Dígaselo con flores

20 May

¿Se merecen los funcionarios que les bajen el sueldo? Ésta es la cuestión entre muchas otras. Si atendemos a una opinión nada minoritaria entre la población activa y pasiva, excluyendo, claro está, a los propios funcionarios, resultará que sí “por lo poco que trabajan”. Aunque, en un intermedio, hallaremos también quien concede que, frente a esa casta de pereza proverbial, hay excepciones; funcionarios que funcionan y desempeñan con eficacia sus labores gracias a su apasionada vocación. Aquí introduciría, sin embargo, un matiz; o sea, entiendo y comparto que haya funcionarios trabajadores, lo que no me cuadra tanto es esa idea del “funcionario vocacional”- si es que entendemos por vocación, esa tendencia innata que inclina, desde sus más tiernos años, al individuo a desempeñar un oficio u otro-. Lo normal, cuando le preguntas a un niño que quiere ser de mayor es que te responda torero, futbolista, pintor o incluso presidente del Gobierno y bien rara – e incluso preocupante- resultaría la criatura que, en el umbral de su vida, se conformase con menos. Al funcionariado se suele llegar no tanto por vocación como por la necesidad de asegurarse un salario de por vida, cuando los otros caminos parecen inciertos y se cree llegada la hora de sentar la cabeza. Hay muchos funcionarios que lo han sido al ver sus esperanzas frustradas de poder ser otra cosa, lo cual hace de esta clase un sector algo abúlico y melancólico, más aún, cuando instalado en su puesto permanente, comprende las pocas posibilidades que tiene de promoción y lo ajustado de un salario que, fijo y todo, le obliga a pasarse la existencia haciendo números y pagando letras, en un día a día de consabidas tareas monótonas y rutinarias que dan oportunidad casi nula a la emoción o aventura. En estas condiciones, el conformista se adapta, pero, normalmente, se pone mustio y se aburre horrores y el inconformista sufre como un becerro. El surrealismo de las novelas de Kafka no es más que la atormentada realidad biográfica de un individuo que ve ahogadas sus inquietudes en un clima burócrata y asfixiante de grisuras monocordes. El funcionario, de sólito, no nace, se hace y forma un clan con sus correligionarios de devoción a la rutina, donde cualquier intromisión de originalidad, iniciativa o espíritu crítico se interpreta como extravagancia inoportuna y amenazadora. Las obras teatrales de Carlos Muñiz “El grillo” o “El tintero”, evocadoras de la lucha entre su condición de artista y funcionario atípico, son bastantes elocuentes al respecto. Pero, por más que se admita cierta tendencia de la clase funcionarial a la desidia, al consumo asiduo del café en detrimento de la presencia en la ventanilla o el despacho, a la frágil salud con la triquiñuela del absentismo y otras economías del esfuerzo, en ningún modo mejorará su rendimiento por el estímulo de un descenso salarial del cinco por ciento, que, precisamente, incita a la represalia de trabajar, en revancha y como tengo oído, otro cinco por ciento menos. Tampoco motiva demasiado la perspectiva de jubilación prorrogada a los 67 años, tras de la cual, quien sobreviva, habrá de manejarse en la estrechez de una pensión congelada. En tal coyuntura, sólo cabe esperar que la pereza, llenándose de motivos, alcance sus máximas cotas. Por la futura eficacia de los adscritos a la función pública, que por pública, atañe a todos, ninguna medida hay peor que recortar sus prestaciones con un recorte de salario y, sin embargo, parece que, de todos los ajustes del Gobierno, éste es el único que ha despertado simpatías entre las masas. Si la pereza es un pecado nacional que, como reflejó Larra, se ceba en casi todos los compatriotas, sean o no funcionarios, el otro es la envidia y al resto de la ciudadanía parece aliviarle pensar que esos privilegiados, a salvaguarda del paro y –relativamente- de la crisis, van a terminar, como todos, viéndoselas canutas. Como siempre, la disensión interna nos distrae del verdadero objetivo común, pues, hablando de ahorro del estado, en cualquier caso, sería mayor suprimiendo algún que otro ministerio inútil u otra vicepresidencia que desfondando los bolsillos mediocres de los empleados públicos. Cuanto menos de los pensionistas o los suscritos a la Ley de Dependencia –qué fue de las políticas sociales o simplemente de la piedad-.

