Podríamos decir que Arturo Pérez Reverte se está volviendo cervantino, a juzgar por cómo le van saliendo los Avellaneda.
Ya se habla de artículos apócrifos del autor que en las redes están cundiendo como la espuma. Dado por suyo, leí hace poco en facebook un texto antipodemita, clásico temático de la temporada, que ciertamente me sorprendió de forma y fondo. Era tal su falta de brillo, de estilo e ingenio que llegué a pensar que la pluma artúrica estaba en horas muy bajas, pero hete aquí que leo a continuación una publicación relacionada en la que se afirma que el artículo era más falso que la falsa moneda, al igual que otro que ya habían publicado como suyo el año anterior con más acierto en la imitación del estilo, con el título “Españoles ¿sois idiotas?”, que ponía en guardia a los ciudadanos sobre la desvergüenza de los políticos. Su verdadero autor, Jesús Sanz Astigarraga, lector, a lo que se ve, esmerado de Reverte, lo emulaba con tal veracidad, que el emulado no se dio por ofendido. Si bien admitió que nunca había escrito el artículo “Sois idiotas”, concedió que coincidía con él en casi todo.
Sobre este último texto, “Y luego no digamos que no lo sabíamos”, aún no se ha pronunciado, que yo sepa, aunque, a todas luces, se haga suponer por su total carencia de agilidad y de chispa, que es más postizo que un implante dental.
El segundo Avellaneda, sin cuidar nada la réplica, se ha limitado a redactar un informe plúmbeo, que, en su desmañado inventario de ataques, no se sabe si insulta más que a Pablo Iglesias, a la firma que pretenciosamente se quiere atribuir o a la inteligencia de los lectores que, sin perspicacia ni paladar alguno, darán por bueno todo lo que le sea presentado bajo la supuesta autoría de Pérez Reverte. Un autor, cuyas opiniones son asimiladas por muchos como un credo.
Si lo importante de este artículo es lo que dice y no quien lo dice como han defendido algunos ante las acusaciones de suplantación, por qué tuvo que recurrirse a la artimaña de vincularlo al escritor murciano para dotarlo de autoridad y relevancia e influir en las masas ¿no es esta una estratagema taimada y deshonesta?
Había oído decir a Arcadi Espada en una columna que, en las redes sociales, se fragua el populismo, pero lo cierto es que también allí el antipopulismo campa por sus fueros con toda su artillería, pues el contrapodemita ha resultado ser un individuo muy creativo, tenaz y persistente. En la guerra todo vale; noticias dudosas, artículos apócrifos o fotomontajes de Iglesias y sus secuaces, tridente en mano, arrastrando al paisanaje a las llamas del infierno.
El antipodémico es como esos ilustradores de antiguos catecismos que adiestraban a los niños, con imágenes sobrecogedoras, para hacerles abominar de las tentaciones pecaminosas del demonio, (suponiéndonos a todos infantes indefensos sin un criterio crítico ya formado, por fortuna, en décadas de democracia.)
Por supuesto que no se trata de coartar la libertad de expresión sino de pretender afinarla. Cuando los instrumentos de persuasión son tan torpes, terminan por ser disuasorios y alimentar el efecto contrario.
La lucha virtual por el poder está demostrando ser muy poco virtuosa. Abunda la aguerrida cobardía del anonimato, la puñalada trapera y la publicidad engañosa. Es más que aconsejable volver al papel, donde las opiniones vienen firmadas con los nombres y apellidos de autores que dan la cara. Una cosa es interactuar con los amigos en el chat y muy otra forjarse una orientación política con imágenes volanderas aquí y allá y titulares de sal gorda.
Los periodistas veteranos como Manuel Vicent, que vino a Málaga el martes pasado, nos advierten de ese peligro que es confiar toda nuestra información a las tecnologías. También porque en pantalla se soporta muy mal la lectura de un texto largo y hay que dudar de un pensamiento que no resiste más de 140 caracteres.
Umberto Eco, que era un escritor de volumen, no hubiese sido nunca leído, según estos nuevos parámetros. Abominando él también de la superficialidad informativa de las redes, se marchó de una época que ya no era la suya, sin el premio Nobel, que a los grandes, se les está quedando chico. En Estocolmo como en Eurovisión, ya se premia más por motivos políticos que por calidades artísticas.
A Umberto Eco, yo le debo uno de mis primeros amores de juventud; el fraile franciscano Guillermo de Baskerville que resolvía los misterios, aplicando a sus deducciones, la infalible lógica que desarrolla en el humano el estudio del latín.
La verdadera revolución, entonces como ahora, sería volver al latín, a la lógica y al papel. Este regreso es, en definitiva, el progreso.
