Los chochenta

27 Feb

La nostalgia es un ejercicio de masturbación colectiva. Supercolectiva cuando se trata de la nostalgia de la década de los 80 que afecta a la nutridísima generación del Baby Boom.

Las nacidas y nacidos en los 60, que son legión, ahora ya talluditos, veneran los 80 pues son sus tiempos de juventud, y explotar esa nostalgia es subir porcentajes de audiencia. A este objeto proliferan los programas revival que se complacen en un chocheo ya masivo. Tanto que los ochenta están por convertirse en los chochenta.

La cosa ya vino gestándose en los pubs de ligue para divorciados marchosos, donde se pinchan discos de Radio Futura, Gabinete Caligari, Tequila, Ducan Dhu y, a lo peor, Raffaella Carrá, con la consecuencia de que el chocheo llega al desmelene de un modo bastante indecente, pues con la euforia del vivido recuerdo se cae en el desenfreno bailongo y se pierde todo decoro.

Con más de treinta y cinco años es difícil salir al ruedo de la pista sin perder la dignidad, con más de cuarenta y cinco años es casi imposible. Hay ciertos divertimentos que, pasada una edad, atentan gravemente contra el sentido del ridículo, por más que digan que rejuvenecen. Quien tiene que rejuvenecer, no hace más que poner en evidencia su senectud, que es cosa venerable en el plan que la elogiaba Cicerón en su “De senectute”; o sea, en su verdadera esencia.

Más joven parece el viejo prematuro que el viejo juvenil. Cuando un maduro pretende pasar por joven no sólo no lo consigue, sino que además pone en entredicho su inteligencia, que es lo que podría compensarle. Ser un maduro inmaduro es un asunto patético. En la universidad, ponía bajo sospecha la sapiencia de los profesores cuarentones que venían a clase en vaqueros y, para explicar, se sentaban en la mesa y daba más credibilidad a la de los ancianos catedráticos con sus modales decimonónicos y sus trajes anticuados. Tal vez la sabiduría sería la misma, pero parecía mayor en traje apolillado que en vaqueros.

La juventud no es, por otra parte, ningún don, sino un mero accidente. Y lo mejor que se puede hacer con ella es dejarla atrás cuanto antes. Nadie se libra de haber sido de joven un poco o bastante gilipollas por querer enmascarar, a base de falsas prepotencias, lo que sólo eran inseguridades e incertidumbres. Y, de todas las juventudes, no hay juventud más tonta que la de los ochenta, que consistía en cardarse el pelo y decir banalidades, como el rey del pollo frito. El punkie era un nihilista de garrafón que aprendía a ser estúpido para ser moderno y a colocarse, porque lo decía Tierno Galván, pues el futuro ya estaba solucionado. Pensar ya no estaba de moda y bastaba con cantar desafinado por los antros underground para ser un héroe del pelotazo. Aquella tendencia ambiental a la oligofrenia, no fue el principio de tiempos más esperanzados sino el principio del fin. Al despegue de la degradación cultural, se le sumaba la progresiva muerte de las ideologías, que incluía la tendencia del gusto por el lujo y el diseño, sin menoscabo de ser de izquierdas.

Y, en el afán generalizado de ser rico sin sonrojo, comenzó a afanarse sin medida; que lo moderno era ser yuppie a toda costa como mandaban los cánones de esos grandes escaparates del glamour en los que se convirtieron las revistas dominicales.

De ponerse a la nostalgia de una década, mejor me parece rescatar los setenta en todo caso; donde, cosa impensable a día de hoy, lo revolucionario era leer y la moda era un asunto muy barato. Barbas descuidadas y pana para ellos y para ellas, faldas largas de la abuela, chirucas y cabelleras a ras del culo. Se trataba de tendencias muy cómodas y peludas, que incluso permitían dejar de afeitarse los sobacos. Los progres de entonces iban de pobres y gozaban de su juventud con el amor libre, las lecturas espesas y el vino peleón en tascas populares donde colgaban en las paredes, aperos de labranza y pósteres del Che Guevara y Miguel Hernández. Todo ello con mucho guitarreo. Había guitarreo parroquial a lo Mocedades y guitarreo reivindicativo a lo Joan Baez y hasta a María Ostiz le cantaba la cigarra.

