Votaremos. Votaremos porque es nuestro deber democrático y porque el voto es también ya casi nuestro único derecho, después de haberlos perdido casi todos. Votaremos, no hay duda, votaremos todos. Incluso todos los que, según la Constitución, tienen derecho a tener una vivienda digna y adecuada. Y no la tienen. Votarán, en fin, los desahuciados, los desencantados y los desempleados y lo harán con un voto reflexivo, porque, en tantos años de desocupación, lo que sobra es tiempo para pensar. Para escuchar noticias, leer periódicos y programas electorales, contrastar toda clase de informaciones en los medios digitales y atender a los debates. A fuerza de sufrimiento, se madura, ya no somos esos frívolos despreocupados que se dejan embelesar por el corte de una chaqueta o el color de una corbata. Hemos aprendido a leer entre líneas, pues no hay mejor maestro que el desengaño y sabemos del olvido fácil que tienen las promesas cuando, después de las elecciones, toca cumplirlas. Luego los electos por gracia nuestra, podrán hacer lo contrario de lo prometido con el argumento de que gobiernan por libre decisión de las urnas con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos. Entonces dará igual decir que lo que hemos votado era la promesa y no esa actuación que después la contradice. Nuestra única decisión es el voto, después del voto, las decisiones dejarán de pertenecernos y sólo nos deberemos a la obediencia de acatarlas, tanto si nos gustan como si no. Hemos de afinar más, por tanto, y no equivocarnos por tontos. Hay que adivinar las intenciones soterradas bajo las poses y las palabras, como las encuestas adivinan lo que vamos a votar antes incluso de que lo hayamos decidido.
En esta campaña electoral no nos han tratado con demasiado cariño. Hemos echado de menos una mirada directa a los ojos, un despliegue de gestos afectuosos que nos abriguen un poco este corazón helado por los rigores de tan largo y frío invierno.
No estimula nada a la ilusión contemplar ese combate vergonzante en el que todo se vuelve un mutuo aireo de trapos sucios, al que sólo hemos servido de fondo silente y en lo oscuro. Los líderes, como dioses grecolatinos, olvidados de nosotros, se han enzarzado en sus propias cuitas, entonando las cuentas de su largo rosario de rencores. Y no era eso; no queríamos ser los hijos que asisten a las peleas de esos padres separados que se disputan nuestra custodia. No se trata de saber si papá es más malo que mamá o viceversa. Estamos parados en el umbral de la puerta esperando que alguno de los dos nos lleve, de una vez, al colegio o que nos ponga la merienda o el termómetro porque hemos empezado a sentir fiebre.
Queremos saber exactamente qué va a pasar con el paro, la educación, la sanidad y el 21% que penaliza las actividades culturales. Ya no somos menores de edad, porque nos ha pasado demasiado tiempo por encima y no nos lo podemos permitir. Nuestro voto requiere la madurez y la frialdad propia de un experto ajedrecista, pues hay que contar también con los pactos que, de la noche a la mañana, podrían ponerlo del revés. Nuestros candidatos han vendido la piel del oso antes de cazarlo y, durante toda esta confusa campaña, han aventurado pactos de lo más variopintos, de modo que ese voto que decidamos entregar a las urnas, podría reciclarse en cualquier sentido que incluso contradiga nuestra propia decisión. Las intenciones previas de no pactar, bien pueden convertirse en pacto, según pinten los resultados del escrutinio.
Víctimas de tamaño embrollo, habrá tentaciones de abstención entre los indecisos, aunque creo que, al final, votaremos casi todos, porque con la abstención nos rebotará la culpa de los resultados, tanto como también seremos culpables de esos mismos resultados si votamos. De una manera o de otra, siempre vamos con la culpa cargada a las espaldas. Por abstenernos, por votar con el corazón o por recurrir al voto útil. Sólo cuando votamos somos el pueblo soberano. Después del voto, volveremos a ser “gente”; esa pobre gente que se equivoca, que se merece todo lo que le pase. Encima.
Pero pase lo que pase, vamos a votar, porque hemos comprendido ya, por fin, que la política nos afecta, que, de repente, se nos mete en casa y cambia el guión de nuestras vidas. “Que la política iba en serio, lo comprendimos más tarde…”
Votaremos porque ésa va siendo la única baza que nos dejan jugar en el tinglado democrático y no es momento de decir “paso”. Votaremos, vaya que sí, por nosotros y por nuestros muertos; todos esos suicidas desesperados que esta maldita crisis se ha llevado por delante. Cómo no.
