El hijo de Tejero ha organizado una paella en el cuartel de Valdemoro para celebrar el aniversario del 23-F. lo que demuestra dos cosas; que el hijo de Tejero es un hijo digno de su padre y que los golpistas están ya en la calle y no se arrepienten de nada. Por el contrario, parecen participar del mismo orgullo que el exjefe de ETA, Jurdan Martitegi Lizaso, quien ha hecho suyas todas las acciones cometidas por la organización durante su medio siglo de historia y se niega a reconocer la legitimidad del tribunal para juzgar a la “resistencia vasca”. Tampoco el marroquí Rafa Zouhier, que fue condenado a 10 años de cárcel por suministrar los explosivos del 11-M, en los que murieron 191 personas y 1.856 fueron heridas, antes de quedar en libertad, se considera culpable y dice “tener la conciencia superlimpia”.
Los delincuentes no se arrepienten de sus delitos porque los interpretan como hazañas, según su arbitrario sentido de la justicia y se burlan de esa otra justicia oficial que los condena con la piedad que ellos nunca tuvieron con sus víctimas para así, dejarlos en la calle, libres de reivindicar sus crímenes como gestas épicas con esa intacta chulería por bandera.
Mientras tanto, el expresidente Adolfo Suárez sufre una crisis, que obliga a sus familiares a llevarlo a toda prisa a urgencias. Suárez, quien sufre una enfermedad neurodegenerativa que lo tiene enajenado del mundo desde 2003, debió percibir, no obstante, alguna señal que casi lo lleva definitivamente al otro barrio. Aquel hombre que enfrentó a los golpistas sin abandonar su escaño en la primera línea del Congreso de los Diputados, jugándose la vida, ha debido llevar muy mal que ahora los susodichos celebren aquel brutal golpe a la democracia a golpe de paella; libres, despreocupados y en familia en lo que se entiende era ya un aniversario con cierta tradición. Que Tejero hijo convoque un acto así con tal desparpajo, sólo demuestra que no es la primera vez que lo hace, aunque tal vez, si en esta ocasión se han tomado medidas punitivas, quizás sea porque la cosa va pareciendo más peligrosa que una simple fanfarronada.
Con una sociedad indignada y descreída de la clase política, no conviene darle las más mínimas alas a cierto sector del ejercito, siempre bien dispuesto por su historial a dispararle el tiro de gracia a la democracia (todos al suelo.)
La crisis de Suárez, legítimo gestor de la transición, según reconocen ahora hasta quienes fueron ayer, sus grandes detractores, tiene toda la pinta de señal de advertencia. La democracia en la que se dejó la vida el presidente más injustamente tratado en este país, podría estar en fase degenerativa si no le aplicamos algunas curas de urgencia. Debemos recuperar la fe en los políticos porque, sin políticos, no hay democracia, pero son los propios políticos quienes tienen que hacer que recuperemos la fe en ellos. Queremos votar a diputados y no a imputados que gobiernen bajo sospecha y, si hemos sido crédulos hasta el momento, tampoco lo llegaremos a ser tanto como para creer que las tramas de corrupción que salpican a los dos grandes partidos sean un invento de jueces populistas que quieren desprestigiar a la clase política en bloque para acabar con la democracia. No veo que la justicia actual, siendo tan blanda con los delincuentes confesos, vaya a ser tan dura con los inocentes ni que siente a nadie en el banquillo sin pruebas previas, a no ser que les dé por perder el tiempo. Si ya es difícil probar un delito flagrante, qué será condenar el inexistente.
En realidad, los ciudadanos no tenemos ningún interés en que los políticos sean culpables y mucho menos en descalificar a la clase política en bloque, como dicen, por sólo “unas cuantas manzanas podridas”, por eso insto a los dos grandes partidos a que saquen dichas manzanas del cesto de una vez, a ver si nos vamos aclarando. Puesto que son sólo unos cuantas, no será difícil destituirlos si no dimiten sin que se resienta el aparato. Por lógica matemática, no podemos creer en inocentes si no se señalan culpables y por lo que sabemos de novelas policíacas, todos son sospechosos hasta que no se descubre al verdadero criminal. Sólo con una verdadera labor de saneamiento volveremos a creer en los partidos y eso está en la mano de los propios partidos.
Si los miembros de UCD se unieron para hacer dimitir a su líder, Adolfo Suárez, y cargarse el centro democrático, por qué ahora los miembros de nuestros principales partidos no pueden unirse para expulsar a quienes sea pertinente y salvar la democracia.
Sólo con una democracia sólida se le quitarán a Tejero y compañía las ganas de hacer paellas.
La paella
21
Mar
No parece que nuestros partidos mayoritarios tengan el menor interés en librarse de sus hipotéticas manzanas podridas, va a tener que ser labor de los ciudadanos, podemos aprovechar nuestras próximas citas con las urnas.
