Todos a bailar la rumba

5 Sep

La rumba catalana es un baile muy democrático. La puede bailar todo el mundo con el solo requisito de estar muy alegre de copas, pues se presta a la improvisación, la marrullería y el desenfreno. No como las sevillanas que piden rigor académico y memoria de los pasos pertinentes. Bailar sin la reverencia precisa esta danza sagrada de la capital andaluza, puede valerte en la feria de Sevilla la expulsión de una caseta privada con una patada en el culo.

Tan blasfemo puede ser quien baila en abril unas sevillanas fulleras como quien en Semana Santa insulta a la Macarena.

Pero la rumba, ay, es otra cosa. Es un baile que lo admite todo como la paella y pone creativo al borracho al final de la juerga en medio de su círculo de fervientes palmeros. Especialmente, en las postrimerías de los bailes de bodas que, llegado el momento culmen, lanzan al ruedo a esos incombustibles sacerdotisos de Baco. La soltera jamona del explosivo vestido rojo que hace pareja con el desinhibido recién divorciado con la corbata anudada en la cabeza y el pecho lobo aflorando de la camisa ya casi desabrochada hasta el ombligo. A esas alturas, da igual que bailen bien o bailen mal, pero cómo animan los tíos.

La rumba catalana como todo lo catalán viene de una mezclilla. Nació en Cuba, maduró en Andalucía y luego se la llevaron a Cataluña para que la reinventase Peret o Antonio González “El Pescaílla”, que en esto hay disensiones. En todo caso, fueron los calés culés quienes hicieron de este palo el más carismático de la tierra y, en plan de baile,  mucho más resultón que la sardana que es un corro de la patata de lo más soso.

Cataluña es inconcebible sin sus gitanos, sin los andaluces que fueron a empujar su florecimiento industrial para buscarse los cuartos y sin los inmigrantes que ahora también dan pujanza a su economía y, desde sus primeros orígenes, ha sido un poco de esto y de lo otro. Algo francesa y aragonesa y valenciana. Un batiburrillo que en plan tópico, se llamaría crisol de culturas. Bien está que así sea, mientras no se busque un espíritu nacional. El nacionalismo ya carece de fundamentos étnicos, pues no se ha dado la endogamia del País Vasco. Aquí no hay raza aria como en la Alemania de Hitler y el árbol genealógico de cualquier ciudadano extiende sus ramas por doquier con gran liberalidad geográfica.

Si acaso esta tierra tiene rasgos particulares, la suma de todos ellos no dan para constituirse en un país independiente. Se parece demasiado al resto de España, ya desde su bandera que es una reiteración en lo rojigualdo. Y su lengua, hermanísima de la castellana, delimita poco las fronteras. Más aún, porque los escritores catalanes, como podría preverse después de la Transición, no la han usado para crear una literatura autóctona que ahora se esgrimiese como argumento de independencia cultural. Lo mejor de la literatura catalana está escrito en español. En español han escrito Ana María Matute y Juan Marsé y Juan Goytisolo y Carmen Laforet y Mercè Rodoreda Eduardo Mendoza, Gimferrer y Gil de Biedma y Maruja Torres, como en español escribió Pío Baroja, Unamuno, Blas de Otero y Celaya y escribe Fernando Savater y Dolores Redondo y todos los etcéteras que queramos. Los escritores y casi todos los intelectuales en general no le han hecho el juego a los nacionalismos, sino para criticarlos desde el humor como hizo Terenci Moix y Albert Boadella que, por explícito, hubo de exiliarse a Madrid. Los nacionalistas no cuentan con apoyo intelectual porque carecen de sentido del humor y la risa es un elemento clave en la cultura.

El éxito de “Ocho apellidos vascos” se justifica por la querencia del español a la risa, que se ha quedado bastante mustia en estos últimos años, y por el hastío de los nacionalismos que han hecho tanta pupa. La historia de amor entre el sevillano y la vasca ha dado a millones de ciudadanos la bendita ilusión de un final feliz donde los besos sustituyen a las armas.

Esta película ha llegado a las masas como el alegato por la unidad nacional que tan necesario se hace en tiempos de zozobra. Peace and Love, ¿qué más queremos?

El otro mazazo a los nacionalismos, ha sido el culebrón de los Pujol. Éste con mucha menos gracia pero también llegado en el momento oportuno para descalabrar la consulta por la independencia del nueve de noviembre. Después de todo, resultó que el político independentista catalán podía ser tan patriota como el resto de los políticos corruptos españoles, pues la patria común de todos ellos es Suiza. Y ahora la cuestión es si no nos basta en la península un país gobernado por corruptos, como para encima tener dos.