También, para contentar a los mayores, había tipos elegantes que cantaban al amor en traje de chaqueta como los que triunfaban en el Festival de Benidorm o figuras más singulares, tipo Raphael o Camilo Sexto que ahora sacan en los programas de los 80, cuando se les acaba el material. Sin duda, el declive que vino después, los ha convertido en unos genios y hasta se han puesto de moda entre la juventud, mientras los chochenta se ponen viejunos. Qué cosas

17 respuestas a «Los chochenta»

  1. No deja de ser curioso que, desde mediados de los setenta, parezca que hemos ido avanzando, de victoria en victoria, hasta la derrota final. Así y todo, siempre nos quedarán, igual que la película Casablanca, los sesenta – setenta. Los primeros, por aquella revolución hippie y su forma de entender la vida, regresando al prado ameno, nada aséptico, por cierto, y la flauta de Pan. Bajo la sombra del Vietnam, importaba más la ruptura con lo inmediatamente anterior, incluida la música y la pisada del hombre en la Luna, tan semejante a aquélla que te encontrabas en los lavabos de las primeras discotecas (y que se mantuvo por largo tiempo, no sé ahora…) Y las pancartas sesenteras, anunciando el principio del fin de un bloque monolítico: ”rusos, volved a casa y dejad en paz a Checoslovaquia…” Pero fue a partir del setenta y cinco (año límite de tantas cosas que much@s añoran: sol, de España; lluvia, bien distribuida; estaciones del año, cada una cumpliendo con su misión, sin tanta ola de calor ni gota fría; pan, nuestro, de cada día…) cuando se escucharon las primeras quejas. Algo comenzaba a no ir tan bien; a finales de esta década, ya se hablaba de ostentación capitalista. También apareció el neologismo ecología, inventado muchos años antes y que no se hizo necesario sacarlo a la luz en España hasta esas fechas…Como en la película de 1968, “Cometieron dos errores”, Jeed Cooper (Clint Eastwood) fue salvado de la horca en el último segundo y después hizo justicia, claro. Tal vez si fuésemos gat@s, con siete nos llegarían…
    De los ochenta me quedo con el inefable Makoki y alguno más, cómics de la línea chunga –underground, música de Alan Parsons, la Quinta del Buitre, el Málaga de Juanito… Que lo mío, seña Lola, podríamos situarlo entre los últimos sesenta y todos los setenta, que no es poco, jaja
    ¿Podemos recordar El Último Guateque? Es que yo, de adolescente, ponía esos discos los domingos para que bailasen allá arriba…

    https://www.youtube.com/watch?v=62RmjlZb9lk

    Saludos

  2. Hubo cosas buenas en los 80. Me apunto a la nostalgia de Alan Parson y Phil Collins, por ejemplo y a la de aquel cine español que prometía y a la moda juvenil de Radio Futura y a la poesía de Luis Alberto de Cuenca, por ejemplo. No era mal producto, sin embargo, lo triste es que ahora parezca genial, dado el declive que vino después por la degradación de los sistemas educativos y la tontería propagada en los programas de los canales televisivos.
    Los nietos del 68 fueron traidores a sus abuelos porque la cultura cayó en crisis. Se acabó la guerra fría y quedó la bisutería https://www.youtube.com/watch?v=SWdOU4EdLpQ

  3. En los ochenta, los comportamientos estaban ya canalizados, vía conformismo. Cualquiera podía parecer, a los ojos de los demás, como un pesado o aburrido de campeonato si, por ejemplo, se le ocurría hablar contra la OTAN (eso ya está mascao, chaval, ¿te vas a complicar encima…?) por más de izquierda que fueran los contertulios. Incluso el bombardeo sobre el palacio de Gadafi, en el 86, fue considerado en España como una gracia de R Reagan, sin más. El tiempo demostró que éste fue un pedazo de pan, comparado con el B Clinton de los noventa. Y para ver mejor, baste recordar aquellas prominentes barrigas del progreso, que florecieron por doquier con la llegada del buffet libre. Y el recuento de hazañas “no veas, nos hemos puesto las botas. Nosotros, cinco chuletones, que se salían del plato, con rioja del bueno; los niños, filetes empanaos, la niña, una Coca-cola, el niño, una Fanta…y tirao, oye”. No sabía uno, a ciencia cierta, si había o es que volvía el hambre…Se supone que, una vez saciado el pueblo, los temas centrales de conversación serían de otra índole…calla, calla , so cenizo.
    En esas estábamos, ya en pleno año noventa, cuando ocurre lo peor. La invasión de Kuwait, la primera alianza contra Sadam, el primer día de bombardeo sobre la luminosa Bagdad nocturna y lo que dijo uno de aquellos pilotos, extasiado: “parecía (Bagdad) un árbol de Navidad…”. Inevitablemente, volvías la vista hacia los ochenta. Y te parecieron mejores. Hoy te sentirías cómodo incluso en los setenta.
    Saludos