De otra parte, se dice que algunos alcaldes y concejales se reducirán el sueldo. Bravo por ellos, pero quizá echamos de menos otro detalle. Me dicen y digo con ellos que hubiera estado lindo que el presidente, ya que la cosa fue de la noche a la mañana y de sopetón, hubiera livianizado el zapatazo con el ejemplo, así como “marchemos todos y yo el primero por el camino de la austeridad”, aplicándose a su vez otra reducción del cinco por ciento o la voluntad, en todo caso. Estas cosas tan crudas hay que decirlas con carisma o con cariño, no con destemplanza y ojeras de tres días. Somos votantes, ciudadanos y tenemos nuestro corazoncito. Al menos, un poco de música y tal vez, unas flores.

P.D: Llegó el momento decisivo; en la entrada «Inventario de chistes malos» podrán ver publicados los chistes ganadores. No os perdáis tan significado y esperado evento. La semana próxima, nuevo inventario: «Inventario de conductas intolerables». Os dejo pensar, que hay materia para rato.

Otra postdata: Felicito en sus bodas de oro a mis padres, sin cuya intervención, esta servidora de ustedes no estaría aquí. Para cualquier reclamación diríjanse a ellos. Besos fuertes y buen fin de semana.

11 respuestas a «Dígaselo con flores»

  1. Sí, Lola : hay también funcionarios de vocación. Los que quieren dar clases y no depender del arbitrio de la privada, por ejemplo. Los militares, marinos, de tierra, de aire. Y los «otros» : funcionarios no de vocación, sino de vacación, que algunos teníamos demasiadas vacaciones.
    Por cierto: un elogio que le haces a la rosa, con la que compites. ¿Lo has hecho adrede?
    Te felicito. Y gracias por tus textos, que animan y dan ganas de salir a tomarse un café. ¡Allá voy…! Y con este irán ya tres.

  2. Por desgracia, todos los profesores no son de vocación como sería imprescindible, aunque haberlos, haylos. La imagen de la rosa es una metáfora con la que se puede identificar a aquel, no a mí, que nos dijo esas cosas tan duras ¿Caes ahora? Gracias de todos modos.

  3. No confío demasiado en un colectivo que convoca movilizaciones a las cinco de la tarde para no perder el pago del día Así ¿Cómo van a hacerles caso si no hacen pupa ni meten ruido? En realidad, por su carácter sumiso, alienado, cobarde y pesetero, tienen lo que se merecen.

  4. Tiene una imagen distorsionada de los funcionarios. A lo mejor, ha tenido mala suerte con los que se ha relacionado. No todos somos así. Por su bien, lo que le conviene es cambiar de aires.
    Ya es algo que Holden deje de declarársele.

