No me hagas reír, por Dios

16 Ene

Hace dos años escribí una parodia sobre la vida de Cristo. Aquel relato, en otras circunstancias y visto lo visto, me pudo haber costado un par de tiros en la cabeza y, sin embargo, me valió el premio literario, Joaquín Lobato 2013. Por fortuna, aquella narración titulada “Quien bien te quiere”, que ilustraba la hipótesis de que Jesucristo hubiese sido líder del 15-M, fue interpretada por el jurado en su verdadero sentido, que no era ni más ni menos que el sentido del humor.

Y así lo interpretaron del modo más correcto, los miembros de aquel comité entre los que luego supe que se encontraban los poetas, Ruiz Noguera y José Antonio Mesa Toré, los profesores, Antonio Serralvo y Toñi Nieto y el letrado Juan Fernández Olmo.

Aunque no se me pidió ninguna aclaración sobre el contenido del texto, yo quise puntualizar por mi cuenta, después del fallo, que había escrito aquella parodia desde el respeto y con mucho cariño. Como ya he comentado otras veces, he sido educada en un colegio católico al que le debo, además de la lectura de la Biblia, que es, entre otras cosas, uno de los principales pilares de la literatura, una formación en valores, que no ha encontrado réplica en la educación laica. Por desgracia, aún no se ha dado con la asignatura agnóstica que enseñé la bondad con tanta eficacia. Será que sin la premisa de la vida eterna y el castigo infernal, las conductas ejemplares han perdido la coartada.

El hecho de que haya dejado de ser creyente, no me ha vuelto desagradecida. Respeto profundamente a los católicos que son coherentes con sus creencias y he de decir que, de ellos, recibo el mismo trato. Estoy acostumbrada, como muchos otros, a vivir pacíficamente en una sociedad donde las creencias de todo tipo y la falta de creencias son sólo asunto de cada individuo, sin menoscabo de la convivencia. Una sociedad en la que pude escribir sin temor a represalia alguna aquella parodia, en la que actualizaba los personajes bíblicos e intertextualizaba con citas de los evangelios, hallando como respuesta también la tolerancia e incluso el beneplácito de los católicos. “Muy divertido, tu relato de Jesús”, me dijo, precisamente, una profesora de religión. Un católico, seguro de sus principios, no teme las bromas como agresiones al dogma y las sabe tomar como lo que son; simples bromas. Sólo los fanáticos, pocos por suerte pero muy ruidosos, se escandalizan de vez en cuando con las travesuras de Javier Krahe (“receta de Cristo para dos personas”) o Albert Boadella.

Si tomamos la aceptación del humor como síntoma, que lo es y mucho, podremos agradecer la fortuna de vivir en una sociedad civilizada. A la mayoría, la condena de la risa nos parece un delirio de resonancias medievales, como la recreación de ese monje psicópata que envenenaba a sus compañeros por leer un libro de Aristóteles en “El nombre de la rosa”.

Desde un país como el nuestro, en que el humor ha burlado la censura en los más férreos tiempos dictatoriales a través del teatro (Mihura, Poncela), el cine (Bardem, Berlanga) y las revistas gráficas (“La Codorniz”, “Hermano lobo”), nos parece más incomprensible la masacre de París en la redacción del semanario satírico “Charlie Hebdo” por hacer unas caricaturas de Mahoma. Será que ahora se justifica en parte la actuación de los yihadistas, alegando que los dibujantes se pasaron y que hay que establecer diferencias entre libertad de expresión e insulto, que es como abrir un debate sobre la propia esencia del humor, porque, en ese plan, cualquiera puede considerar un chiste como una ofensa. Adiós al humor, si éste también ha de sufrir cortapisas, recortes y limitaciones y adiós, de paso, a la inteligencia si no vamos a poder tolerar las bromas ajenas; si no estamos dispuestos a reírnos hasta de nosotros mismos.