Por su parte, Rajoy dice que frenará la consulta con toda seguridad. Aunque el gallego no ha demostrado ser un gran amante de la verdad, ahora parece que todo el mundo lo cree. ¿Qué podemos hacer? A cómo se está poniendo la dificultad de nuestros actos, el único acto posible que nos queda es el acto de fe.

6 respuestas a «Todos a bailar la rumba»

  1. Yo les concedía la independencia. Pero a todos los efectos, el mercantil también. Y sin derecho de retorno durante al menos una década. No quieren sopa, pues dos cazos mejor.

    Escribe usted muy bien, profesora Lola. Y además es muy guapa.

  2. Ecuánime, seña Lola. Peeeero, ¿y eso de los calés – culés…? Que sean rumberos de su tierra, pase. Mas, colgarles la medalla por ser los que mejor promocionan la rumba…Le ha faltado añadir “desde que llegó Guardiola…” Igual se enfadan los periquitos, los del Terrassa, o aquellos calés del Hospitalet, que serán todos unos singracias, qué sé yo.
    Cuando el orinable Jordi Pujol escribió “La immigració, problema i esperança de Catalunya” (1958, aunque tuvo que esperar hasta 1976 para publicarlo) decía ciertas cosillas sobre su concepto de los andaluces, a las que, por entonces, en plena Transición, no se les dio mucha importancia y que hoy cobran actualidad:

    “El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido, es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. De entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña…”

    Evidentemente, si la referencia, “la fuerza del número…” (en este caso de millones de euros, sustraídos o defraudados por él y su familia) la hubiesen dejado llegar hasta ciertos límites, nos empobrece a todos (y más pobres ya no se puede…) no solamente a los catalanes. Este tío es de los pocos que pueden decir con arrogancia “me voy como entré: sigo siendo el mismo”. Pues vaffan…
    Cuando hoy se habla en los medios de unos mercenarios ingleses, afincados en Cataluña, que se dedican a entrenar independentistas radicales y a mossos, adiestrándolos en el manejo de armamento sofisticado y tácticas guerreras, sirvan como lenitivo las rumbitas de Peret y su sobrinilla:

    https://www.youtube.com/watch?v=pSLaAl3_Ieo

    Saludos

  3. Muchas gracias, Winspector, por este vídeo tan edificante!!
    Si lo hubiesen hecho ahora, se hablaría de explotación infantil…y quién sabe si de otras cosas. Obtusos tiempos estos.
    Y bien, Pujol, ayer y hoy, siempre el mismo. Le hizo ascos a los andaluces y, sin embargo,a la riqueza catalana de la que se vanaglorian él y otros de su cuerda contribuyeron con su trabajo sustancialmente los surespañoles; esos vagos inmorales que hoy pueden maravillarse con la altura moral de quien tan bien obró en beneficio de su comunidad, que por poco la deja tiesa…
    Por fortuna, todos los catalanes no son iguales. Sobre todo, por fortuna.

  4. De tanto que lo admiraron
    tan pagados de sí mismos
    ya tomaron por costumbre
    la de mirarse el ombligo.
    Y es que la admiración
    si deviene enjuta ubre
    apaga presto la lumbre
    su menguada reflexión…

    Vaya esto a la memoria
    no de Pujol, ¡por Dios!
    De Baltasar Gracián
    ínclito, reflexivo señor.

  5. Ni el oráculo manual
    ni el arte de la prudencia
    conoció de Baltasar
    ni siquiera la decencia
    de callar,
    la incontinencia verbal
    le hizo meter la pata
    y ahora su lengua insensata
    lo delata al catalán.
    Pues se hizo el Criticón
    sin la gracia de Gracián
    y nos tocó los collons,
    que tuvo muy pocas luces
    zahiriendo a los andaluces
    y no conviene al ladrón
    escupir para lo alto
    que es una ley del carajo
    que siempre el escupitajo
    te mandará más abajo
    y es cosa propia de un bobo
    sin mesura fardear
    y no ocultar bien el robo,
    que debió decir Gracián…

  6. Pues no sería mala idea
    remitirlo a la Embajada
    de moritos y cristianos
    con turbante, sin librea
    y un alfanje por espada
    para que oiga el villano
    sentencia antigua no veas:

    “¡Bárbaro, calla, suspende furia
    tan vana…
    Vive el cielo que es infamia
    sufrir tanta demasía
    de tan bárbara canalla…!”

    Si pese a todo desbarra
    que se la corten de un tajo
    sea la lengua, sea el badajo
    y yo invito de barra a barra.

    Palankia forever, ea.

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