Secundarios

14 Oct
El actor, Manuel Alexandre
La noticia de la muerte de Manuel Alexandre, me sorprendió, pues ya lo creía muerto hace años. Es lo que ocurre con los secundarios; tienen un modo tan discreto de vivir como de desaparecer y, cuando un día dejan de existir en la pantalla, parece que dejan de existir del todo. También porque Manuel Alexandre era de esos netos profesionales que el público sólo entiende como actores y, puesto que no dan otro tipo de carnaza de escándalos personales a la prensa, retirados de la escena, se les tiende a considerar retirados de la vida. En cualquier caso, su muerte ha tenido mayor repercusión que la del también secundario y magnífico actor, Alfonso del Real, quien tuvo la mala fortuna de fallecer sobre la misma fecha que Camilo José Cela; de modo que hasta su epitafio desmereció del protagonismo que nunca había logrado, quedando de segundón perpetuo incluso en la página de obituarios. Ya es fatalidad.
La importancia de los secundarios, sin embargo, ha sido crucial para el cine español a partir de la posguerra, donde cualquier película solía triunfar –o simplemente salvarse- más por el trabajo coral que por el brillo de glamorosas estrellas. La desnutrición de aquellos tiempos de hambruna no daba más de sí que criaturas bajitas y escuchimizadas en nada aptas para rivalizar con los galanes hollywoodienses. De modo que, a falta de un Rock Hudson o un Gary Cooper, hubo que conformarse todo lo más con un Vicente Parra o Alberto Closas y hasta hacer pasar por guaperas a Francisco Rabal o al mismísimo narigón y desgarbado, Fernando Fernán Gómez. No obstante, el grueso de la tropa escénica, de la misma carestía que les negó el físico, aprendió el ingenio con un talento más trabajado en la escuela de la calle y la propia supervivencia que en el frío academicismo y las teorías de Stanislavsky. El método de aquella genial e irrepetible generación de actores de lujo tenía sus raíces en las vapuleadas compañías de la legua de sufridas trotaderas por provincias, que hicieron del teatro y la precariedad, un modo de vida, como quedó reflejado en el “Viaje a ninguna parte”. Funcionaban en equipo y hacían grandes películas, donde el protagonista era el reparto, cuando eran dirigidos por excelentes cineastas como Buñuel o Berlanga –tal es el caso de “Viridiana” y “Bienvenido, Mister Marshall”- pero también dignificaban con su tarea coral, los bodrios más infumables en pleno boom de la “españolada”. Por ver a una Rafaela Aparicio o Gracita Morales haciendo de chacha, bien vale darse una sentada con “Cine de barrio”. Qué decir de Pepe Isbert, Sazatornil, Antonio Garisa, Landa o López Vázquez, haciendo de lo que sea.
Llegados los ochenta; el florecimiento de una nueva dignidad del cine español y el rodaje de grandes series, “Fortunata y Jacinta”, “Los gozos y las sombras”, “Los Pazos de Ulloa” y etc…, algunos de estos actores tuvieron la “justa” suerte de ser redescubiertos por brillantes cineastas que supieron pulir su diamantino potencial. Rafaela Aparicio se quitó, por fin, el delantal para trabajar con Carlos Saura y Alfredo Landa rodó “Los santos inocentes” con Camus junto a un Francisco Rabal que deslumbró en sus últimos años en cualquier papel que le pusieran por delante. En tanto, Manuel Alexandre, aún como secundario, destacó por actuaciones memorables que dieron todo de sí en la pequeña y gran pantalla. A mí, personalmente, su identificación con el viejo buscavidas, Estupiñá, en “Fortunata y Jacinta”, me parece de una altura inigualable, así como cada una de sus intervenciones en la lúcida filmografía de José Luis Cuerda, impregnada de ese personalísimo toque surrealista donde Alexandre se manejaba como pez en el agua. Es más, una de mis escenas favoritas del cine español pertenece a “El bosque animado” y se desarrolla entre Alfredo Landa, un bandido torpe al que traiciona su buen corazón, y Alexandre, el vecino al que intenta atracar, y que, lejos del pavor, responde con una de sus carcajadas a saltos, “hombre, Fendetestas, entre amigos…”, de modo que le regatea el atraco para dejárselo en unas pocas perras para gran bochorno del pretendido ladrón.
Confesaba el propio Alexandre que, a falta de ser guapo para hacer de galán, tuvo que aprender a hacer reír y reírse –con esa risa tan inconfundible como la redonda sorna de sus ojos-. Bendita risa y benditos secundarios, gracias a los cuales, hemos podido conocer un cine español de primera.