El semanario Charlie Hebdo, ha respondido de la única forma que lo podía hacer, volviendo a sacar en la portada de su nuevo ejemplar una caricatura de Mahoma, si bien perdonador. Con ello ha multiplicado su tirada por todo el mundo y ha redoblado la provocación. Su comportamiento podría interpretarse como una actuación suicida o un llamamiento al conflicto mundial, pero ya no pueden permitirse dar un paso atrás, porque replegarse, coartarse por miedo es todavía más suicida para un humorista y para un periodista o un escritor o cualquier otro artista. Para todos ellos no hay mayor muerte que la censura.

Los creadores son el reflejo de una sociedad que, después de derramar mucha sangre en revoluciones a lo largo de su historia, ha conquistado por fin la libertad de opinión y ya no nos  calla ni Dios. Ninguno.

6 respuestas a «No me hagas reír, por Dios»

  1. Va por delante que no justifico ningún acto terrorista.

    Pero, en un occidente donde te llaman machista por usar correctamente la gramática: Por ejemplo decir solo señores cuando también hay señoras concurrentes, ¡¡hay que decir señoras y señores!!!. Donde a un ministro, por el simple hecho de cuestionar la inteligencia de su contrincante, por ser este/a mujer, se le vilipendia de machista por todos los medios. En un occidente donde se exige hasta el ridículo que al que es negro de piel se le llame chico de color, y si no lo haces así eres racista. Y suma y sigue.
    Ante estos ejemplos, ridículos a reventar hasta para occidente, quiénes somos nosotros -occidente- para establecer la medida justa de lo que debe aguantar o dejar de aguantar otro pueblo, otra cultura, otra religión.

    Con palabras más elocuentes, ya lo ha dicho el Papa Francisco, ayer creo que fue, respeto, respeto, respeto. Y sigo, máxime cuando se está haciendo burla de una religión que en su grado extremo la anteponen sus creyentes hasta con valor superior a la propia vida del que se inmola.

    Cómo se llamaba aquello de decir lo que más gusta que oigan….

    Saludos

  2. Es significativa la postura de Jean-Marie Le Pen, fundador del Front National y que, en numerosas ocasiones, tanto él como su hija Marine, fueron blanco de las sátiras de este semanario, que en alguna ocasión llegó a pedir desde sus páginas la disolución del Front National . Dijo JM Le Pen tras el atentado, con palabras de otros tiempos, que aun sintiéndose conmovido por el asesinato de sus compatriotas, él no era Charlie y no iba a luchar por defender un espíritu que es anarco-trotskista y va contra la moral política…Eso, junto con la petición de respeto del Papa por la religión, no da lugar a malentendidos. Es decir, si, ya puestos, por manos del demonio volviera a ocurrir algo similar, desde algún lugar de las conciencias occidentales se escucharían, nítidas, las consabidas – por viejas – palabras: “no dirás que no estabas advertido…” Quedan lejos, pues, aquellos tiempos en que E Cioràn proponía, de manera desenfadada, elegir entre ironía o Iglesia, libertad o reino de la sanción; el salto ha sido triple y sin red. En Occidente se le ha dado pábulo al Islam hasta el paroxismo, to er mundo e güeno. Pero no. Todos, demasiados, no tienen sentido del humor; si acaso de humor negro.
    Se puede ser complacientes con ellos, igual que hasta ahora y bailarles el agua, no especular abiertamente sobre el sometimiento de la mujer, esclavitud o lapidaciones y por otro lado seguir manteniendo el pulso con la Iglesia…Hasta ahora ha sido válido, se puede seguir intentando, quién sabe…
    Pero, aunque siempre es tiempo de ironías sutiles, creo que, en esta ocasión, también toca definir posturas, porque ellos van a lo claro. Y es que Occidente se lo puso a huevo hace ya tiempo.
    Saludos

