Más que baguette, mollete

4 Abr
Un mollete de Antequera

La socialista Anne Hidalgo, de orígenes antequeranos, será la primera alcaldesa de París. Por fin, los parisinos van a saber lo que es un mollete. Y una porra. En el mejor sentido de esta palabra, que es decir, esa joya de la cocina de Antequera que consiste en una untosa y refrescante ensalada batida o glorioso gazpacho sin agua, que con alguna variante, se llama en Córdoba “salmorejo” y al que, sin duda, Carlos Herrera ha dedicado alguno de sus artículos poético- gastronómicos de revista dominical.
Para los franceses, la porra hasta hoy ha estado más bien asociada a la política de inmigración de Sarkozy como herramienta disuasoria en las revueltas reivindicativas, que Hidalgo rechaza a favor de la integración pacífica. No obstante, ella misma sabe lo que es ser inmigrante, pues su padre, que trabajó en los astilleros de Cádiz, la llevó con dos años desde San Fernando a vivir a un humilde barrio de inmigrantes en Lyon, que fue la primera etapa de su vida de luchadora, marcada por el trabajo y la constancia. Bien están las ambiciones, cuando bien se trabajan y bien ejemplar les queda, en su cima, el triunfo. París la aclama como alcaldesa y Andalucía la reclama como hija predilecta. Ella, por su parte, dice que “Andalucía es su tierra, Francia su país y París, su ciudad”, con lo cual queda bien con todos y confirma una gran valía para la diplomacia, requisito indispensable para el éxito de un político.
El triunfo de una socialista andaluza en París arroja balones de oxígeno sobre la autoestima de los socialistas andaluces que no pasan por su mejor momento con la sombra de los ERES pendiendo sobre sus cabezas. El proceso abierto por la jueza Alaya se está volviendo kafkiano por lo confuso y difuso y en tanto no adopte mayor concreción, pone a todo el colectivo bajo sospecha que no es la mejor manera de propaganda. La dispersión no hace sino sembrar el caos en la opinión pública y crecer con la propuesta de la Fiscalía Anticorrupción de disgregar imputados. Que Chaves y Griñán sean juzgados por el Tribunal Supremo y el resto por Alaya. Un lío que va para lío y medio y confunde a los ciudadanos, a la postre, votantes.
Pero va a ser que la confusión es cosa internacional y globalizada por lo que choca que se defina a la misma Anne Hidalgo como “socialista de izquierdas”, cual si una cosa no implicase ya la otra. Pero, al parecer no, ya que a Manuel Valls, el primer ministro que Hollande ha designado para su gobierno, se le define como “socialista de derechas”, un retruécano de la contradicción según se le figura a una que no termina de digerir la muerte de las ideologías. Por Marx, que estoy hecha un lío, ¿qué es eso de socialista de derechas?
Por lo visto y, según sigo leyendo en titulares, “un Sarkozy de izquierdas”, o sea, un tipo que, por ejemplo, expulsa de Francia a los gitanos rumanos y búlgaros sin menoscabo de su denominación de origen y hace de barrera para no dejarse arrasar por la ultraderecha de Le Pen. Si los socialistas de derechas son capaces de expulsar a los inmigrantes, a qué votar ultraderechistas que vengan a hacer lo propio.
El panorama político francés en la actualidad presenta cierta esquizofrenia con una socialista de izquierdas en la alcaldía de París y un socialista de derechas como primer ministro, pero nos congracia por su carga de españolidad tan paradójica. Resulta que los políticos españoles tan denostados por los propios españoles, son aclamados en Francia. Será verdad eso de que nadie es profeta en su tierra.
Se comenta además que Manuel Valls aspira a ser presidente, lo cual podría llevar a que un español fuese incluso el máximo rector de la república francesa. Valls, oriundo de Barcelona, es español hasta que Mas y compañía no demuestren lo contrario.
Bien vale que le demos un presidente al país que tantos reyes nos ha dado, toda una dinastía de Borbones y un brevísimo José Bonaparte por lo que la airada voluntad popular se aprestó a echarlo a gorrazos a favor del más funesto monarca que haya visto la historia de España; Fernando VII “El deseado”, que pronto pasó a ser “El indeseable” y mandó la primera oleada de intelectuales al exilio. La segunda fue después de la Guerra Civil y con ella llegaron a Francia, entre otros, el abuelo de Anne Hidalgo y el pintor Xavier Valls, padre de Manuel Valls, quien ahora se declara orgulloso de ser hijo de inmigrantes. Esperemos que, en honor a ese orgullo y recuerdo de sus orígenes, no sea sólo la mano derecha de Hollande que cargue las tintas en las políticas de inmigración y que los barrios de París no conozcan más porra que la antequerana. Viva el mollete.

3 respuestas a «Más que baguette, mollete»

  1. Cuando los comentarios son muy pequeños, prueba superada. Otra cosa es pegar un escrito de quince o veinte líneas. A ver si llega para felicitar a Lola por ese premio conseguido recientemente, que de todo se entera uno. Saludos

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