  5. Passé simple.

    Qué tiempos aquellos en que, para dejar de “pasar más hambre que un maestro”, la solución más aplaudida por los implicados era contraer matrimonio con una maestra y, de esta manera, consolidar un potaje decente / docente. El municipal (pasar más hambre que la niñera de un municipal) lo tenía más difícil por la falta de homónimas en los ayuntamientos, pero abastos y mercados lo sacaban a flote, aunque fuera “llorando con un ojo…” La guardia civil caminera, de paso corto y vista larga, bastantes años después de Lorca, todavía era famosa por llevar, durante el servicio, “una mano por cielo y otra por tierra”, en clara alusión a la recogida (subllevada) de frutas, hortalizas o fauna…En definitiva, “que el hambre pase por tu puerta pero que no entre”, consejo de padres y viejo lema arraigado entre el funcionariado de base popular que, antes y ahora, conforma la inmensa mayoría. Se podía ganar aproximadamente lo mismo que trabajando diariamente, de sol a sol, mas sabido era ya que “carrera que no se da el caballo, en el cuerpo lo lleva”. Este dicho podía aplicarse a cualquier rama del mundo laboral y de manera particular al campo, cuyas virtudes (aire puro, agua cristalina, naturaleza…) quedaban muy ensombrecidas por el desenlace de sus efectos: ennoblece, tal vez, pero también embrutece y envejece. Tridente. Triple E. Stop, “assez”, mejor un puesto de trabajo cómodo, (trabaje, pero seguro, anunciaba la Primera – y única – en blanco y negro) enchufe mediante o recomendación, para toooda la vida…
    Los que hasta hace unos veinte años miraban con desdén e incluso de forma lastimera al funcionario de base, ahora que el negocio o la obra o la empresa ya no van tan bien, se me ponen cursis y lo han convertido en blanco de su envidia. Cosas veredes. Levantad la mirada, amigos, hasta las jerarquías de los diecisiete estados del Estado Español. O, al menos, sed consecuentes con la base de la pirámide:

    “Allí donde el Estado acaba comienza el hombre que no es superfluo: allí comienza la canción del necesario, la melodía única e insustituible…”

    ¿No era éste el superhombre soñado…?

    Saludos.

  6. vocación tienes y en este albañal la perderás.tópicos.igual el funcionario miserable es la traslación al público del politicastro que no tiene para comer otra cosa que su carguete.lo de funcionario tiene grados.sanidad y enseñanza,ventanilleros,chupatintas…no confundan con enchufados,cargos de confianza,gestores y lo que quieran imaginar.puestos a hablar de gastos inútiles:diecisiete administraciones,cincuenta diputaciones,cada institución un parlamentito y todas con asesores,liberados,miradores,observatorios,chóferes,dietas,emolumentos y ungüentos.por ahí.si hubiera seso una crisis sería ocasión de corregir y afianzar.lo que hay es mucho agarrado a la rama gorda.lo penso es que nos dicen a los demás que hay que soltarse.
    flores a esos padres y esas bodas que se siguen celebrando.

  7. “¿Se merecen los funcionarios que les bajen el sueldo?” En mi opinión, esta pregunta no es acertada. Sin alcanzar aun la corrección, mejor sería preguntarse, ¿Se merecen algunos funcionarios que les bajen el sueldo? Y pregunta aún mejor, más precisa sería, ¿Se merecen algunos funcionarios ser funcionarios? Y ya, casi alcanzando la perfección, nos preguntaríamos ¿Se merecen muchos funcionarios pagar, cargan con la incompetencia y la irresponsabilidad de la inmensa mayoría de los políticos?

    Conociendo la dificultad de algunas respuestas, reciban un cordial saludo.

    PD
    Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte, Lola.

  8. Hola increíble Lola.
    Si entras en «Palabras, bosques», verás cosas de ciudades y de poemas de ciudades. A propósito todo de un poemario de Juan Gaitán, amigo común de ambos.
    Espero algún comentario, algún apunte tuyo. No sólo por conocedora de ciudades y viajera culta, sino porque
    ¡Sé que eres poeta! Conque a mojarse como lo quieras, Lola : como poeta, como periodista viajera, o conocedora de ciudades.
    ¿Lo harás?
    Gracias, Lola. Un cordial saludo y enhorabuena por tus escritos.

  9. Por supuesto, Manolo, hasta ahora no he tenido tiempo con las diversas celebraciones propias de estos mayos, pero, ya despejada, entraré mañana, espero que con buen pie. Enhorabuena a nuestro gran amigo y poeta, Juan Gaitán. Ya te comentaré. Un beso.
    Lola.

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