  3. Para mí, la postura más lúcida en todo este conflicto ha sido la de la ministra francesa que aboga por reforzar la cultura para resistir a los integrismos.
    El aumento de la intolerancia también en occidente con sus repercusiones violentas; machismo, homofobia, racismo, se debe a la progresiva incultura en la que estamos sumidos.
    Las personas debidamente cultivadas no se ofenden por las bromas ajenas, sean o no de mal gusto, porque, ante todo, aceptan que exista una pluralidad y no intentan imponer sus ideas como un credo monocorde. Incluso, cuando encontramos juicios, a nuestro juicio, disparatados, que descalifican nuestras ideas, hay que demostrar lucidez, minimizándolos con ironía y no entrar en desafueros que nos pongan a la par de los virulentos. Igual de tonto es quien se presta a indignarse por tonterías.
    Dicha ecuanimidad, sin embargo, no es viable si no se fomenta la cultura, a diestra y a siniestra, en Oriente y en Occidente. No se trata de vencer sino de convencer. Ésa es la verdadera victoria ¿o no?

  4. Sin convencer, la victoria siempre es pírrica. Lo que sorprende hoy es tener que remontarse constantemente al pasado y evocar pensamientos de personas ilustres, que un día sentaron cátedra. ¿Tan mal andamos? Aquellos países ricos, cuyos políticos pergueñaron hace unas décadas planes y soluciones para el Tercer Mundo- el primero en extensión y habitantes – exportando personal cualificado, conocimientos y tecnología, para que los millones de desfavorecidos pudieran llamar vida a su existencia, en la actualidad dan a entender que los necesitados de ayuda y comprensión son ellos mismos y pretenden cerrar filas… Pero lo que realmente contaba al principio, cómo no, eran las buenas intenciones y ahí, ahí es donde hay que hacer hincapié, que el hombre ilustrado occidental es bueno por naturaleza y la sociedad lo deprava, mecachis…
    Loable esa esperanza en un futuro, que se presenta tan difícil como caótico, donde predomine la cultura de la paz y la armonía en el ámbito humano, que sería extensible a todos los seres, animados o no, de nuestro querido, no tan amado, planeta. El compromiso es grande y tal vez no baste una vida; y habrá que seguir reiniciando…Por ahora no se conoce otro espacio vital y algo similar puede darse – o no – a miles de años…luz.
    Ora più che mai, avanti, Lola. E tanti saluti dopo la nevicata !

  5. La educación, por supuesto, sin lugar a dudas. Pero ¿qué hacemos mientras tanto con los miles de humanos que tienen ya una edad y personalidad consolidadas?

    Lola, dice usted:

    “Las personas debidamente cultivadas no se ofenden por las bromas ajenas, sean o no de mal gusto, porque, ante todo, aceptan que exista una pluralidad y no intentan imponer sus ideas como un credo monocorde”.

    Esto que usted dice es una imposición tan objetivamente calificable como el más integrista dictado talibán, es mi opinión.

    Por lo tanto, no estoy de acuerdo con usted, he visto a personas muy muy cultivadas, enfadadísimas por la más mínima opinión de cierto tinte machista o racista. Y además, enfadadísimas con toda la razón del mundo, desde mi opinión.

    Y por lo tanto sigo preguntándome: ¿quiénes somos nosotros los occidentales para imponer las cuotas de sí enfado o no enfado a otra cultura, a otras opiniones, a otros seres?. O ¿quién cree usted ser, Lola, además de Lola de España y Málaga, para decirle al “iletrado”, ergo, D. Angonio Gala que no ha de sentirse ofendido si le llaman peyorativamente lo que suelen llamar al que con tal tendencia sexual comulga?. Sepa que se enfada muchísimo. Y si se indignan, bajo qué autoridad puede usted llamarles tontos, me pregunto.

    Como ve, soy un mar de dudas.

    Saludos.

  6. Se puede ser culto y susceptible. Lo que no se puede es callar a quienes nos quieren insultar, pues me temo que, aunque se intenten moderar sus reacciones a base-siempre- de cultura y educación, haberlos, los segguira habiendo. Contra ellos, sólo podemos esgrimir la indiferencia. “A palabras necias, oidos sordos”….

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