Otros brindan con chiquitos ante una bandeja plena de chistorras; el de (Más) allá, se regodea y nos hace la butifarra…Hay para todos en esta España “liberada”, visceral y orgánica, que es casi toda, aun a toro muy pasado y que suele perder los papeles con estilo pantagruélico, sin compostura y sin atender consejo alguno, a sabiendas que, finalmente, según el mismo D Quijote, todo se fragua en la oficina del estómago y que igualmente el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra… Contra la buena intención, ellos gritan ¡paella!, como otros, los que vagan como alma en pena porque alguien los abandonó, se lamentan sinella.
Y es fenómeno curioso la importancia que ahora, en presente, se le da al “tejerazo”, cuando en su día se tomó más bien a chacota, se fabricaron billetes de cinco mil pesetas – “vale por cinco mil h… de Tejero”, efigie incluida – y se tarareaban por doquier coplillas tabernarias. Una muestra:
http://www.youtube.com/watch?v=Nb80otXWCiY
Sin olvidar la losetilla patria:
“Cuando mandaba Franco, todos con dinero en el banco
Con Suárez (in memoriam) letras a pares
Con Calvo Sotelo, todos al suelo
Con Felipe, todos a pique….”
Pues aquí seguimos. Saludos para ti y para tod@s.
Pero, desde el escaño de Suárez, seguro que no parecía una broma. Creo que todos los españoles tendríamos que agradecerle aquella lección de dignidad en nombre de la democracia, ahora que la democracia y él están en fase terminal. Gran hombre.
Hay que reconocerle a Suárez el gran mérito que tuvo echándose a las espaldas todo el lastre de cuarenta años y rodeado de lobos. Fue también muy admirado en el extranjero por su carácter amable y su tono, siempre conciliador. No hacia falta apelar a la fe para creer que se estaba ante algo nuevo, lejos de las eternas peleas bizantinas de las dos, de las varias Españas, de pilas Duracell que duran y duran…Luego los Pactos de la Moncloa, que cimentaron la democracia…Hoy ya nada es lo mismo; la democracia pierde esencia. Y del gobierno central a la comunidad autónoma española más pequeña, “se debe agua en Loja”, ese pueblo que ha desplazado su antigua ubicación hasta Bruselas por lo menos. Qué no habrán hecho en todos estos años los sucesivos gobiernos españoles, de Suárez para acá…
Porque, si es verdad todo lo que está saliendo a la luz en nuestro país y se sigue tirando del ovillo hasta el final, será difícil encontrar políticos decentes entre los actuales y los que vienen más bien transmiten miedo…Lo sucedido en Ucrania parece que da vidilla a los “revolucionarios” de España, esa extraña mezcla violenta de nacionalismo y europeísmo, gente de iguales trazos a la que actuó en Kiev, derrocó al gobierno establecido y puso a los suyos, con el visto bueno de los “nuestros” (Alemania y otros hiperbóreos) metidos como nos tienen en el berenjenal geopolítico, económico, estratégico…
A buena parte de los ucranianos, a los rusófonos, los salva, por ahora, la madre patria que es la Madre Rusia, a la que nunca se tuvo por madrastra. Pero España y sin un Suárez que atempere las pasiones…
Saludos
Pues ahora se dice que Suárez se ha muerto a propósito de fecha para que no se hable de la marcha por la dignidad. Jolín, ¿lo han desenchufado como a Franco?
En fin, yo sólo creo en la política pacífica que se organiza, no como en los chistes de Lepe, y presentan opciones con partidos a elegir y no en las manifestaciones donde siempre se acaba a hostias ¿esto es la democracia?
Indignarse, vale, pero, por qué no, dialogar y no andar a los gritos por la calle. Lo que se hace ahora sólo anima a cierto tipo de militares y toda clase de fanáticos
Intelijencia, dijo Juan Ramón Jiménez, dame el nombre exacto de las cosas…toc, toc, ¿alguien piensa por ahí?
Si solamente fuera andar a gritos por las calles…Pero existen ciertos sectores en la sociedad española que están potenciando la guerrilla urbana, callando y, por ende, otorgando la actitud violenta, a saber con qué fines. Puestos a malpensar, diría que ya les viene larga la situación creada, que evidentemente no era la prevista en los planes. Es decir, nosotros organizamos (de organizadores orgánicos y de puestos de dirección obrera abanderada – subvencionada) una marcha a bombo y platillo hasta Madrid, con la intención primera de desviar la atención ciudadana, canalizando su sentimiento – o, por lo menos, lo intentamos, que este pueblo es tonto – hacia un lugar incierto e intangible en este país, llamado DIGNIIDAD y así lo bordamos, soslayando de paso cualquier interpelación, a cuento de las propias corruptelas, que superan, como otras, los miles de millones de euros con cargo al ciudadano…
Van de listos. Justo lo contrario a la actitud inteligente, que hubiese puesto rápido pie en pared y condenado la violencia. No es justificable que, en base a ésta, quieran ocultar sus miserias para salvar la dignidad que se proclama. A D Quijote se le puede perdonar que, en un acto de gallardía y sin mirar a quién, liberara a los galeotes que después, agradecidos ellos, lo molieron a palos. Pero a estos gachupines…
Pues que vayan tomando nota.