleva del brazo a Rivera por la calle de Alcalá, pero se le van los ojos detrás de Iglesias, que es como la Fortunata del trío; la chulapona de barrio que suelta cuatro frescas y escapa calle abajo, haciendo la peseta.
-Pero ¿qué tiene ésa que no tenga yo?
Y es que así son las cosas del querer; no tienen fin ni principio, ni tien cómo ni por qué.
Luego se le acerca a Albert, Rajoy, frío y taimado, a proponerle matrimonio de conveniencia y le dice que no; que él quiere un presidente con las manos limpias.
Pero las manos limpias ya no son lo que eran. Ahora “Manos Limpias” es “Manos Trincan”. Hay que ver cómo está “la suciedad actual”, si no fuera por el blanqueo…
Y, en medio de todo, en su centro metafórico, Rivera lamentándose por las esquinas, como la morena de la copla, que cantaba tras la reja: “Gitana, que tú serás como la falsa monea, que, de mano en mano va y ninguno se la quea”.
Rivera no encuentra su espacio, tal vez porque no ha sabido escogerlo. No ha sido buena idea querer reencarnase en Adolfo Suárez, que acabó perseguido por el gafe de la incomprensión. Le hubiese valido más confesarse de derechas y ofrecerse como alternativa al PP, que a tal y como está, va necesitando un relevo urgentemente. Lo dice hasta Esperanza Aguirre que hasta ha escrito un libro, cuyo título la define “Yo no me callo”. Si el PP se extingue, ella nunca, que quede claro.
Después del tiro de gracia de los papeles de Panamá, de la dimisión forzosa del ministro Soria y la destitución del alcalde de Granada, ésta tendría que ser la oportunidad perfecta no digo para Esperanza, que tiene también un pasado, sino para Rivera, si es que se decide a decir que es de derechas y los votantes de derechas a creerlo; que, a lo mejor no, después de tanto emparejamiento con el PSOE.
Sin embargo, aseguran que, de repetirse las elecciones, volvería a ganar el PP y el presidente sería Rajoy. O sea, cuatro años más de PP y de Rajoy ¿Quién entiende a este país?
¿Quién entiende a este país?
22
Abr
El español, ¡vive el cielo!
tiene la mano muy larga
en el juego y en amores
aquí no se corta un pelo
pues tirando de folclore
incluso se pone tierno
si le sacan los colores:
“Por la calle de mis celos
en veinte rejas, con otro
hablando siempre te veo…”
Y antes que perdedor,
en asuntos de política
y para su desolación
buscando hacer “mesa limpia”
echará el resto al farol
se quedará sin camisa
empeñará la “parienta”
pagará novena y misa
para no soltar la rienda
donde viaja lo que sisa
de vuelta del Panamá
y de ordinario, a Suiza…
No se puede pedir más…
A mí se me frunce el ceño
esto no era lo tratado
me sale la vena er pueblo
yo estaba acostumbrado
a carreros y cartameños
magdalenas y de S Marcos
ahora trago panameños
¡y sin haberlos probado!
Como se suele decir,
el rey reina,
pero no gobierna
(el gobierno tampoco)
Buenos días a tod@s
Oyendo que los políticos
son igual
en lo esencial,
¿qué diferencias habrá,
que no se ponen de acuerdo
a la hora de pactar?
y, mientras vienen y van
papeles de Panamá,
ya se ha pasado el invierno
y no tenemos gobierno
¿Para qué desesperar
si como cantaba Iglesias,
al final,
nos encogemos de hombros
y la vida sigue igual?
Que es una gran excelencia
también del pueblo español,
la soberana paciencia.
Paciente en los agravios
distraído y despistado
son virtudes de sabios
pueblos mediterráneos
Anteponer indolencia
o colocar los alnados
es arte llamado ciencia
en Europa, desastrados
¿Qué no dirán estos tales
ahora que se aproximan
en el fútbol, las finales?
Tumbados a la bartola
la birra con caramales
y la final… ¡española!
No me diga usté, seña Lola…