4 respuestas a «Secundarios»

  1. Me encanta el cine, ahora bien, sólo identifico por sus nombres y apellidos a un puñado de actores y actrices, es decir, reconozco sus caras pero ni siquiera sé cómo se llaman. Tal vez porque cuando estoy en el cine (ese lugar donde los sueños se hacen realidad) sólo me interesan las historias y sus emociones, o al revés; suelo evaluar la calidad de las películas por la cantidad de clínex (bueno, la verdad es que casi siempre me llevo un rollo de papel higiénico) que utilizo. Las películas que realmente me gustan, son aquellas que hacen llorar profundamente. Y, ya no sé por qué he escrito todo esto que no tiene nada que ver con el artículo ni interesa a nadie, pues que lo que simplemente quería decir, es que esta vez coincido 100% con tu sentir Lola, y que si no es mucho pedir (me temo que sí), me hagas el honor de acompañarme al cine este fin de semana, ahora es otoño, y cuesta tan poco llorar. Te quiero

  2. Me encanta el cine, ahora bien, sólo identifico por sus nombres y apellidos a un reducido número de actores y actrices, es decir, reconozco sus caras pero ni siquiera sé cómo se llaman. Tal vez porque cuando estoy en el cine (ese lugar donde los sueños se hacen realidad) sólo me interesan las historias y sus emociones, o al revés; suelo evaluar la calidad de las películas por la cantidad de clínex (bueno, la verdad es que casi siempre me llevo un rollo de papel higiénico) que utilizo. Las películas que realmente me gustan, son aquellas que me hacen llorar profundamente. Y, ya no sé por qué he escrito todo esto que no tiene nada que ver con el artículo ni interesa a nadie, puesto que lo que simplemente quería decir, es que esta vez coincido 100% con tu sentir Lola, y que si no es mucho pedir (me temo que sí), me hagas el honor de acompañarme al cine este fin de semana, ahora es otoño, y cuesta tan poco llorar. Te quiero

  3. A usted, Holden, ni le interesa el cine ni tema alguno, sino ligar con Lola a costa de lo que sea. Nos queda clarísimo, colega. O sea, que lloras con las películas. Apuesto a que con esa sensibilidad que demuestras, la tienes ya en el bote!!!

  4. Pienso y escribo…

    Un libro…; como por ejemplo “Cien años de soledad” sin pensar en su escritor…; u ¡olvidandose de el!…

    Un disco o C.D….; como por ejemplo “Almoraima” sin pensar en el musico que compuso, interpreto, y grabo con ¡todo sentimiento y pasion esa musica!…

    Un cuadro…; quizas el “Guernica”…; acerca de ¿la Guerra Civil Española?…; ¡¿a quien le importa el nombre del pintor?!…

    y asi…

    pensar en una pelicula sin sus actores…; ¡no le hace bien ni a ti ni a mi ni a nadie!…; ¡asi estamos en los tiempos que corren!…¡¡¡VIVA LA IGNORANCIA!!!…; ¡¡¡VIVA LA INCULTURA!!!…; dejemos que la juventud se drogue para que a los gobiernos de todo el Mundo les pueda ser mas facil manipular como marionetas a los “ciudadanos del Mundo”…; muchas veces…; tenemos…; ¡lo que merecemos!…

    Le doy las gracias Señorita Lola por sus articulos…; siempre son de muy buen nivel; se nota que tiene cultura; un bagaje cultural; y a veces nos deja curiosos de saber mas sobre las “personas”; “seres humanos”, “artesanos de la vida”; que por momentos…; nos brindan ¡”felicidad”!…; y lo mas importante…; ¡”ganas de vivir”!…

    ¡Saludos desde el extra-radio!…

    Ambrosio Ruperto.

    P.S.:¡Perdon por mis erratas!…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.