Quiero entender que los “antipodémicos” se valen de las mismas tácticas para la enseñanza – adoctrinamiento que el régimen anterior utilizó para perpetuarse en el poder, y ahora hacen uso de ellas, junto con los referidos “anti”, los nacionalismos periféricos, en su afán separarse y los “propodémicos”, pues todos ellos sí parece que hayan acertado en la defensa de sus respectivos intereses. ¿Lao-Tsé? nanai, ahora ya no lo sabes. Listeza se llama la cosecha y algo de inteligencia dispersa, tras años de Lode, Logse, Loce, Loe, Lomce…¡Don Latino, hay que volver a París! ¿quién dijo eso, ya moribundo…? Y Lola, Ad maiorem Dei gloriam, pide volver ¡al latín!, ¿estás segura que no es un lapsus? ¿Y quién sabe latín? Exactamente, los podemitas y compaña, los más preparados, saben latín, porque ser más listo que el hambre, en España, es saber latín, “sermo rusticus plebeius” y llevárselas de calle. Pero hablamos del nobilis urbanus y ahora búscate un convento o un monasterio, llénalo de jóvenes, subvenciónalo…y anda, ve y cuéntaselo a las bases…
Es normal que Arturo Pérez Reverte tenga imitadores, “Avellanedas”, algo irán buscando, pero que intenten remedar lo mejor que puedan. A mí se me representan como esos maletillas del toreo. Si tienen suerte y se fija en ellos un buen “apoderao” pues igual los eleva hasta el estrellato (¡qué horror de palabra, mamma!) que todo es posible hoy, ¿entiendes por qué lo del latín?
Tomás de Iriarte, fabulista e ilustrado nuestro, arremetía contra las dos clases de traductores españoles, que tenían un defecto común: no transmitir la calidad de los originales, ya empeorándolos, ya mejorándolos:
“Mas de igual ignorancia o picardía
nuestra nación quejarse no podría
contra los traductores de dos clases,
que infestada la tienen con sus frases
Unos traducen obras celebradas,
y en asadores vuelven las espadas;
otros hay que traducen las peores,
y venden por espadas asadores.”
Saludos
No deja de ser curioso que la autora se refiera a los seguidores de Reverte como a una especie de lelos mentales que siguen al mesíanico autor como si de adalid de la verdad fuera bajo la simple frase de “autor, cuyas opiniones son asimiladas por muchos como un credo”, mientras palabra sí y palabra también no deja de referirse al antipodemismo como si esto no dejase de ser una conducta pecaminosa, ignominiosa, lacerante… una especie de crítica a la amplitud de miras que toda verdad absoluta merece más propia de mentes débiles que de homos sapiens sapiens. Esos antipodemitas que precisamente no siguen como si de otro credo se tratase las opiniones del no menos mesiánico y todo poderoso líder Pablo Iglesias y su partido inventado (y ya veremos si no planificado y organizado en lejanos desiertos y amazónicas selvas), quien sin haber siquiera rozado el poder ya está pidiendo ministerios, vicepresidencias, televisiones y boletines esenciales para el control del Estado, que no para la mejora de las condiciones de vida de las masas integrantes del mismo, incluidos sus propios votantes (que no olvidemos, dentro de esas masas no dejan de ser minoría por mucha pompa y boato que orquesten), al más puro estilo bolivariano. Y no, no me tache de sacar a Venezuela a colación; ya se encargó el podemita líder en multitud de ocasiones en sus Tuerkas Y Fort Apaches, pese a que en tiempos recientes corra tupidos velos sobre estos asuntos como si el desmán caribeño no fuera con él ni los suyos.
Sinceramente, y sine animus ofendi, ¿no se le ve un poco el plumero a la autora?¿No hay acaso cierta envidia de esa plebe crediticia de las opiniones de un Reverte al que quisiera emular, pero sin duda no alcanza, fallando al deber podemita de defender al indefendible líder contra toda discordancia, ab maiorem Pablo gloriam?
No intente abordar la vertiente culta de ese populus, pues a fin de cuentas, precisamente el perfil del podemita cibernético medio no es el de alguien con argumentos trascendentes y de peso, sino todo lo contrario; tristemente nos tenemos que conformar en la mayoría de los casos con el que se trae de casa la lección escrita, o al menos eso es lo que demuestra la masa “que busca el cambio”, con la que toca lidiar a diario “meme” tras “meme”, mensaje populista tras mensaje populista, media verdad tras media verdad. Y no, esto no debería indignarle, pues a fin de cuentas no es más que la aplicación actualizada del goebbelsiano principio de la Vulgarización. Ya sabe, aquel que dicta que “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.”
