Cuando la tierra tiembla

1 May
Daniel Clavero Toledo, doctor en geología

El sábado pasado estaba, precisamente, asistiendo a una charla sobre terremotos, cuando nos llegaron las primeras noticias sobre el seísmo de magnitud 7.8 que se había producido en Nepal, convirtiendo al país, desde entonces, en una montaña de cascotes, entre los que aún los perros rastreadores continúan detectando nuevos cadáveres que multiplican progresivamente la cifra de muertos en la catástrofe. Según el primer ministro nepalí, Sushil Koirala, por el momento, el número de víctimas mortales por el terremoto podría alcanzar los 10.000, si bien Naciones Unidas ha elevado a ocho millones, el número de personas que se han visto afectadas por el terremoto.

Cuando la crónica negra internacional arroja a los gruesos titulares, como suele hacerlo periódicamente, cataclismos naturales, envueltos en nombres de países lejanos y exóticos, se habla de conmoción general, que es como hablar de un sentimiento que se diluye por pura abstracción, pues lo cierto es que, estos datos cuando se desorbitan en términos numéricos, a miles de kilómetros de distancia, no caben en mente humana, contándola de una en una. Terrible es esta verdad, pero, como toda verdad, muy cierta, que el individuo tienda a considerar irreal toda tragedia, por desmesurada que sea y casi más si lo es, mientras no le salpique el ámbito de sus pequeñas miserias cotidianas. Pasado el primer golpe de efecto, el terremoto en Nepal como el Tsunami en Japón, salvo en rosas excepciones, se convierten para el ciudadano de la otra orilla del mundo en las mismas imágenes de archivo. La conmoción general es sólo un modo falso y retórico de nombrar a lo que, a fin de cuentas, no es más que indiferencia. Un mero encogerse de hombros y pensar; a nosotros no nos pasa. Como si creyésemos, tocados de cierta ignorancia arrogante, que la tierra sólo tiembla bajo los pies de los países tan pobres como Nepal.

Nepal carecía de infraestructuras adecuadas para afrontar un terremoto, oigo y leo hasta la saciedad, pero ¿de verdad las nuestras sí lo están? ¿Estaríamos a salvo en nuestras viviendas si se produjese un terremoto con la cuarta parte menor de magnitud? ¿Sabemos que Málaga está entre las zonas con más riesgo de sufrir un terremoto devastador?

 Precisamente, la charla a la que asistí el sábado pasado, trataba sobre el riesgo sísmico que afecta a Málaga y provincia y las hipótesis sobre pérdidas, muertos y heridos en el caso nada descartable de que nos volviese a asolar una catástrofe como aquella que se dio ya en 1884, afectando a Vélez, Colmenar, Periana, Canillas y Estepona con el saldo de 4.400 edificios destruidos y 839 muertos.

Los supuestos que iba arrojando a la luz el conferenciante no eran nada alentadores, aunque, por desgracia del todo fiables, ya que el contenido de su charla era un resumen de las líneas básicas de su tesis “Microzonación sísmica de la ciudad de Málaga. Aproximación teórica y empírica”,

por la que acaba de ser nombrado doctor en geología con la calificación de “Sobresaliente cum laude”. Pues el flamante y laureado doctor es mi hermano, Daniel Clavero Toledo, véase que, en ocasiones, el orgullo es compatible con la inquietud.

Tengo información privilegiada y de primera mano, pero, según dicha información, no estamos a salvo de un terremoto ni nada seguros si se produce. Para colmo, mi hermano Pepe, que también es geólogo como el menor, suscribe todo lo expuesto punto por punto, como el mismo tribunal del Departamento de Física teórica y del cosmos de la Universidad de Granada.

O sea que, vulgarizando la prosa científica, si un “probable” terremoto de cierta intensidad asolase los terrenos de algunas zonas de Málaga, muchos edificios se irían a tomar por saco con todas sus criaturitas dentro, me temo.

Ante semejantes vaticinios que no los ha escrito un augur con pluma de ganso y, como están próximas las elecciones municipales, animo desde aquí a los candidatos a incluir, ante todo, medidas de prevención contra los riesgos sísmicos en su propuesto PGOU.

Que se estudien previamente y con minuciosidad los terrenos donde se construye y se revise la calidad de las construcciones habitadas. Por lo general, nos encanta esta ciudad. Queremos conservarla y conservarnos también nosotros mismos. Nos va la vida en ello.

2 respuestas a «Cuando la tierra tiembla»

  1. http://www.ign.es/resources/sismologia/tproximos/prox.html

    Comentario: Excelente que un hermano haya dado la charla para informarnos y educarnos…, el otro hermano como público presente para contribuir con sus conocimientos desde la experiencia…, y la hermana Lola para terminar escribiendo el artículo periodístico…; si fuesen mi Familia estaría muy orgulloso de ellos…

    ¡Felicitaciones a los tres y felicidades!…

    P.D.:Si alguna vez la suerte no nos sonríe con el sol y la tierra temblase debajo de nuestros pies…, les dejo un enlace del Instituto Geográfico Nacional(España) con las recomendaciones para saber “Qué hacer antes de un terremoto”…

    http://www.ign.es/ign/resources/sismologia/qhacer/qhacer.html

    ¡Saludos para todos!…

    Sancho.

  2. Vastísimo programa el suyo, seña Lola, requiriendo estudios previos a la construcción o revisión de lo ya construido. Eso es querer partir de cero, si consideramos todo lo que (no) se hizo, tras pegarle fuego al monte y posterior recalificación de tales terrenos. ¿Sobraría algo, algún eurillo, para todo lo demás, después del PGOU…? Tengamos en cuenta la cantidad de piedras “roonas”que aún quedan, similares, incluso quintas de aquéllas de 1884, más la jungla de mazacotes construídos de un siglo para acá…No sé, no sé. De cualquier forma, es muy loable el trabajo realizado por el joven doctor y hermano suyo, Daniel Clavero, aportando claridad y ciencia con su tesis sobre algo que, si bien evoca tragedia, siempre nos parecerá lejano. ¿Escarmentaremos alguna vez en cabeza ajena y nos pondremos manos a la obra…?
    Cuando la tierra tiembla, en cuanto a titulo, se parece mucho a “Cuando el viento sopla” aquella película de animación de 1986, donde el previsor gobierno inglés repartió folletos informativos a sus ciudadanos, sobre cómo actuar ante un inminente ataque nuclear, que finalmente se produjo… Y no es por comparar, pero los actos humanos, revestidos de inteligencia, superan con creces cualquier maldad atribuida a la madre natura…
    Enhorabuena a esos hermanos, que estudian y trabajan por hacer el bien

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