  4. Después de los ochenta, con la ilusión de una falsa prosperidad, creció el desinterés por la política. La nacional aburría y la internacional parecía caer siempre demasiado lejos. Mientras se podía consumir a placer, se diría que no nos afectasen los tinglados de las bombas allá fuera y lo que se cociese en los despachos.
    Que aquel tejemaneje iba en serio, lo empezamos a comprender más tarde,cuando pinchó la burbuja inmobiliaria y se acabaron las subvenciones y los créditos. Entonces, se aterrizó de las nubes desde aquel limbo, y hubo que entender de golpe que la política, incluso aquella más allá de nuestras fronteras, afectaba nuestras vidas, porque vaciaba los bolsillos y te echaba de casa. Demasiado tarde, porque, después de décadas de embrutecimieto colectivo y desidia generalizada, la indignación carecía de herramientas intelectuales para desactivar aquel engendro que pudo alimentarse y crecer gracias a la ceguera global en la que estábamos sumidos. Así el coco tocó un mal día a nuestras puertas y nos comió con patatas. Para entonces, nuestros expresidentes, que nos adocenaron en el borreguismo desilustrado, ya se habían montado una jubilación millonaria, pues ellos sí sabían de qué iba la cosa.
    De esto ha valido dejarse llevar por la pereza de pensar y dar cheques en blanco con el voto atolondrado. Quienes recibieron aquellas benditas mayorías, con espíritu previsor, solucionaron su porvenir. ¿Qué vamos a hacer nosotros ahora para solucionar el nuestro? Con tantos comicios a la vuelta de la esquina, más nos vale recuperar raudamente la sana costumbre de pensar; hay que echarle luces al asunto. Luz, más luz, que diría Goethe…

  5. Y así fueron apagando
    el ardor contestatario
    desliendo los murales
    – ingenio y categoría –

    del viejo muro del barrio
    Alguien hablará un día
    dirá que todo fue vano
    pintura, brocha y mano

    idea e ingenua filosofía;
    inermes ya caminamos
    ante horizonte uniforme

    sobre el infinito páramo.
    Un viento hostil del norte
    marca tu vida y tu paso…

    Puestos a desandar, qué tiempos aquellos – y tan lejanos – cuando la felicidad se encontraba en un simple mercadillo…

  6. Vale, Winspector, pero no dirás que ese neo-hippismo no está volviendo con Podemos. Vamos que ellos son como muy de los 70 y Pedro Sánchez como Yuppie de los 80. Nos va lo retro, vade retro, Satanás!!
    Y a todo esto ¿tú qué dices de que gane las elecciones un catalán en Andalucía?

  7. Transformer le monde », a dit Marx ; « Change la vie », a dit Rimbaud : ces deux mots d’ordre pour nous n’en font qu’un.»
    André Breton
    Sin embargo, será porque vengo de París de la Francia, el origen de las revoluciones, yo creo todavía que se puede intentar. Resignarse es el modo más seguro de envejecer en el peor de los sentidos ¿cómo nos lo vamos a permitir si somos todavía unos chavales? Nada menos que el Dúo dinámico…