Vilipendiados o volteados
votemos, no está vedado;
vadeemos lo vomitivo
con viraje vengativo
hasta dejarlo varado;
venzamos, sin vacilar
todo lo vociferado
todo lo visualizado
No ha lugar el vegetar
una vez verificado;
ni vivir ni vincular
vida dentro del vallado
Soltando lo venerado
es la hora del volar
Una vez mas…
Buenos días
Me temo que mi pregunta va a ser más prosaica ¿qué te parece el resultado de las elecciones?
Pues eso, que no salió el sol por Antequera. Por lo demás, misma abstención, Podemos no es para tanto poder, como sus viejos y caducos lemas; la llamada derecha (PP) se mantiene, mal que bien, junto al palio, dispersando algunos votos hacia Ciutadans y la otra derecha – sí, pero más sibilina (PSOE) – continúa con los mismos escaños. O sea, que de corrupción en la Junta, nada de nada. En treinta años han fabricado tremenda olla, de cuyo interior se nutren los más pudientes andaluces y los altos cargos de la política . Y por fuera, entre chorreras de caldos y otros restos, que se forman al caer de las doctas cucharas, andan recolgados cientos de miles de manteníos, que a su vez mantienen a los primeros con sus votos…Vergüenza torera le llaman a todo el conjunto, mala pedrá les den… El grupo político que se considere limpio de polvo y paja y que se atreva a pactar con semejante hermano mayor, le puede pasar lo que a IU: desaparecer sin combate en cuanto se le ocurra hurgar más de la cuenta.
Creo que ya aventuramos que la próxima compañera de viaje de Rosa Díez sería la soledad. Una pena, pero ya se sabe que, en España, ir de frente, de cara y por derecho tiene un precio. Aparte que aquí, en el sur, tenemos razones más que sobradas para seguir con ma de lo mizmo: Vamos a escuchar algunas:
¿Y si no apoyan a Susana en la investidura? Dicen hoy que no…mañana no se sabe. Y pactar? Dicen que sería un suicidio para Ciudadanos y Podemos en las generales ¿entonces?
El suicidio ya lo fue para IU, en cuanto sacó un poquito el pie del plato. Si no fuera por la catetocracia en que nos vemos envueltos, el pacto lógico sería entre PP-Podemos-Ciutadans, partidos que no han gobernado nunca desde la Junta y que los corruptos de Andalucía se buscaran la vida. Pero menudo desbarajuste, en una comunidad que se caracteriza por el servilismo, dotada de una propaganda oficial y de partido envidiables, que interactúan junto con el adoctrinamiento de las bases. Tal vez por eso soslayaron la Educación, – ¿para qué? –como dijo en su día Lenin, a propósito de la Libertad. A Sánchez Dragó ya lo pusieron a bajar de un burro cuando dio su opinión sobre el inmovilismo andaluz y el papel desempeñado por la tercera edad, en los éxitos electorales del PSOE. Eso y que la derecha es mu mala, entendiéndose por derecha todo aquél que piense diferente.
Nuevamente, se han llevado el gato al agua los asustaviejas y ese cuarenta por ciento que le da igual todo. La pregunta del millón, ¿dónde está, pues, la crisis? Porque son sobre todo los paniaguados del sistema y los venales de la información aquéllos que hablan de ella, es decir los biempagaos, que se encargan de teledirigir al personal en cuanto escuchan lo más mínimo.
Pues que se dejen de tanto cuento tártaro, vendan todas sus pertenencias, repartan el dinero entre los pobres y sigan a Jesús.
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¿Y ésa quién es, Ignatius? ¿una pastora de las marismas? Al fondo debe estar la Blanca Paloma, siendo Viernes de Dolores…En cualquier caso, gracias a los mensajes subliminales del Ignatius, felicidades, Lola.
Me dicen que el paro es un invento de los periódicos de derechas que exageran los datos. Bueno y en qué estadística están mis vecinos parados? Su paro no creo que sea una exageración, objetivamente.
Gracias por la felicitación, Winspector!!!