En serio, hágame caso. El cartagenero Reverte se conforma con el bar de Lola para tomarse su vino de Jumilla peleón. Usted goza en Málaga de abrevaderos de la calidad del Pimpi y similares. No desperdicie la ocasión y haga fiel ese axioma juliocesariano de “Beati hispani quibus bibere vivere est”, y tómese el antipodemismo de forma más tranquila. Que a fin de cuentas, España, como muchos desean, sigue siendo un Estado laico, y no necesitamos desvestir a unos santos para vestir a unos marxistas.
Qué tiempo aquél de las tecnologías, se dirá en otro tiempo. Pero resulta que siempre, creo yo, hubo tecnología. La rueda, el martillo, la producción de herrajes y el primer beso instrumentado a distancia por expertos anteriores, no tienen algo de tecnología hacedora? Levantarse cada día, miccionar, lavarse la cara, peinarse, vestirse…, no tienen algo de tecnología? La costumbre no es una tecnología que acaba combatiendo contra la artrosis? Y persignarse y a la vez desmenuzar un jeroglífico de perniciosa álgebra, no implica también una suerte de tecnología? Falsificar es tecnología, duplica de original, replica de antecedentes, construcción del mundo, sucesión de generaciones. De lo falso que sigue porque es verdadero, podría ser el título de una tesis. Escribir es un acto de plagio inconsciente. Todo el que escribe copia ingenuamente las influencias literarias. Donde no hay plagio es en la cerveza que me estoy tomando ahora, porque sólo mi garganta la está tomando. Saludos victorianos.
PD: acompaño en adenda este poema al albur, que titulo…
EL AMANTE FALSO
Entrando en aposentos la gran dama,
nublose de repente su mirada.
Creyó ver a su señor que la esperaba,
mas tornose en falacia aquella imagen.
Un sueño a la verdad pintiparado
la puso a pie de un tálamo falsificado.
Queridos comentaristas:
Debo agradeceros la calidad y la extensión de vuestros textos en este blog, que están muy por encima de la media que se suele en otros espacios internáuticos. Para mí, la opinión expresada con tal respeto a la lengua, coincida o no con la mía, vale un potosí.
Y, más que nada, lo que le reprocho al Avellaneda de Arturo es su pobreza de recursos y el total desprecio a la inteligencia de los lectores, que, según el falsario, creerán lo que se les cuele.
No seré yo el Ortega y Gasset que hable de masas invertebradas. La gente en este país ni es tan gente ni tan burda como les suponen los propagandistas en cualquier sentido y no es tan sencillo manejarla y, aun cuando las aparten del latín y las quieran sumir en la ignorancia, tienen muchas más luces de las que se le atribuyen. Si por puro sentido común soportan estas situaciones de un modo tan ejemplar y civilizado, sin liarse en la calle a garrotazos, imagínemos cómo se las iban a gastar cuando les permitiesen desarrollar un juicio crítico con los niveles educativos y culturales que tanto les regatean.
Poquísima habilidad y perspicacia demuestran quienes llaman a la mayoría, casi todos, país de cabreros, como displicentes visionarios desde sus púlpitos de prepotencia. Insultar no es la mejor estrategia, desde luego, para convencer ni ganar voluntades.
Hola, buenos días.
Todos queremos parecernos a alguien. Ud. Lola, no sé si lo sabe, pero sus escritos tienen cierto aire de humor y sutileza a lo Elvira Lindo. En este caso, Ud. la supera.
No sé nada, no recuerdo
nunca fui comisionista
y tengo por pensamiento
haber sido nada de nada
como canción de Cecilia;
lo mío es el no absoluto
el no total, hiperrealista
el no cabal e impoluto
que no aparecerá en lista.
Ni poniendo Nóos en latín
se enterarán los escribas
pues será no hasta el fin…
Su nombre no es Catilina
que se llama Urdangarín.
La Elvira de Manolito
y de tinto de verano,
la que leí en sus novelas
no es en vano,
que sale en estas hojuelas,
pero es también mi abuela
que tuvo de nombre Elvira
el sello de mi ironía.
Era su pluma traviesa
quien a su sabor ponía
sátiras muy quevedescas
que, veraces, ofendían,
pues era tal su agudeza
de no dejar títere
con cabeza.
Urdangarín, malandrín,
es un pícaro socrático,
decir que nada sabía
no será filosofía,
pero por su picardía
se quedará entre los clásicos.
Trincando en la monarquía,
su vida será de pillo
a la par, que esa novela ejemplar,
Rinconete y Cortadillo.
Que el latín está acabado
basta echar una mirada
al depravado espectáculo
que brindan los diputados
y la sombra que proyectan
regateándose intereses
(como plebe vil y abyecta)
sobre panem et circenses.
Con razonamientos burdos
para gloria de baja estofa
o de atónitos palurdos
a Educación hacen mofa.
Mejor que toda esa ira
la ironía de abuela Elvira…