  8. Holden, Holden, vade retro es lo que suele decir, cada vez con más frecuencia, madre natura, cuando el mendaz hombre/mujer intenta meterle mano. Aparte esto, no hay quien te vea, chiquet (hay que ir poniéndose al día con el idioma) debes tener el karma en la Cabellera de Berenice por lo menos…Mira, el discurso de Podemos, la verdad, a los ojos y oídos de cualquier persona mayor de cincuenta años, mínimamente interesada en el discurrir de la política española, es de una ingenuidad que tumba. Y si no fuera porque no es precisamente a los mayores a quienes va dirigido, sino a los jóvenes, Podemos no tendría muchas expectativas de éxito. Mas, considerando que nadie y menos siendo joven, escarmienta en cabeza ajena, Podemos, de entrada, ofrece mil pavos del ala mensuales a todos los jóvenes, así trabajen como si no, todo ello enjaezado con míticas frases y proclamas decimonónicas, que si a unos les producen risa, tal vez miedo, a esos miles de jóvenes les espolea… Es la novedad, caro Holden. Y la posibilidad de medrar en política. Si unos dijeron, “contra el fin de la historia, Armando Manzanero” ellos prefieren el amor loco de Podemos. ¿Acaso les dejaron en herencia alguna conducta ejemplar a seguir…?
    En cuanto a que gobierne un catalán en Andalucía, por mí encantado. Si con eso el pueblo andaluz, progresando sin progresismos, que ya está bien, camina hacia delante, se educa y culturiza en todos los niveles, se fomenta el empleo y se crean puestos de trabajo…Lo difícil es que un negro presida el Parlamento Europeo, por ejemplo. Pero un catalán en Andalucía…Que no sería catalán al uso, en todo caso cataluz (de ascendientes andaluces) que andalán es el andaluz que se instala en Cataluña.
    Y como Lola trae ese aura juvenil de Barrio Latino, les lilas ne sont pas morts encore…

    Continúa el Dúo Dinámico: https://www.youtube.com/watch?v=w_KFr-Lnxsk

    Saludos

  9. Me gusta que me hagas esa pregunta ¿por qué no vuelvo a aparecer por aquí? Pues recuerda que Lola me echó de aquí, porque dijo que no la tomaba en serio ¿qué te parece? Como si el amor no fuese serio. Tú a quien dispensa mejor trato, afortunado, podrías romper una lanza por mí y decirle que me trate mejor..Oye sabes que si saca pecho Ciudadanos pactará con el PP ¿Qué tal un gobierno de derechas y medio catalán en Andalucía? ¿Queremos otra saga Pujol?

  10. Pues yo digo que para que gobierne un catalán en Andalucía, mejor que lo haga desde Madrid y nos ahorramos las autonomías que son carísimas y, visto lo visto, ya carecen de sentido…

  11. En fin, cataluz, será pero no se le notaba mucho, a mí me pareció que con eso de enseñarnos a pescar, se le notó una prepotencia distante. Como dije antes, tengo la mar de dudas…

  12. Que ocurrencia la tuya,
    Holden- Calixto
    hacer yo de celestino
    entre tú y Lola,
    ¡qué laberinto!
    Si te llamaras Arturo
    ten por seguro
    hasta Ginebra iría yo
    en un alazán oscuro
    como hizo Lancelot…

    Bromas matinales aparte, a buenas horas nos acordamos de las autonomías, nacidas bajo el ochentero y felipista “café pa tos…”, asimétrico, desigual, hecho con agua osmotizada para unos, para otros, no torrefacto…Ciutadans propone un pacto nacional por la Educación a una generación vista y garantizar la igualdad de oportunidades. No está mal el desafío, una suerte de misión imposible, pero… ¿hay quien dé más? Pues que levante la mano…

    Buenos días a tod@s

  13. Winspector, fiel escudero
    de doña Lola Clavero,
    yo no te pido esa treta
    de que hagas de alcahueta,
    sólo quiero
    que seas el mensajero
    de este triste caballero
    y le digas a tu dama
    que la quiero
    (es amor, no desafuero)

  14. ¡Si te comprendo Holden por Dios!
    más que escudero me veo yo
    tal que un cartero de las estepas
    correo del zar como el Strogoff
    que raudo lleva cartas a su reina
    donde suspira usted por su amor…
    Se le agradezco por lo sincero
    y tenga en cuenta por lo humano
    (no es mi caso, pero ha pasado)
    se va la dama con el mensajero
    y a ti te dejan en cualquier lado.

    Para quitarse el sombrero….

    PD:
    Me deja un tanto confuso
    que aconseje Ignatius Reilly
    y no el patrullero Mancuso…

    Saludos.

  15. Winspector, por lo que leo,
    Holden, se metió en el blog
    y ya huele a cachondeo
    ¿lo vas a llamar al orden?
    No es tiempo de hablar de amor,
    que el tema es la educación
    del pacto de Ciudadanos.
    Collons, vayamos al grano!!

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